Diego Dalmau Pereyra, el sucesor de Antonio “Jaime” Stiuso en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), está acusado en la causa de Lomas de Zamora de ser uno de los jefes de la organización que llevó adelante operaciones de espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri, pero para su indagatoria presentó un escrito donde dice que no recibió “órdenes constitutivas de delito alguno” ni tampoco las dio. También ataca a los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide, quienes al convocarlo a declarar como sospechosos dieron múltiples detalles sobre al menos ocho casos en los que Dalmau Pereyra habría tenido un papel clave en acciones en acciones de inteligencia ilegal con objetivos políticos. Hay diálogos muy elocuentes entre los espías donde se lo señala como una de las personas que movía los hilos y que era hilo conductor con la cúpula del organismo. Cuando declaró ante la Comisión Bicameral de Inteligencia del Congreso admitió que él conformó el grupo que comenzó a operar en un departamento en la calle Pilar1460, en Mataderos, y que en whatsapp se identificaba como “Super Mario Bros”.

Incardona y Eyherabide le atribuyen a Dalmau Pereyra un papel relevante en los espionajes a Graciela Camaño, su asesor Matías Arregger, Luis Barrionuevo, Hugo y Pablo Moyano, Cristina Fernández de Kirchner, la Comunidad Mapuche, el intendente Jorge Ferraresi, el exdiputado Nicolás Massot, el expresidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó y el cura Francisco “Paco” Olveira. Un punto llamativo del escrito de Dalmau reconoce que los fiscales le dieron “precisión a las acusaciones”, en un dictamen de 195 fojas donde, de hecho, describen todos los episodios en los que este espía habría participado. A la vez, los acusa, de “falta de objetividad” y de “desconocimiento de las tareas y funciones del personal de la AFI”. Su decisión de no responder preguntas, agrega, responde no está resuelto su planteo de nulidad sobre el secuestro de sus teléfonos y los de su cónyuge.

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Dalmau Pereyra tiene 54 años, estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires, también estuvo en el Ejército donde ingresó en 1986 y se recibió de subteniente. En 1997 se fue como oficial de inteligencia y luego ingresó a la Secretaria de Inteligencia. Estuvo en la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), lo echaron en 2000 y lo volvieron a convocar. Siguió dando clases hasta que en 2015 Silvia Majdalani lo propuso para el cargo de director Operacional de Contrainteligencia. En ese puesto estuvo desde comienzos del gobierno de Cambiemos, pero el 7 de junio de 2018 lo relevaron y lo mandaron a Chile, de donde regresó en mayo de este año.

Dalmau está suspendido a raíz de un sumario que dispuso la actual intervención de la AFI por no haber informado que viajaría a Paraguay, en 2016, a negociar la entrega del narco Ibar Pérez Corradi, involucrado en el triple crimen de General Rodríguez y el tráfico de efedrina, y de quien el macrismo esperaba que lanzara acusaciones contra Aníbal Fernández, que no concretó. Cuando declaró en la Bicameral, Dalmau Pereyra tuvo un cruce con miembros de la comisión porque intentó presentar ese viaje como un asunto meramente institucional, y le mostraron que había viajado con los abogados de Pérez Corradi. En aquella declaración también describió como tensa la relación con el exdirector de la AFI, Gustavo Arribas. Admitió la creación del grupo “Super Mario Bros” aunque luego sugirió responsabilidad de Alan Ruiz. Cuando fue indagado por primera vez tampoco contestó preguntas.

Los ejemplos

El dictamen de los fiscales que describen las imputaciones en su contra tiene algunos ejemplos gráficos sobre cómo habría quedado implicado Dalmau Pereyra dentro de la cadena de mando, muy cerca de la cúpula de la AFI y en cierto momento de Ruiz. Por ejemplo, señalan que los exagentes implicados en seguir a los Moyano, reportaban a él, y que eran seguimientos ilegales motivados por su “actividad política y sindical” y en ciertos casos hubo “acciones tendientes a perjudicar su posición” en causas judiciales.

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En otro caso muy gráfico, donde se describen los seguimientos a políticos de las propias filas de Cambiemos, como Massot y Monzó (a quienes llamaban “Madera y Llave”) es elocuente el diálogo donde entre los agentes avisan que hay una orden dejar de seguir a Monzó, y aluden a comentarios de Dalmau Pereyra. Cuando empieza a circular ese aviso al grupo de whatsapp, el exespía Leandro Araque envía un link de una nota de Clarín que explicaba las contra órdenes. El título era: “Macri vuelve a sumara Monzó y Frigerio a la mesa decisiones”. Esta fue la conclusión de los fiscales: “Silvia Majdalani les ordenó a Diego Dalmau Pereyra y a Alan Ruiz que reúnan información sobre Emilio Monzó, con la finalidad de indagar sobre sus inclinaciones políticas y frente a la posibilidad de que el nombrado se aleje de las filas del partido gobernante en aquél momento”. Eso sería una clara situación de espionaje político. Dalmau, todo indica, conocía a Susana Martinengo, la exdirectora de documentación de la Casa Rosada, a quien le llegaban algunos informes, de la mano de Araque y Jorge el Turco Sáez. El exjefe de Contrainteligencia aparece ligado a ellos en el espionaje a la comunidad mapuche. 

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