La socióloga postula que el feminismo tuvo en Neuquén un desarrollo propio y no es repercusión del porteño.

La socióloga postula que el feminismo tuvo en Neuquén un desarrollo propio y no es repercusión del porteño.

La socióloga Julia Burton analiza en «Desbordar el silencio, tejer complejidades» las acciones elaboradas por el movimiento feminista neuquino en los últimos años en la lucha por el derecho al aborto y traza un itinerario de articulación de demandas que permiten comprender y complejizar la mirada sobre el debate que llegó al Congreso en el 2018.

Editado por la editorial Tren en movimiento, el libro hace foco en la conformación y trabajo de dos organizaciones, La Revuelta y Sin cautivas, para dar cuenta de redes de construcción política que transformaron sentidos y abordajes a la hora de ocupar el espacio público.

«En este momento el movimiento feminista y el activismo feminista están protagonizando gran parte de las luchas por la transformación social. Las nuevas formas de organización y de pensar lo político y la política para ampliar los margenes y los límites del pensamiento siempre son desafíos que están presentes y acompañan el desarrollo del movimiento», explica Burton en diálogo con Télam.

-Télam: En el prólogo de Ruth Zurbriggen hay un epígrafe de Sara Ahmed que dice que «una vida feminista es cómo entramos en contacto con las cosas. Y con cuánto asombro». ¿Cómo llegaste vos al feminismo?

-Julia Burton: Un poco por casualidad y por ciertas inquietudes pero también por los Encuentros Nacionales de Mujeres. A partir de ahí, escuchando a otras con más trayectorias y leyendo lo que escriben otras fui haciendo un camino. Es transformador el contacto con otras y habilitar ciertas preguntas que nos transforman los modos de ver, de pensar y las formas en las que queremos vivir nuestras vidas.

-T: ¿Cómo caracterizarías la organización de demandas y acciones en torno al feminismo en Neuquén?

-JB.: Al hacer la investigación, en la búsqueda bibliográfica la mayoría de los trabajos sobre militancia feminista en Argentina estaban situados en Buenos Aires. Hay cierta tendencia a pensar que lo que sucede en otras ciudades del país es una repercusión de lo que pasa en Buenos Aires y lo que intento mostrar es que en Neuquén hay un entramado político, histórico y social singular que hace que la militancia feminista también lo sea, como lo es cualquier activismo situado en su lugar de acuerdo a su contexto. Me interesaba situar qué se estaba analizando y dónde se estaba analizando. En ese sentido en la provincia hubo conflictos con cuestiones importantes, pienso en las huelgas en la represa del Chocón a principio de los 70, en la importancia de muchas protestas encabezadas por sindicatos municipales. Hay varios conflictos que sucedieron en la ciudad que hacen que la militancia feminista sea diferente porque las feministas no están por fuera de ese entramado. Muchas de las integrantes son docentes entonces hay una relación particular entre activismo feminista y sindicato docente.

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-T: Con respecto a La Revuelta, trazás los puentes que se tejieron con el gremio docente y de ahí la idea de «visita pedagógica». ¿Cómo se fusionaron esas identidades?

-JB.: Muchas de las activistas de La Revuelta, sobre todo las que la iniciaron, son docentes que ya tenían participación política sindical entonces ahí hay un primer vínculo entre el sindicato y la organización feminista. Otra de las cosas que intento mostrar en el libro es la forma en la que hacen política. Esto es: una política de alianzas con otros sectores del entramado de conflictividad social de Neuquén, donde está el sindicato docente o el sistema de salud, una dimensión más pedagógica y otra de apertura a los afectos. La visita pedagógica es un término que empezaron a usar en las acciones políticas después del fusilamiento de (Carlos) Fuentealba en 2007. Los escraches se nombraban de esa manera retomando ese concepto de la jerga docente porque se trataba de actividades con objetivo pedagógico pero fuera del ámbito escolar. A su vez, está vinculado a la justicia reparadora de estas acciones con otras y con otros en el espacio público que apuntan a generar algún tipo de justicia que repare lo que generó sufrimiento, dolor.

-T: ¿Cómo analizás el trabajo de estas organizaciones?

-JB.: Lo que vi a lo largo del trabajo es que Sin cautivas y La Revuelta, además de exigir la despenalización y legalización del aborto, apuntan a transformaciones culturales y a la legitimación del aborto. Por un lado, lo que tiene de fondo es poner en un mismo plano valorativo la decisión de maternar y la de no maternar y eso es un montón por todo lo que implica hoy el ideal de la maternidad. Por otro lado, apuntan con acciones como los acompañamientos socorristas, en el caso de La Revuelta, y la elaboración de un archivo de historia oral, por parte de Sin cautivas, a otras formas de referir al aborto que son desafiantes a las que hemos aprendido, como algo que acontece en soledad y da vergüenza. Aparecen en los relatos de las feministas cuestiones vinculadas a otros sentidos políticos respecto del aborto. Por ejemplo, como algo que genera alivio o que te permite barajar y dar de nuevo, también pactos con otras que desafían la idea de aborto en soledad o actos de rebeldía contra los mandatos que aún hoy persisten sobre los acuerdos de las mujeres y las otras personas con capacidad de gestar. La Revuelta es impulsora y parte de la red de socorristas. Esto también habla de la cuestión singular del feminismo en Neuquén y cómo esta red, que hoy tiene 60 colectivas en todo el país, no nació en Buenos Aires.

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-T: ¿Qué caracteriza a las nuevas generaciones que se asumen feministas?

-JB: Las generaciones más jóvenes aportan al movimiento una dinámica de vitalidad, innovación en las formas de intervenir políticamente en el espacio público para determinadas demandas que son muy interesantes. También creo que no hay que dejar de lado el diálogo entre generaciones, recuperar las genealogías y trayectorias de otras que fueron abriendo los caminos.

-T: ¿Cuáles son los desafíos actuales del feminismo?

-JB: En este momento el movimiento feminista y el activismo feminista está protagonizando gran parte de las luchas por la transformación social. Las nuevas formas de organización y de pensar lo político y la política para ampliar los margenes y los límites del pensamiento siempre son desafíos que están presentes y acompañan el desarrollo del mismo movimiento. En ese sentido me parece que es importante pensar en las formas de organizar y desarrollar redes de afectos, de cuidados que sean prácticas políticas posibles que habiliten nuevos modos para pensar y reflexionar que posibiliten nuevas maneras de crear mundos para construir otras formas de relaciones.

-T: ¿Cómo es tu vínculo actual con el movimiento?

-JB.: La investigación fue en el marco de un posgrado que se terminó en 2018 mientras estalló la discusión parlamentaria por la despenalización y legalización del aborto y si bien el libro no trabaja, ni analiza qué pasó en Neuquén en ese momento aporta para pensar los procesos previos que permitieron ese hecho. Hubo trayectoria y acumulación del movimiento feminista en distintos lugares del país que permiten que comprendamos más complejamente cómo se llegó a 2018. Por otro lado, vuelvo a cómo llegué al feminismo, que fue participando en los Encuentros y con las lecturas con otras feministas, hasta que empecé a ir a plenarias de Socorristas en Red y me sumé a la sistematización de datos. Hoy soy parte de una de las colectivas que integran Socorristas en Red.

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