Las medidas que relajaron el aislamiento dispararon los contagios

“Los brotes en las provincias se iniciaron a partir de la migración interna, la circulación por conglomerados y luego pasó a ser de carácter comunitaria”, advirtió Carla Vizzotti, Secretaría de Acceso a la Salud. Aunque desde el comienzo de la pandemia el foco del conflicto se presentaba en el AMBA, son muchas las provincias que, a partir de las flexibilizaciones a sus cuarentenas, en el último tiempo han experimentado un incremento acelerado de casos. Lejos quedó aquella postal en que buena parte del territorio nacional había conseguido frenar al coronavirus. Hoy la realidad es otra y alcanza con una cuenta sencilla. En el país, la cantidad de muertes se duplican cada 24 días, por ello, si hipotéticamente no hubiera ninguna modificación para Navidad habrá 192 mil fallecidos. La semana pasada, Jujuy se reveló como el caso más procupante, pero también es muy delicada la situación en Tierra del Fuego, Santa Cruz y Río Negro. Las ciudades de Córdoba y Rosario también están en alerta.

“Desde hace más de un mes que venimos diciendo que la gran cantidad de casos en el AMBA no era un problema solo del AMBA, porque generaba inestabilidad en las zonas en las que se había logrado no tener casos. Fue lo que comenzó a ocurrir, al relajar las actividades se produjo una mayor circulación de la gente. Las personas de las provincias viajaban a Buenos Aires y sin tener conciencia de los cuidados necesarios retornaban a sus hogares, se reunían con amigos y, aunque estaban asintomáticas, contagiaban”, señala Jorge Aliaga, físico y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Con el coronavirus, vale recordar, las personas asintomáticas pueden contagiar a otras durante dos o tres días y recién al cuarto manifestar las primeras dolencias.

“La mayoría de las provincias venían muy bien porque estaban monitoreadas, había escasa movilidad y, a medida que se fueron habilitando actividades y reuniones, iniciaron los descuidos. Muchas personas se relajaron”, plantea Soledad Retamar, docente investigadora de la UTN Regional Concepción del Uruguay. Y luego ofrece algunos ejemplos para tomar dimensión acerca de cómo se transformó la situación. “Córdoba, por ejemplo, es uno de los casos que venía muy bien controlado y hacia mediados de julio comenzó a elevarse de forma exponencial la cantidad de infectados diarios que vienen notificando. Hoy andan con un promedio de 120 por día, cuando hace un mes tenían entre nueve y diez. En tan solo un mes decuplicaron las cifras. Los brotes en Río Negro, según se cree, se produjeron a partir de asados que se realizaron en días previos; Salta pasó de tener dos casos diarios hace un mes a 30 en cada jornada; Santa Cruz lo mismo, hacia fines de julio tenían uno o dos y ahora llegaron a 30”, describe. A todos ellos se puede sumar Santa Fe que en abril constituía un ejemplo–contaba con un promedio por debajo de los 30 por día– y en el presente se halla en 80-100.

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Tierra del Fuego experimentó su primer gran brote en marzo por los barcos que llegaban del exterior. En ese momento, por la enorme afluencia de importados, contaban con una tasa de contagios por habitantes más alta que CABA. “Luego de un primer momento traumático lo eliminaron, de hecho, estuvieron casi un mes sin casos. Ahora hay un brote considerable en Río Grande. Lo que a menudo pienso es que si estás sin casos y flexibilizás el trabajo interno no debería ocurrir nada; el peligro es que ingrese gente de aquellos lugares desde los cuales podría venir infectada”, destaca Aliaga. Hoy el promedio de la provincia más austral oscila entre 50-60 por día. Desde aquí, como su población es de las menos numerosas, se convierte en una de las que detentan una mayor incidencia. En la tabla que mide cantidad de casos sobre población, luego de CABA y Buenos Aires se encuentran Tierra del Fuego, Jujuy y Río Negro. En Santa Cruz, por ejemplo, el índice de positividad es del 40%, ello implica que un alto porcentaje (4 de cada 10) de los individuos que se realizan el diagnóstico tienen al virus en su organismo y deben aislarse para evitar la propagación.

Estrategias diferenciales

El coronavirus requiere de una estrategia sanitaria de escala nacional porque el virus no conoce de fronteras, de modo que aunque haya focos o epicentros, el patógeno se despliega sin distinción de ningún tipo. En este sentido, ¿cómo evitar que ingrese el Sars CoV-2 en las diferentes jurisdicciones? “Los transportistas que llegaban a San Luis dejaban los camiones en la entrada de la provincia. Lo ingresaba alguien que estaba dentro, mientras tanto el que llegaba debía realizar dos semanas de cuarentena. El problema radicaba en que muchos de los camioneros que se cuidaban y no se sentían enfermos reclamaban porque los dejaban dos semanas colgados sin trabajo”, cuenta Aliaga.

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El relato enseña que nada es trivial, por el contrario, cada movimiento debe estar bien calibrado porque cuando parece que una situación puede solucionarse se descalabra del otro lado.No existen fórmulas mágicas. En esta línea, aunque Argentina tenga la posibilidad de tomar lo mejor de las experiencias de otras naciones en las que el virus se diseminó primero, los planes se deben ajustar a los contextos. Desde este lugar, advierte Aliaga: “Quieren comprar la solución coreana o china pero sin utilizar su técnica de rastreo de contactos (en base a tecnologías de reconocimiento facial) porque se viola la privacidad. Al mismo tiempo, quieren la libertad de Suecia pero no su curva. No es posible quedarse con lo mejor de cada cosa porque hay que tener en cuenta los escenarios particulares de cada nación. Algo hay que sacrificar”.

La opción de que cada provincia libre de covid-19 cierre sus fronteras es una carta que se barajó pero que, rápidamente, se descartó. ¿Por qué? Porque ninguna jurisdicción tiene la chance de manufacturar todos los bienes esenciales sin recurrir a otras provincias para completar el circuito productivo. “No todas producen nafta o leche, la dependencia es tal que todas necesitan de todas, especialmente de Buenos Aires. No creo, honestamente, que todo el territorio cuente con estaciones de producción y empaquetamiento de leche propia. La autonomía total es muy difícil de conseguir. Es mucha la logística que siempre se movió de una manera determinada y no se puede cortar así como así”, explica Aliaga.

La dependencia respecto de Buenos Aires es también enfatizada por Retamar: “Desde camioneros que viajan a transportar mercadería hasta personas que deben consultar un médico cuya especialidad solo está en CABA. Cuando regresan organizan asados, juntadas, eventos y explota todo”, relata. Como se habían flexibilizado las restricciones, la vida social recuperó su marcha y las poblaciones del interior del país desatendieron la pauta de la “nueva normalidad” y realizan sus encuentros como si nada hubiera ocurrido en el medio.

Una de las principales causas de la propagación del virus, además de los transportes públicos, lo constituyen los eventos sociales. Y ésta no representa una característica privativa de Argentina sino que se destaca como rasgo en todo el globo: en aquellos lugares en los que iniciaron la reapertura, el aspecto que más debieron controlar fue el de las aglomeraciones. De hecho, a causa de que la situación se estaba desmadrando es que el Poder Ejecutivo Nacional suspendió por DNU las reuniones sociales por 15 días. “No hemos aprendido a convivir con la realidad que nos toca. Hay protocolos y recomendaciones para las reuniones pero nadie respeta demasiado, nos hemos relajado bastante. Hace un mes veíamos que había provincias que se pasaban semanas enteras sin reportar casos pero en la actualidad, todas reportan. Esto es muy dinámico, el coronavirus llegó a todo el país”, concluye Retamar.

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La semana pasada el gobernador Gerardo Morales admitió que una parte del sistema de salud público de Jujuy “estaba colapsado” y solicitó el auxilio de las obras sociales y las organizaciones de la sociedad civil para enfrentar la pandemia, que en la provincia parece haberse desmadrado. El Ejecutivo provincial había dispuesto hacia finales del mes pasado el retorno a la Fase 1, pero la medida no dio sus frutos. Al 26 de julio sumaba un total de 44 muertes y 1452 casos, lo que muestra que las cifras en ambos casos se duplican cada 12 días, porque en la actualidad se han superado las 88 muertes y los 3 mil contagios. Faltan recursos de bioseguridad para el profesional de salud y los hospitales de campaña no tienen los materiales necesarios.

“Como los hospitales están abarrotados, la gente elige quedarse en sus casas porque no hay lugar para atenderse. No se informan los números de contagios y muertes. Sabemos que se están cavando fosas en sitios que no son adecuados y que en los cementerios están bloqueando los accesos de los cuerpos porque deben hacerse los análisis previos para chequear si fueron por la covid y nadie los hace”, señalaba Emanuel Palmieri, diputado provincial por el Frente de Todos, en una nota reciente con este diario.

Los enfermeros y los policías constituyen los grupos que están en la primera línea de combate de la enfermedad y, en efecto, son los más perjudicados. De hecho, los hospitales de la región han solicitado la ayuda de intensivistas y otros especialistas para que se trasladen y puedan colaborar en un escenario preocupante.

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