Elisa Macellari fue entrevistada por Télam desde Milán

Elisa Macellari fue entrevistada por Télam desde Milán

Reconocida mundialmente por sus esculturas de inmensas calabazas, sus habitaciones repletas de lunares de colores, sus salas de espejos infinitos, sus «campos de falos» y sus apariciones en público con pelucas de rojo estridente, Kusama (nacida en la zona rural de Matsumoto, Japón, en 1929) ha sufrido alucinaciones desde los diez años, fuente de inspiración de sus creaciones.

Para este proyecto, Elisa Macellari (nacida en Perugia y de origen tailandés) realizó cerca de 400 ilustraciones, de gran magnetismo visual para contar la historia de «la princesa de los lunares» antes de alcanzar la fama, con una intensa paleta de colores que le sirvió para brindar los contrastes necesarios en los episodios más destacados de su vida.

Kusama pasó su infancia en los viveros de semillas y flores de su familia, donde comenzó su permanente fascinación por la naturaleza, la flora y el reino vegetal que atraviesan muchas de sus obras, mismo período en el que además comenzó a pintar y dibujar de manera obsesiva.

La dibujante italiana publicó una biografía ilustrada de la artista plástica japonesa

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«Disfruté muchísimo ilustrando la infancia en Japón. Hay muchos elementos que me gusta dibujar, como las flores o los patrones japoneses, pero también fue un desafío hacer una representación visual de sus alucinaciones», admite Macellari en entrevista con Télam desde Milán.

Publicada este mes en varios países (primero en Italia por el sello Centauria), la obra «Kusama: The Graphic Novel» detalla su crianza a manos de una madre desequilibrada que la maltrataba y la obligaba a seguir a su padre cuando escapaba con amantes y sigue cuando Kusama le escribe a Georgia O’Keeffe, a lo que la artista estadounidense responde y le sugiere que viaje a Estados Unidos.

Los dibujos se sumergen así en el momento en que una joven Yayoi deja su Japón rural, con dos mil dibujos en una maleta.

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La narración aborda la llegada a Nueva York, en 1957, donde se sumerge en la vibrante escena artística y conoce a Donald Judd, Andy Warhol y Joseph Cornell, mientras realiza sus happenings en los que pinta sobre cuerpos desnudos sus característicos lunares rojos, y comparte cenas con el surrealista Salvador Dalí.

Kusama pasó su infancia en los viveros de semillas y flores, donde comenzó a pintar y dibujar de manera obsesiva

Kusama pasó su infancia en los viveros de semillas y flores, donde comenzó a pintar y dibujar de manera obsesiva

Mientras, la japonesa va dando forma a un arte conceptual, con atributos del feminismo, el minimalismo y el surrealismo, y atravesada por un fuerte contenido autobiográfico, psicológico y sexual.

Regresa a Japón en 1977 y se instala en la clínica psiquiátrica Seiwa, de Tokio, donde reside actualmente. Durante diez años, permanece alejada de la escena del arte, aunque no así de la prolífica creación, hasta que, a fines de los 80, Estados Unidos y Japón le dedican grandes retrospectivas. En 1993 es invitada a la Bienal de Venecia y su carrera comienza a despegar una vez más.

Además de su primera novela gráfica, «Ensalada de Papaya», Macellari ha realizado ilustraciones para Cartoon Network, para festivales de cine y portadas de libros de la editorial Mondadori, comics para el New York Times y el Corriere della Sera y afiches para Sony Pictures, entre otros trabajos.

Entrevista

– Télam: ¿Cómo nació la idea del libro?

– Elisa Macellari: En 2019 mi editor italiano Balthazar Pagani me preguntó si me interesaría dibujar una novela gráfica sobre Yayoi Kusama. El libro pertenece a una serie de biografías gráficas de artistas. Pensé que sería un gran desafío y además sentí que era una afortunada coincidencia: el año anterior hice una ilustración de Yayoi, sin encargo, sólo para mí. Fue la chispa que me llevó a este libro.

– T: Has dicho que Yayoi Kusama es el ícono femenino del cual te sientes más cerca ¿Por qué?

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EM: Realmente admiro su fuerza y la capacidad de transformar su enfermedad mental en algo hermoso. Ella es una inspiración para todas las mujeres jóvenes que quieren hacer arte y defenderlo. Kusama conoció a Georgia O’Keefee, que la motivó a pintar. Conocí a Yayoi, quien me enseñó a no tener miedo de enfrentar mis miedos y a seguir dando lo mejor de mí.

– T: ¿Cómo seleccionaste los momentos de su vida que ibas a ilustrar?

– EM: Me inspiré en la autobiografía de Kusama «Infinity Net». Elegí seis momentos que, en mi opinión, son los más significativos para su arte y su carrera. Sus raíces culturales, la familia, la enfermedad mental, los encuentros que la motivaron. Cuento la historia en orden cronológico a propósito. Me gusta seguir una narración clara. Y detengo la historia justo un paso antes del éxito internacional. Conocemos a Kusama por sus recientes instalaciones, pero prefiero mirar atrás y mostrar al lector la mujer que está detrás de la fama y la lucha que vivió.

– T: ¿Qué otras fuentes de inspiración te ayudaron?

EM: También el documental Kusama: Infinity dirigido por Heather Lenz (2018) ha sido muy útil para construir el storyboard. Luego encontré muchos artículos e imágenes sobre Kusama en Internet. Para los textos decidí atenerme a las declaraciones de Yayoi. En mi opinión, las palabras del artista son relevantes y no me doy permiso para cambiarlas o hacer una ficción de ellas.

– T: La repetición de formas, tan frecuente en la obra de la artista, es algo que se puede encontrar en la naturaleza y el reino vegetal, que la han influenciado. ¿Cómo encaraste esas ilustraciones?

– EM: Los patrones que se inspiran en las flores o plantas nos llevan al interior de un proceso natural de vida y muerte. Nos perdemos en él, nuestra mirada no tiene dirección. Estamos en un mundo microscópico en el que no podemos encontrar nada arriba o abajo, a la izquierda o a la derecha. Intenté hacerlo con mis ilustraciones, sumergiendo a mis personajes en fondos abstractos.

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– T: Contás cuando, en 1966, Kusama mostró su instalación Narcissus Garden en la Bienal de Venecia, en una parcela de hierba frente al pabellón italiano, gracias a la ayuda del artista ítalo-argentino Lucio Fontana…

– EM: Me gusta mucho este episodio y lo encuentro divertido. Kusama no había sido invitada oficialmente a la Bienal pero tenía el permiso de poner una escultura en un pequeño trozo de hierba. No tenía dinero en ese momento y Fontana, que era amigo suyo pagó la producción de la obra. Ella le hizo un regalo como signo de gratitud: una maleta cubierta de falos blandos. Imaginar la cara que puso Fontana cuando recibió ese regalo me hace reír.

– T: Hace tiempo te preguntaron qué te inspiraba a ilustrar y entre otras cosas mencionaste los relatos de Jorge Luis Borges. ¿Podés contar un poco más tu relación con el escritor argentino?

– EM: Cuando tenía 18 años leí «El Aleph» y «Ficciones» -mis libros favoritos- y se me metieron en lo más profundo del alma. Hay un fondo mágico, un sabor metafísico, un tiempo suspendido, espacios desconocidos, personajes inmortales que estimulan mi imaginación. Me encantan los loops y las arquitecturas del tiempo que crea. Y también me gusta él: un hombre tranquilo, casi ciego, que trabajaba en la biblioteca; una persona común con un mundo interior extraordinario. Espero que algún día pueda ilustrar uno de sus libros. Esta es una llamada para cualquier editor que esté interesado (risas).

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