Habría decisión tomada, pero aún se desconoce la magnitud y la fecha de su aplicación

La industria reclama por «un retraso» del 12 al 16%, según la fuente. En el gobierno analizan como variantes una suba moderada del 3 al 4%, u otra más cercana al reclamo, del 8%. 
Desde que, a mediados de esta semana, el presidente Alberto Fernández admitió en un reportaje que «hay algun problema con el tema de las naftas, lo estamos hablando con YPF», luego corroborado por Guillermo NIelsen, presidente de la petrolera, que advirtió que «los precios de los combustibles están retrasados», quedó instalado en los ámbitos político y económico que un aumento en los precios al surtidor está al caer. También se le puso números al «retraso» de precios: unos hablan del 16% (la inflación acumulada desde la fecha del último aumento, en los primeros días de diciembre), aunque algunos cálculos técnicos ubican el «desfasaje» en el 12%. Lo que todos descuentan es que el aumento que autorice el gobierno, cuando ocurra, será inferior a esas cifras. También hay, al menos, dos hipótesis con respecto a la fecha del eventual aumento. Unos dicen que será antes del martes próximo, cuando YPF deba hacer la presentación de los resultados (con pérdidas) del primer semestre ante sus accionistas. Otros integrantes del sector de la oferta dicen, en cambio, que habrá que resignarse a que «no vaya a haber novedades durante agosto, y los aumentos recién se apliquen a partir de septiembre y en una magnitud de no más del 3 al 4 por ciento».En el sector petrolero, todos hacen cuentas y acumulan argumentos a favor de una suba del precio. «La cotización internacional del petróleo ya pasó los 45 dólares por barril, es una situación muy distinta a la de diciembre pasado, cuando se otorgó el último ajuste a los combustibles», señaló una fuente de la industria. Ese aumento lo dio Mauricio Macri una semana antes de entregar el gobierno. Incluido ese aumento, los precios en surtidor tuvieron un incremento del 42% a lo largo de 2019, casi 12 puntos por debajo de la variación del índice de precios al consumidor en el mismo período. Mucho mayor es la diferencia con la devaluación. Postales del año que vivimos en recesión.

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Desde entonces, el aumento promedio de los precios minoristas fue del 2 por ciento mensual. Además, en abril de este año el gobierno nacional dispuso un  incremento del impuesto a la transferencia de combustibles, que según los refinadores hubiera tenido una incidencia de 5 puntos sobre el precio final, pero en vez de trasladarlo fue absorbido por las petroleras.

Las mayores firmas refinadoras de petróleo están integradas verticalmente, desde el pozo al surtidor. Los expendedores son los que más sufren el congelamiento, más aun porque se trata de una etapa de dura caída en la demanda de combustibles. Las ventas en estaciones de servicio se recuperaron en junio-julio con respecto a la brusca caída de abril y mayo. Pero aun así apenas alcanzan niveles de ventas del 55 al 60% de lo que se consideraba un volumen «normal» de demanda. Incluso cuando se produzca la apertura plena, estiman que seguirán por lo menos un 20% por debajo del despacho normal.

Esta vez, en lugar de presentar un reclamo institucional ante el gobierno, las petroleras optaron por delegar la gestión en la conducción de YPF. Guillermo Nielsen, presidente del Directorio, se ocupó de divulgar la demanda sectorial hasta sobreactuando el peligro de desabastecimiento. «Los precios están atrasados, el plan de inversiones en producción se financia con el downstream (refinación y comercialización) y si no podemos invertir, terminamos importando petróleo y gas (…); hay algo peor que la nafta cara, y es que no haya nafta», disparó. 

Sergio Affronti, director ejecutivo de YPF, tenía agendada para este jueves una reunión con Martín Guzmán, ministro de Economía, a quien el presidente de la Nación le pidió analizar el tema. Casi a último momento, la reunión se suspendió.

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El difícil equilibrio que busca el gobierno entre garantizar que se mantenga la actividad y no provocar un impacto sensible en los precios de la economía con el aumento de uno de sus insumos más difundidos, deberán tener una definición en las próximas horas. Los que se inclinan por una suba moderada, del 3 ó 3,5%, ahora o a partir del 1° de septiembre, disputan en argumentos con los que buscan conformar en mayor medida a las petroleras, no con el aumento que reclaman (12 a 16%) pero sí con algo que se le acerque (7 u 8%). Entre esa maraña de cifras, surgirá muy pronto la respuesta.

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