El reclamo de los policías fue apropiado por agentes y ex agentes ligados al PRO

La Rusa lideró la protesta policial, aunque hace rato que no es policía. Virginia «La Rusa» Sosa, sargento, fue exonerada de la fuerza en 2013, después de que un acuartelamiento policial derivara en saqueos en su ciudad, Mar del Plata, con muchas sospechas de que los propios uniformados alentaron los robos. Una vez expulsada, Sosa dio sus explicaciones en la publicación de ultraderecha Bandera Nacional, que lidera el neonazi Carlos Pampillón, con quien se la puede ver en numerosas imágenes. Nada de eso fue obstáculo para que después La Rusa se alineara con Cambiemos y haya hecho pública una foto con Patricia Bullrich, subtitulada con la leyenda escrita por la propia Sosa: «Tuve el honor de conocerla. De hablar con ella. Un ser humilde de pocas y justas palabras. Una leona». En el corazón de la protesta, en Puente 12, La Matanza, el vocero fue otro: el capitán Mariano Díaz. El hombre que apareció con uniforme camuflado fue apartado de la Bonaerense después de protagonizar, en 2014, un motín en el Grupo Halcón, una formación de elite. Díaz está retirado y se lo puede ver en fotos con referentes de Cambiemos en Lomas de Zamora y Esteban Echeverría. Es otro que exigió ser negociador, pese a no estar activo en la fuerza. La teniente Mara Guardo se prestó a largas entrevistas en Canal 9 y otros medios, también como vocera del levantamiento. Resultó una fuerte impulsora de cacerolazos, aunque durante la protesta se concentró en hacer notar los problemas emocionales de los policías. Sucede que tiene un consultorio privado de psicología, donde además aplica una sanación guaraní y dice tener poderes de mentalista. Estos ejemplos exhiben que, más allá de la justeza de los reclamos, la asonada que terminó rodeando la Quinta Presidencial tuvo como voceros a exonerados, retirados, personal en disponibilidad y hasta profesionales de todas las especialidades que trataron de ganar protagonismo.

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La Feliz

El jueves, tras los anuncios de Axel Kicillof, los jefes de la Bonaerense en Mar del Plata se reunieron con los subalternos para dar por terminada la revuelta. Desde afuera, La Rusa Sosa empezó a los gritos, exigiendo que «no dialoguen». O sea que ella, pese a no ser de la fuerza, exigía ser la interlocutora. El episodio terminó con la mujer demorada, un acta registrando los hechos, y la intervención de la fiscalía. Se trató del final de tres días en que la mujer rubia ofició de vocera de la protesta en todos los canales, tanto marplatenses como nacionales. Antes que eso, integró una lista como candidata a concejal del Movimiento Ciudadano, una agrupación que respondía a Alberto Asseff, protagonista de la escandalosa maniobra de bajar su candidatura para sumarse a Juntos por el Cambio y Mauricio Macri, dejando súbitamente sin partido a José Luis Espert. Ni a Cambiemos ni a Patricia Bullrich les importó mucho que la ex policía registrara fotos y más fotos con el neonazi Carlos Pampillón, aquel que apareció haciendo el saludo hitleriano cuando estudiantes pintarrajearon el interior de la parroquia San Ignacio de Loyola, al lado del Colegio Nacional de Buenos Aires.

La Matanza

En Puente 12, el hombre que vestía de uniforme camuflado llamó la atención porque fue el que más habló en los medios. El capitán Mariano Díaz fue apartado de la fuerza en 2014 por haber participado de un motín siendo integrante del Grupo Halcón, una formación de elite. En 2015 presentó un pedido de retiro activo voluntario, con el número 041/15 y se le concedió el 1 de febrero de 2016. En las redes sociales es fácil ubicarlo, por ejemplo, en Lomas de Zamora, con dos referentes de Cambiemos, el ex ministro de Trabajo Marcelo Villegas y la concejal Elena Torresi. En Esteban Echeverría figura como integrante del equipo del PRO, cuyo referente es Evert Van Tooren. Es decir, que no se trata de un hombre en actividad ni es neutral políticamente como intentó hacer creer.

Muy cerca de él concentró las miradas el teniente Aldo Oscar Pagano. El hombre se subió durante un par de horas a una antena y produjo momentos dramáticos ante el peligro de una caída. Pagano fue cesanteado en 2006 por resolución 3446 en el expediente 570118/06. El apartamiento por razones psiquiátricas duró once años, hasta 2017, en que fue reintegrado por Cambiemos. El dirigente social Luis D’Elía publicó una foto junto a Pagano ya que se trató de un militante de su corriente. Sin embargo, D’Elía contó que se convirtió en hombre del PRO en algún momento de su carrera policial.

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Psicóloga

También en Puente 12 arengaba a los presentes la teniente Mara Guardo. Lo particular es que tenía un estilo políticamente agresivo: «que vengan La Cámpora y D’Elía. Acá estamos». Guardo sí es policía y lleva 18 años en la fuerza. En sus redes sociales es sencillo ubicarla como impulsora de cacerolazos.

En las entrevistas hizo foco en la situación emocional que enfrentan los policías: «Tenemos muchos compañeros que se suicidan, hace falta asistencia psicológica», le dijo por ejemplo al diario La Nación. Guardo es psicóloga y tiene su consultorio particular donde atiende uniformados. A veces suele presentarse como hacedora de registros Arkasicos, que es una especie de sanación guaraní. Ella sostiene que tiene poderes de mentalista.

 

Olivos

En la grave operación sobre la Quinta Presidencial, la voz cantante la tuvo el capitán Sandro Adrián Amaya, que fue desafectado de la Bonaerense el 2 de mayo de 2019. Anteriormente, Amaya apareció imputado en una causa vinculada con drogas, pero en 2019 la sanción vino por una declaración que hizo en medios de Vicente López «afectando gravemente la disciplina». El auditor de la Bonaerense dictaminó que debía ser desafectado y esa fue la decisión que tomó el por entonces ministro Cristian Ritondo.

En todo caso se trató de otro «vocero» del conflicto que no está activo en la fuerza. Lo más serio es que apareció a la cabeza del hecho de mayor gravedad: rodear la quinta de Olivos. En concreto significó una extorsión a un presidente elegido democráticamente y que, por otra parte, no era el responsable de dar respuesta al conflicto.

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El más serio de los problemas fue que a lo largo de los tres días de ruptura de la disciplina voceros de esta naturaleza se arrogaban la representación de los efectivos en actividad, los más afectados por los bajos salarios y las condiciones del servicio. Amaya hasta se dio el lujo de rechazar la invitación del presidente Alberto Fernández para que designaran a ocho «delegados» que entraran a la Quinta a conversar. «Si no hay cámaras no entro. Que salga él», gritó, como si fuera un líder del movimiento.

La realidad es que personajes de este estilo, por lo general alineados con Cambiemos, se pusieron frente a los palos largos que hoy tienen un micrófono en la punta. Claro que siempre falseando –«no soy de ningún partido, soy apolítico»–, lo que no impidió que las vinculaciones aparecieran de inmediato. Mirando un poquito por debajo de la superficie, se ve con claridad que otra vez apareció en la cancha la coalición política-mediática opositora dispuesta a aprovechar cualquier oportunidad, traspasar cualquier límite y jugar cartas desestabilizadoras o de desgaste. Aunque eso se traduzca en quiebres de la institucionalidad y aunque en la jugada terminen apareciendo voceros que tienen una camiseta amarilla puesta, y que no representan a nadie.

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