En «Algo escrito», el crítico literario Emanuele Trevi recupera «Petróleo», la última obra del italiano .Pier Paolo Pasolini, pero también da cuenta del momento en el que publicó su primer libro y decidió dejar atrás su tarea con el archivo del mítico director y escritor junto a Laura Betti, guardiana de su legado y figura clave de su cine.

Con esta novela ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea, Trevi (Roma, 1964) retoma sus tiempos de trabajo en el Fondo Pier Paolo Pasolini y alterna el análisis de esa pieza, que fue escrita por el célebre autor (1922-1975) entre los años 1972 y 1975 y recién se rearmó y publicó en 1992, con un retrato descarnado de Betti, actriz de filmes clásicos de su cine como «La Ricotta» (1963), «Cuentos de Canterbury» (1971) o «Teorema» (1968).

Justamente fue la actriz, nacida en 1934 en la ciudad de Bolonia, la heredera del archivo de Pasolini y la impulsora de la institución, ubicada en Roma, en la que el protagonista de «Algo escrito» -al igual que su autor- trabajó en los años 90 y donde dio con «Petróleo».

La figura de Betti va creciendo en la trama al mismo tiempo que el protagonista profundiza su lectura de esta obra de Pasolini y asegura que debe ser leída como «un testamento en todos los sentidos, como un rito más que como una novela».

A medida que avanza la historia de esta novela editada por Sexto piso y traducida por Juan Manuel Salmerón Arjona, «Petróleo» deslumbra al joven protagonista mientras que Betti lo desprecia y se convierte en una jefa dispuesta a humillarlo y ridiculizar sus ambiciones como escritor.

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Esa tensión entre el descubrimiento de las formas, los pliegues y las obsesiones que atravesaban la obra de Pasolini y el desprecio de esa jefa que se transforma en alguien capaz de devorar lo que está a su alcance para convertirse en el personaje de una vida agónica, se va armando la perspectiva de este joven que se convierte en escritor.

«De escribir ‘Petróleo’ solo era capaz alguien que hubiera comprendido plenamente lo que la fascinación hipnótica de la violencia, el deseo de sufrir, de someterse, de implorar piedad esperando que esa piedad, hasta el límite de lo tolerable y más allá de él, nos sea negada», asegura ese protagonista que, entre lo que lee de Pasolini y comparte con Betti, alumbra una posible lectura del vínculo construido entre ellos.

Otra dimensión de «Algo escrito» es la red de pertenencia en la que se desarrolla el mundo literario, ya que están los viajes a festivales, las cenas -se destaca la que organiza Betti para seguir los resultados de las elecciones de 1994 en las que ganó Berlusconi- y las veladas en las que ella es una protagonista central a fuerza de desborde y el protagonista se ubica como testigo incómodo y huidizo.

«Hay un vínculo tan profundo entre la rabia y la creación, que todos los demás vínculos palidecen, parecen superficiales, menos necesarios»

Emanuele Trevi

Trevi define a «Petróleo» como «una obra basada enteramente en la idea del desdoblamiento y la duplicidad» en la que asevera que Pasolini «no cita, sino que encarna, prueba, experimenta» y en medio de esa admiración se va a acercando a una escritura, la de su primer libro.

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En la trama, la publicación de su primera novela coincide con la decisión de dejar atrás la tarea en el Fondo Pier Paolo Pasolini, lo que implica alejarse de la mirada de Betti, a la que le entrega un ejemplar y recibe como respuesta el destrozo inmediato del material.

Pero hay algo que ese joven escritor reconoce haber aprendido de esa jefa y es que «la rabia es lo más importante, ni las ideas, ni el talento en primer lugar, sino la rabia. Hay un vínculo tan profundo entre la rabia y la creación, que todos los demás vínculos palidecen, parecen superficiales, menos necesarios».

Es después de un viaje a Grecia compartido que el vínculo laboral con Betti (1934-2004) se rompe y deja las oficinas del Fondo con un «indefinible sentimiento (entre la euforia y el lamento) que sentimos cuando nos damos cuenta de que una época de la vida acaba de pasar para siempre».

Si bien «Algo escrito» puede leerse como una historia sobre «Petróleo» o sobre los años de Laura Betti después de la muerte de su amigo Pasolini, también puede abordarse como la forma en la que un escritor se abre camino con su primera obra entre la tensión por un autor que lo deslumbra y una forma de acercarse a su legado -a partir de la mirada de esa jefa- que parecía obstinada en empujarlo a la desidia y la subestimación.

Trevi dice que la literatura, entendida como «un gran experimento que se hace con los límites de lo humano, debería ser siempre eso: un detonante, una catástrofe que provoca cambios irreversibles en la vida» y eso parece haber provocado su encuentro con el universo del autor de «Amado mío» o «La religión de mi tiempo».

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Crítico literario, novelista y ensayista, el autor de «Algo escrito» -que ya fue traducida a 15 idiomas- encuentra en esta ficción, que recoge elementos autobiográficos, una potente forma de contar que permite renovar la perspectiva sobre el mundo creativo de Pasolini, un artista central para pensar el siglo XX.

Uno de los personajes de este ambiente literario descripto en la novela dice que «quien decide contar algo, enseguida tiene la posibilidad de contar todo el universo» y en esa premisa se instaló este protagonista para comenzar a construir su camino literario.

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