El Movimiento Popular La Dignidad presentó 8 productos esenciales

Harina de empresas recuperadas, aceite y polenta de agricultores federados, tomates mendocinos, calditos, fideos, yerba y verduras agroecológicas fueron exhibidos en una acción de marketing pensada desde la militancia social:  productores de la economía popular dispuestos a venderle alimentos al estado para la asistencia en la pandemia.
El Movimiento Popular La Dignidad presentó en la Plaza del Congreso un bolsón de alimentos cooperativos. Harina de empresas recuperadas, aceite y polenta de agricultores federados, tomates mendocinos, calditos, fideos, yerba y verduras agroecológicas fueron exhibidos en una acción de marketing pensada desde la militancia social. La organización buscó poner a la vista que hay productores de la economía popular dispuestos a venderle alimentos al estado para la asistencia en la pandemia. Y a mejores precios, sostienen, que los bolseros que en estos días dejan incompletas las licitaciones de Desarrollo Social.La propuesta es un paquete de ocho productos esenciales, cooperativos. Para que la campaña de promoción tenga continuidad en el tiempo, el MP La Dignidad va a armar 5 mil bolsones por mes, durante tres meses, y a repartirlos a jubilados en los barrios y hoteles porteños a los que llega con su trabajo territorial. El movimiento tiene una comercializadora alternativa, llamada Buen Vivir, que lo costeará con sus recursos.

Estos bolsones pueden ser una opción para la compra de alimentos por parte del Estado, y también una solución, porque tiene precios más bajos y le dan a las cooperativas la posibilidad de crecer”, señaló José Gazpio, uno de los organizadores de la iniciativa.

Los productos de la economía popular tienen un cuello de botella en la comercialización, y esta dificultad se agravó en la pandemia por la suspensión de las ferias y mercados que habitualmente motorizan su venta. La ley de góndolas, que el Congreso sancionó en febrero pasado, dispuso que los supermercados les hagan un espacio, pero su cumplimiento viene siendo muy escaso.

Una investigación difundida esta semana por el Observatorio del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento advierte que ”los trabajadores ‘sin patrón’, desde cooperativistas a integrantes de la economía popular, se encuentran entre los más afectados” por la crisis generada por la pandemia, “porque ya formaban parte de un sector muy golpeado en los cuatro años de gobierno de la Alianza Cambiemos”.

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El análisis, realizado por Susana Hintze y María Victoria Deux Marzi, valora las medidas tomadas desde el estado para disminuir los efectos de la drástica reducción de los ingresos sufrida por los trabajadores. La pandemia, remarcan las investigadoras, “puso blanco sobre negro una realidad que aún incomoda al pensamiento neoliberal: en épocas de crisis es el Estado, no el mercado, donde se procesan las respuestas que ayudan a seguir viviendo”.

Pero también señala que “los trabajadorxs asociativxs autogestionadxs han sido limitadamente incluidos en el radar de estrategias nacionales para paliar la crisis”. Entre las medidas que podrían mejorar la situación del sector, las autoras destacan la posibilidad abierta con la incorporación de cooperativas y mutuales al Sistema de Información de Proveedores (SIPRO) para que sean contempladas en las licitaciones públicas del Estado Nacional para adquisición de bienes y servicios.

Los alimentos del bolsón son elaborados por pequeños y medianos productores cooperativos. La harina, por ejemplo, es Sicsa, un histórico molino de la localidad de Saladillo que cerró en 1997 y fue reabierto por sus trabajadores en 2002. Una empresa recuperada de Berazategui produce calditos. La polenta, los fideos y el aceite son elaborados por Agricultores Federados Argentinos, que pertenecen a la Federación Agraria. De la Unión de Trabajadores de la Tierra hay yerba y verduras agroecológicas. La botella de tomates es de productores cooperativos mendocinos. Buscando cómo sumarle algo de valor agregado, el MP La Dignidad pica las verduras y las embolsa en paquetes de un kilo, a la manera de las bandejas listas para sopa de las verdulerías.

Estos bolsones se hacen a una escala pequeña, son solamente cinco mil; sin embargo, en el Buen Vivir apuntan que la escala puede ser aumentada si tienen demandan. Lo consideran, sobre todo, un tema de planificación.

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El compre del estado a la economía popular viene siendo encarado por algunos municipios del conurbano. En San Martín, por ejemplo, la experiencia lleva varios años. Los alimentos cooperativos lograron también hace poco llegar a los comedores escolares de la intendencia de Ensenada, en una experiencia que busca replicarse en otros partidos.

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