Sosa Villada construye en "La novia de Sandro" una obra donde la poesía atraviesa los misterios del amor travesti

Sosa Villada construye en «La novia de Sandro» una obra donde la poesía atraviesa los misterios del amor travesti

Con un estilo provocador y un lenguaje que se tensa para hablar del desengaño amoroso y el disfrute erótico de los cuerpos, Camila Sosa Villada construye en «La novia de Sandro» una obra donde la poesía atraviesa los misterios del amor travesti y estremece desde la belleza y el dolor, que por momentos bordea lo sórdido.

Convencida de que «la escritura debe ser provocadora y brutal», en esta obra reeditada por Tusquets, la autora descorre velos sobre el amor, exhibe sus dotes de pitonisa, evoca tiempos de hambre y prostitución, y construye remansos dolorosos cuando habla de sus padres y afirma que «sin ellos, esta necesidad de escribir hubiera sido menos intensa».

Autora de «Las malas», novela finalista del premio Filba Medifé -que será llevada al cine- en una entrevista con Télam, dinamita preconceptos y confiesa que le resulta «ajeno» pensar que un premio literario sea un «logro», ya que valora esos reconocimientos en tanto se traducen en «dinero, bienestar, comida rica, bebida rica, mejores cremas para el rostro, un lavarropas a mis 38 años».

– Télam:¿De qué manera surgió en vos esa forma provocadora de expresión presente en el libro, y por qué aparece con insistencia el tema de la fealdad?
– Camila Sosa Villada: La fealdad no es patrimonio de las travestis. Ser pobre, morena, haber tenido los dientes chuecos, también provocaba comentarios acerca de mi fealdad. Pensando en «Las malas» podría haberse llamado «Las feas» para que luego, una vez terminada la lectura y mirada la foto de solapa dijeran: ah, pero no es tan fea.

El tema de la fealdad tiene que ver con haber encontrado una cueva que no había sido descubierta, la escritura se metió a explorar ahí dentro. Desde qué otro lugar hablaría cuando escribí esos poemas, recién separada de mi primer novio y conviviente, estando sola en Buenos Aires mientras hacía «El Bello Indiferente» donde mi personaje era abandonado por un hombre hermoso que se iba con otra.

Era el momento en el que estaba, reflexionando sobre todas estas cosas. Admiro a la gente que puede pasar por alto su imagen en el espejo o tiene una percepción piadosa sobre sí misma.
Por otro lado, la escritura debe ser provocadora y brutal. Qué clase de escritura sería aquella que llega pidiendo permiso y por favor y gracias. A mí me gusta que lo leído tenga el método de un asalto, que me encuentre en la calle y en unos minutos me deje desnuda y temblando. Y una, mal que le pese, escribe cosas que le gustaría leer, en eso es como actuar o como cantar, una hace lo que le gustaría ver.

– T:El tema del amor no correspondido y el desengaño amoroso están presentes en varios poemas. ¿Dónde creés que reside la dificultad de un varón para aceptar su deseo o amor por una travesti?
– C.S.V:Eso habría que preguntárselo a los hombres y dudo que puedan formular una respuesta sincera y con la complejidad que implica un asunto como el deseo. Sería un error pensar que los libros que escribo fijan determinados sentimientos para siempre. Tal vez los poemas de «La novia de Sandro» hablen sobre una complejidad para la que algunos lectores no están listos y esto es lo maravilloso de la escritura. Nunca habían leído a una travesti hablar sobre el amor. No es mi culpa. Es como mandar a un grupo de exploradores a cruzar la selva y esperar que encuentren un lugar donde levantar un pueblo. Allá van las palabras, machete y linterna en mano, esperando hallar donde hacer una casa. Yo estoy en el amor, en los brazos de un hombre que ahora mientras respondo tus preguntas, duerme en la habitación con las cortinas cerradas. Anoche pedimos pizza y la comimos en la cama mientras mirábamos Los Simpsons. No hay amor mejor.

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– T:Los poemas son, en algunos casos, reflejo del erotismo en los vínculos, donde lo corporal está unido a lo amoroso, por un lado, y por otro a la prostitución. ¿Qué lugar ocupa hoy la prostitución en tu vida?
– C.S.V:Sigo siendo una prostituta, de las peores, de las más peligrosas y marginales jugando un poco a ser actriz, a ser escritora, a ser la escritora entrevistada en la BBC, pero sigo siendo una puta, en retirada, pero una puta que sabe hacer dinero con su cuerpo. Hace muchos, muchísimos años que no cobro por tener sexo, no a la manera convencional, pero todos, todas, estamos pidiendo algo a cambio para desnudarnos y recostarnos sobre la piedra de los sacrificios.

Dejé de cobrar porque encontré que podía tener muchos clientes en una sola noche, que al terminar la función me aplaudían y el cuerpo tenía más margen para expresarse. Muchos clientes que se ocupan por sí mismos de sus orgasmos. Yo solo dejé el señuelo de un par de poemas, un par de historias y reflexiones y ellos se ocupan del resto y luego, dos veces al año, me llega una liquidación total que me paga mis pequeños lujos de prostituta en retirada.

Sucedió porque tuve suerte. Un día hicimos con María Palacios y Paco Giménez una obra de teatro llamada «Carnes tolendas» y como soy acuariana y detesto que se me encasille y se me prevea, pensé que quería quedarme ahí, en ese mundo. Soy travesti, pero no zonza. Los peligros de una vida en camarines y escenarios son un poco más mansos que estar en la calle actuando para los esposos, los trabajadores, los padres de familia, los abogados, los médicos y todos esos que fueron a buscar amor a cambio de su dinero. Dinero que, por otro lado, nos corresponde a las travestis. Porque nos lo robaron desde siempre.

– T:¿Sentís que el teatro y la escritura transformaron tu vida? ¿Cómo vivís hoy los logros a nivel literario y artístico?
– C.S.V: Me resulta tan ajeno cuando dicen que el teatro y la escritura transformaron mi vida, tan ajeno pensar que mis primeros años en Córdoba fueron de oscuridad. Es tan burguesa esa posición. Mi vida se transformó en tanto hubo personas que me acompañaron, que me dijeron: ¿escuchaste alguna vez a esta cantante? ¿Leíste alguna vez este libro? ¿Te cuidás cuando cogés? ¿Te acompaño a hacer ese trámite? Podría haberse transformado para peor, podría haber salido mal. Pero yo escribo y actúo desde que soy una criatura. Y luego, te puedo asegurar que pasé momentos mucho más amargos luego de haberme hecho conocida y me encontré de lleno con todos los tipos de discriminación que vienen solapados en este contacto con la gente común, la gente de siempre y de todos los días. Todas esas suposiciones tan violentas.

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El tema de los logros también me resulta ajeno. Ni por un segundo se me cruza pensar que un premio puede ser un logro para alguien. Es como pensar que un título universitario es un logro. Logros son otra cosa. Mis ñoquis con pollo son un logro. Dormir en brazos del chico más sexy del barrio es un éxito.

Todo lo demás se traduce en unas pocas palabras: dinero, bienestar, comida rica, bebida rica, mejores cremas para el rostro, un lavarropas a mis 38 años. La posibilidad de irme de vacaciones por primera vez en mi vida ahora, casi a mis cuarenta.
Así lo vivo al temita de mi pequeño éxito editorial: me da dinero. Mi caja de ahorro engorda. Y a mí me gusta muchísimo tener dinero.

– T: En uno de los poemas la muerte está presente, unida a la ruptura de un vínculo amoroso. ¿Por qué creés que surgió de esa manera?
– C.S.V: Nos enseñaron a hablar así. A decir: me muero de amor. En el medio apareció el psicoanálisis, el feminismo y esa noción se puso más interesante. Sobre todo pensando en que descubrimos que el amor es una herramienta de manipulación y lleva adheridos en la piel parásitos que van comiéndote poco a poco. Cuando escribí ese poema estaba atravesando una separación, cómo no iba a sentir que me moría, que el mundo se me desarmaba. Estaba sola en Buenos Aires, en esa ciudad, lejos de mis amigos, de mi familia, haciendo una obra como «El Bello Indiferente» donde terminaba desnuda y destruyendo la escenografía. Solo me quedaba el drama.

– T:El vínculo con tus padres unido a tu historia de vida está también muy presente en el libro con el mismo amor y la misma complejidad con que aparecen los demás vínculos, ¿Qué lugar ocuparon ellos en el proceso de escritura de tu libro, y cómo fue el proceso de distanciamiento del ámbito familiar?
– C.S.V: No sé si de «La novia de Sandro» ¡pero de mi escritura son materia! Me enseñaron a leer y a escribir, antes de comenzar la escuela. Yo entré al sistema escolar con ventaja. Me compraron libros. Cuando estaba enferma y debía guardar reposo, mi mamá subía a su bicicleta destartalada en busca de bibliotecas donde hacerse socia para traerme libros para leer. En «El Viaje Inútil» dije: La escritura es el padre y es la madre, o algo así. Todavía recuerdo a Gabriela Halac, la editora, diciéndome, tenés que escribir un poco más sobre esto. Y yo pensaba que era suficiente con esa frase. Pero sin ellos, tal vez esta necesidad de escribir hubiera sido menos intensa, no lo sé. Escribía en tanto ellos estaban ahí, del otro lado de la puerta, tratando de salvarse de la pobreza y de su propia historia. La distancia fue tomada a través de la escritura. Me dieron ese poder y yo me fui. Mucho antes de lo que esperábamos.

– T:Hacia el final del libro mencionás la experiencia de ser madre de tu madre. ¿Cómo es ese proceso de maternar a tu propia madre, qué significó para vos?
– C.S.V:Es algo que hablé con varias amigas, de más o menos mi misma edad y con la que compartimos esta sensación de que nuestra manera de ser hijas había sido más parecida a ser madres. Niñas o adolescentes y jóvenes que de repente, tenían que hacerse cargo de sus madres, de la tristeza de sus madres que parecía llenarlo todo. Les enseñábamos lo que aprendíamos en el mundo, volvíamos con novedades, les dábamos su medicación. Hemos crecido maternándolas. En mi caso, supongo que ser hija de una huérfana influyó mucho.

– T:¿Qué lugar ocuparon en la obra las travestis que formaron parte de la vida de prostitución que describís en este libro y en «Las malas»? ¿Cómo sigue circulando esa amistad o vínculo?
– C.S.V: Es tan acotado lo que puede escribirse en un libro de esos nueve años entre que llegué a Córdoba y estrené «Carnes tolendas». A veces pienso que la gente debe pensar que éramos cuatro o cinco travestis y nos veíamos todas las noches y teníamos una amistad a la manera “heterosexual”. Eran alianzas, que sucedían o no sucedían. Se rompían y volvían a suceder. De algunas no recuerdo ni los rostros ¡fue hace veinte años! A algunas las veo y ni me recuerdan. Otras ni saben cómo me llamo ya. Éramos yonkis y alcohólicas y estábamos pasadas casi todo el tiempo. Escribo sobre lo que me permite mi imaginación y mi memoria. No más que eso.

– T:¿Cómo evaluás la aprobación del cupo laboral travesti trans impulsada por el Gobierno?
– C.S,V:Bueno, es como si le dieran un abrazo a alguien que solo conoció los golpes. (Roberto) Juarroz decía: «todo está al final de una larga paciencia, tan larga que a veces parece exceder la vida.» Creo que llega tarde en la medida que las travestis murieron, se mueren todos los días. El día que me enteré porque la Vane Cufré me avisó por whatsapp, lloré mucho. Lloré porque llegaba tarde y finalmente llegaba. No sé cómo tomármelo.

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