Como una pausa en la saga de novelas negras situadas en el pequeño pueblo pesquero de Fjällbacka que la convirtieron en un fenómeno de ventas, la escritora sueca Camila Lackberg presenta ahora «Mujeres que no perdonan», una novela sobre mujeres maltratadas que se planta en la agenda feminista para explorar una sororidad radical donde tienen cabida la venganza y el crimen: «¡Amo la venganza! Por supuesto, nunca la he llevado tan lejos como mis personajes, porque no soy agresiva», dice la narradora.

La llaman la «Agatha Christie sueca» o la «reina del nordic noir», dos etiquetas que no escapan a la arbitrariedad que tiñe estas categorías impuestas por el marketing pero ayudan a calibrar la popularidad que ha ganado con sus novelas policiales ambientadas en Fjällbacka, la región costera en la que nació y creció, una suerte de Macondo sórdido donde el crimen y la violencia enrarecen la leyenda de sociedad modélica que atraviesa la región escandinava.

Desde su debut en 2003 con «La princesa de hielo», Läckberg (1974) ha venido acumulando lectores fervorosos que celebran novelas como «Las hijas del frío», «La bruja» o «Una jaula de oro» y también la siguen a través de sus redes sociales, donde es muy activa y suma más de 350 mil seguidores, muchos de ellos conquistados a partir de su participación en un «talent show» sueco titulado «Mira quién baila», donde llegó al cuarto puesto.

«Formo parte de una nueva generación de escritores que no encajan en el arquetipo del solitario encerrado en una habitación para escribir. En mi caso, puedo disfrutar de estar tranquila en casa pero también participando en un reality. Y me encantan las redes, donde puedo dialogar con mis lectores», cuenta a Télam desde su confinamiento en la helada Suecia.

Como su compatriota Henning Mankell, la narradora construye historias en las que el frío y las escasas horas de luz natural son tan desequilibrantes que se vuelven el escenario natural para los horrendos crímenes que debe dilucidar el inspector Patrik Hedström, uno de los personajes que junto al de la escritora Erica Falck forman el elenco estable que sostiene la saga de «Los crímenes de Fjälbacka», donde se concentra el grueso de los 26 millones de ejemplares que lleva vendidos.

Por estos días, Lackberg vuelve a la escena con una novela que a diferencia de las anteriores no arranca con un asesinato o una pesquisa tras las huella de un presunto asesino sino con la historia de tres mujeres que atraviesan distintas fases de maltrato y desprecio en sus relaciones de pareja. Otra vez para desmentir el mito ejemplificador de una Suecia de avanzada, pero ahora en cuestiones de género.

En «Mujeres que no perdonan» (Planeta),  la escritora se planta en la agenda feminista con una trama que se sumerge en la naturalización del abuso y el acoso sexual a las mujeres en el ámbito laboral desde una perspectiva no exenta de contraste: Ingrid, Victoria y Birgitta, las tres protagonistas de la novela, tejen una alianza cómplice que estaría alcanzada en la noción contemporánea de «sororidad», pese a que el móvil del encuentro es tan atávico como la venganza.

– Télam: ¿Cuáles fueron las motivaciones para escribir «Mujeres que no perdonan», una novela que se aleja por completo de su serie sobre Fjällbacka?
-Camila Lackberg: Fue inspirador y refrescante salir de mi zona de confort para escribir esta novela sobre tres mujeres vengativas. Y quería escribir sobre la amistad y la hermandad femeninas, no de una forma agradable y complaciente, sino de manera más desafiante e inquietante, como algo que rompe las normas. ¡Poder femenino pero en una versión más madura y peligrosa!

– T: ¿Los planteos de estas mujeres habrían sonado antojadizos o incomprensibles hace diez años, cuando todavía no había aparecido en escena el movimiento #MeeToo?
– CL: Espero que hayamos cambiado nuestros puntos de vista sobre la igualdad y creo que el movimiento #MeToo fue una gran parte de eso. Suecia pertenece a una sociedad bastante igualitaria, pero no totalmente. Algunos hombres extrañan los viejos tiempos, cuando las mujeres eran sumisas, y no pueden aceptar que las suecas tengan hoy capacidad para elegir no estar con ellos.

– T: La novela tiene una atmósfera casi teatral y se centra en unos pocos personajes con un sesgo coincidente: las mujeres sufren la indiferencia, el desprecio o la violencia en el interior de sus casas y los hombres aparecen como los responsables de este padecimiento ¿Por qué todos los hombres aparecen tan mal parados en el libro? ¿Plantear esos roles estereotipados tiene alguna función en la literatura?
– CL: Los personajes de mis libros llevan las cosas bastante lejos y juegan con algunos estereotipos. Para mí es una forma de retratar las estructuras inherentes a la sociedad en la que vivimos, donde los hombres pueden hacer lo que quieren y las mujeres obedecen mansamente. Quiero llegar a lo que hay detrás de estas estructuras y, en la ficción, llevarlo al extremo puede ayudar a hacer esa revelación.

– T: La historia de «Mujeres que no perdonan» retoma las reivindicaciones que instalaron los nuevos feminismos. Sin embargo, las protagonistas de la novela no buscan solamente una reparación sino que persiguen algo tan antiguo como la venganza ¿La idea de venganza representa al feminismo más radicalizado?
-CL:  No diría que la venganza en sí misma representa el feminismo radical: todos pueden vengarse. En el caso de mis tres heroínas, quería que sintieran la satisfacción de llegar a una especie de catarsis que también las uniría.

-T: ¿Pero la venganza tiene un sentido reparador? ¿Cómo cree que lidian las personas ordinarias con el deseo de matar a quién les han provocado sufrimiento?
-CL:¡Amo la venganza! Por supuesto, nunca la he llevado tan lejos como mis personajes, porque no soy agresiva. Puedo decir que hay un hombre por ahí que definitivamente recibió un golpe en su autoestima después de que terminé con él. Realmente bien merecido, lo juro. Pero soy más una estratega, tramando acciones de venganza avanzadas sin ejecutarlas nunca. Es una cuestión de poder y recuperar el control. Me satisface más pensar en la venganza que ejercerla.

Formo parte de una nueva generación de escritores que no encajan en el arquetipo del solitario encerrado en una habitación para escribir. En mi caso, puedo disfrutar de estar tranquila en casa pero también participando en un reality

Camila Lackberg

– T: -¿Cómo te  posicionás moralmente frente a los personajes de sus novelas?
-CL: Personalmente, nunca cometería un crimen. Por lo tanto, moralmente creo que estoy por delante de mis personajes. Pero siempre trato de acercarme lo más posible a ellos cuando escribo, incluso cuando van por caminos muy oscuros, es importante estar presente. ¿De qué otra forma podría esperar que mis lectores se involucren en los personajes?

– T: Dentro de la novela policial, a menudo es menos importante descubrir al asesino que dilucidar las razones detrás de un crimen, especialmente aquellas relacionadas con un origen colectivo sobre uno individual  ¿Los crímenes cometidos contra la violencia machista son crímenes destinados a castigar a una sociedad que avala esas prácticas?
– CL: Mis libros no están destinados a castigar a nadie, sino a ser entretenidos. Pero, por supuesto, me encantaría que este libro también sea estimulante. Si ayuda a las personas a ver las estructuras que hemos construido en la sociedad con mayor claridad, sería genial. Creo que reconocer un problema para que podamos tratarlo es la única forma en que podemos avanzar.

– T: La novela policial siempre ha sido un territorio masculino, no solo por sus temas sino también por los autores que la frecuentan. ¿Hasta qué punto sus novelas han torcido parte del sesgo atribuido al género? ¿Escribir una novela policíaca es un gesto de empoderamiento?
-CL: Con la novela quería jugar con los roles de género y permitir a mis protagonistas femeninas las mismas «libertades» que sus homólogos masculinos han tenido a menudo en la literatura. Entonces, sí, es enriquecedor escribir eso en mis libros, pero no diría que el género del crimen específicamente lo haya hecho así. Suecia ha tenido una gran tradición de maravillosas escritoras de crímenes femeninos durante varias décadas y estoy orgullosa de ser una de ellas. Por otro lado, me resulta liberador escribir historias de suspenso que te dan la libertad de soñar crímenes perfectos sin causar víctimas reales.

-T: ¿Cómo afrontás la incertidumbre desatada por la pandemia? ¿Han cambiado sus hábitos durante este tiempo? ¿Los sentimientos desencadenados por esta situación son beneficiosos para la escritura o, por el contrario, paralizan la inspiración?
-CL: Confío en el gobierno sueco y sus decisiones. Seguí, y sigo, las restricciones y recomendaciones que proporciona el estado y estoy agradecida de que podamos mantener nuestra sociedad abierta durante esta pandemia. Mi propia vida no cambió mucho, ya que estoy en casa escribiendo en pijama la mayor parte del tiempo de todos modos.

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