Un reclamo fogoneado por múltiples vientos
De acuerdo a la información oficial, pese a la protesta, los servicios se siguen prestando y el 911 responde en forma normal. En conferencia de prensa el martes por la mañana, Berni y el jefe de Gabinete Carlos Bianco evaluaron «un retraso del treinta por ciento» en el salario policial y recordaron que el Gobierno provincial tenía subas previstas en un Plan Integral de Seguridad que se anunciará en unos días.
¿Negociaciones?
Al atardecer ya quedaba claro que sectores de la oposición buscaban ponerle aún más fuego al conflicto salarial, con alientos más o menos explícitos. Cambiemos dejó la marca en el orillo con un comunicado en que le reclamó al gobernador Axel Kicillof que «atienda los reclamos salariales» en lugar de instar a los efectivos a que depongan su actitud. Exoficiales de la Bonaerense intentaron convencer a los efectivos en cada una de las zonas, a veces con éxito y otras con rechazos, y los referentes que aparecían eran oficiales o suboficiales que tuvieron peso durante la gestión de María Eugenia Vidal.
Este diario pudo constatar que el 911 sigue funcionando, que los patrullajes se estaban haciendo –aunque en unos pocos distritos se disminuyó la intensidad–, y que en las concentraciones participaban esencialmente familiares de policías o efectivos que no estaban en turno. Eso no significa que los uniformados en servicio discreparan con los reclamos: hay unanimidad en que existe un notorio atraso salarial. También se pide, por ejemplo, que los servicios de Policía Adicional, que son las horas extras, no se demoren 120 días, que se aumente el valor de las horas Cores (Compensación de Riesgo de Servicio), que haya atención en materia de medicamentos y que se les suministren los elementos necesarios frente a la pandemia.
Hay reclamos que no son explícitos pero son tradicionales en las fuerzas. No hubo un cambio significativo en la conducción de la Bonaerense, con lo que muchos oficiales que esperaban ascensos quedaron a la espera y eso produce malestar en todos los niveles. Además, no hay una cúpula que sea del riñón del nuevo gobierno.
Según una estimación oficial, este martes hubo concentraciones en el Gran Buenos Aires y en el interior provincial: en total fueron 25. En la mayoría de los casos no se trató de presencias masivas, pero sin dudas es una ruptura de la disciplina y un hecho de trascendencia.
La cuestión no es fácil de resolver porque no hay referentes ni líderes globales con los que establecer un diálogo. No existe un sindicato -prohibido por ley- y en las redes aparecen pliegos de condiciones que supuestamente sintetizan los pedidos de los policías, pero que no tienen real representatividad y en algunos casos carecen de toda lógica.
La responsabilidad inicial de encauzar la situación le corresponde al jefe de la Bonaerense, El Fino García, un hombre que fue el número 2 del anterior titular de la fuerza, Fabián Perroni, quien apareció en su momento en los timbreos de Cambiemos. Berni mantuvo a García en el cargo pese a ser un hombre de directa relación con el anterior ministro, Cristian Ritondo. Desde un punto de vista objetivo, un jefe es el responsable de la ruptura de la disciplina de sus subalternos, más en fuerzas verticales como son las policías.
Como es obvio, el que debe manejar la situación es el ministro del área, Berni, para lo que envió a un delegado a la concentración de Puente 12. Dado que no hay una comisión de los policías, al cierre de esta edición se barajaba directamente hacer un anuncio con los aumentos y las mejoras en las condiciones de trabajo.
«Negocios»
Desde hace tiempo está claro que los ingresos policiales se vienen deteriorando fuertemente. Siempre estuvieron por debajo de la Policía Federal y la Policía de la Ciudad, pero los «negocios» completaban los sueldos. La pandemia produjo un cambio total en esa situación:
* No hay partidos de fútbol, que no sólo implican horas extras, sino «negocios» con las barras bravas. Estacionamientos, puestos de comidas y hasta cobertura en distintos delitos.
* El coronavirus terminó con otros peajes, como el de la prostitución, los curanderos o las ferias de productos falsos.
* La actividad de los desarmaderos -y por lo tanto el robo de autos- bajó al caer la demanda de repuestos. También el juego clandestino.
* Al no haber atención masiva en los bancos -solo con turnos- se redujo la tajada por permitir estacionamientos o hacer pequeños viajes de custodia.
* También bajo en forma total la actividad gastronómica, otra fuente de recaudación y hasta de alimentación.
Todos estos elementos se suman a lo mencionado por los ministros Sabina Frederic y Berni: «hay un atraso desde hace años en los ingresos, en la capacitación y en la jerarquización».
Como viene sucediendo con casi todos los hechos, la oposición y los medios alineados se lanzaron desaforadamente a alentar el conflicto y la ruptura de la disciplina. El objetivo -como ocurrió con las tomas de tierras, el coronavirus y con casi todos los temas- es erosionar al gobernador Kicillof. Cerca del mandatario señalaron: » Es un reclamo genuino, lo reconocemos y por eso estábamos trabajando en la recomposición salarial en el marco del plan integral».