Tensionados por las importaciones

La mesa de negociación del bloque registra fuertes debates por la intención de Brasil de bajar aranceles a productos de extrazona.
La mesa de negociación del Mercosur es un foco de conflicto político entre el gobierno de Argentina y los otros socios, especialmente Brasil. En paralelo a la negociación para alcanzar el libre comercio con Corea del Sur, mesa que ya no cuenta con la presencia argentina luego de la decisión nacional de retirarse de aquel cónclave, el gobierno de Jair Bolsonaro quiere avanzar con la rebaja generalizada en el arancel externo común del Mercosur, que es la principal herramienta del bloque regional para defender su producción y empleo frente a las importaciones.Adicionalmente, Brasil reclama a la Argentina por la demora en la aprobación de las licencias no automáticas de importación (LNA), una queja que los importadores locales levantan a viva voz. En Casa Rosada responden que hay problemas en un 10 por ciento de las licencias vinculadas a bienes finales. Argumentan que encuentran pedidos de importación sobredimensionados para aprovechar la brecha cambiaria entre el dólar de comercio exterior y la cotización paralela. Los importadores aseguran que hay pedidos demoran más de 60 días.

Aranceles

“Es una locura querer reducir a la mitad el arancel externo promedio en un contexto global de fuerte retracción del comercio, lo cual implica la presencia de enormes saldos exportables de los países que nos venden, junto a una situación local de fuerte pérdida de empleo industrial que es indispensable frenar”, comentan fuentes oficiales.

En las antípodas de esa postura está el gobierno de Bolsonaro, que busca avanzar en una apertura comercial, por eso propone reducir a la mitad el arancel externo común (AEC) del Mercosur. El AEC tiene un promedio del 14 por ciento para todo el universo arancelario, aunque en determinadas franjas de importación llega al 35 por ciento.

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En una línea similar a Brasil están Uruguay y Paraguay, que históricamente tienen una posición aperturista que se explica por el escaso entramado industrial con el que cuentan, lo cual hace que tengan poco para perder si hay un fuerte ingreso de manufacturas importadas.

La tensión no sólo está presente entre el gobierno nacional y los socios regionales sino también en la propia mesa argentina, ya que la Cancillería da muchas veces el visto bueno para que en la agenda se traten los temas de apertura comercial. Sobre esos temas, desde el Desarrollo Productivo tienen una mirada intransigente no sólo a raíz de la defensa de la administración del comercio en esta coyuntura sino también desde el punto de vista de la técnica negociadora, ya que sostienen que es inconcebible bajar aranceles antes de encarar negociaciones de apertura con Singapur e India, que también están en la agenda del Mercosur.

Licencias de importación

En paralelo al reclamo por la rebaja de aranceles, Brasil presiona al gobierno nacional por el tema de las licencias no automáticas de importación (LNA). La respuesta argentina es que «el 90 por ciento de las licencias se están aprobando». 

La administración del comercio exterior prioriza el ingreso de insumos y bienes de capital mientras que en bienes finales el proceso es más difícil. «La economía está destruida y hay empresas que quieren importar el doble de lo que pedían el año pasado. Hay situaciones en donde parecen querer aprovechar la brecha cambiaria», dicen en despachos oficiales. En Desarrollo Productivo hay un amplio grupo de funcionarios dedicados al seguimiento de los planes de importación que las empresas relacionadas al comercio exterior presentaron a comienzos de año.

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El tema de las licencias también desata tensión en el frente interno, ya que desde la Cámara de Importadores (CIRA) aseguran que «hay más de 1.000 licencias no automáticas que están retrasadas. Esto incumple lo establecido por la normativa internacional. En algunos casos presentan demoras que superan largamente los 60 días». Además de las trabas comerciales, el sector enfrenta problemas para el acceso a las divisas, que se encuadran en un contexto de fragilidad en las reservas del Banco Central.

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