A pesar del aislamiento, el Programa Puente de Libros logró transformar el proyecto de trabajo de promoción de lectura para madres e hijos en el penal de Güemes,a 40 kilómetros de la ciudad de Salta, para no tener que  suspenderlo.

La iniciativa comenzó a fines de 2019 y buscaba promover la lectura y a la vez afianzar los lazos entre las detenidas y sus hijos de hasta cinco años, que, a veces nacen en el penal y luego  pasan sus primeros años de vida allí, pero tienen que irse cuando crecen y pueden pasar años lejos de su madre hasta que ella termine de cumplir la condena.

El proyecto se llama “La voz propia y heredada” y comenzó con la donación de 60 libros infantiles y juveniles para que las mujeres recluidas pudiesen leer, y leerles a sus hijos. Una segunda instancia consistirá en que les graben a los chicos esos cuentos u otros propios de sus tradiciones, canciones y nanas, para que ellos tengan la voz de su madre cuando tengan que irse del penal. También habrá un libro ilustrado con las historias que unen a las mamás y los nenes.

“Ganamos una Bienal de la Fundación Navarro Viola para proyectos de primera infancia y de adultos mayores. Empezamos a capacitar a voluntarias salteñas para que pudiesen trabajar allá, y también al personal de la cárcel y llegó la pandemia”, cuenta la escritora Maro Vidal Varela, gestora del programa.

Pero describe la reconversión: “Ahora son las guardiacárceles quienes llevan adelante las lecturas y las charlas. Les mandamos videos diciendo lo que queremos que hagan hasta que podamos volver a hacerlo presencial. Creemos que este libro y estas reuniones pueden ser un lugar fundante desde el afecto, una recuperación de cierto acervo cultural y un vínculo madre-hijo hasta que se vuelvan a encontrar”.

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«El secreto de que podamos seguir funcionando está en el equipo de trabajo, las voluntarias de Salta, que se sumaron al proyecto desde que coenzó a gestarse en 2017», argumenta Vidal Varela.  

“Conocimos a Puente de Libros en la bienal que organizamos y decidimos acompañarlos porque nos invitaba a trabajar con una población en condiciones de mucha vulnerabilidad, como lo son las madres con sus hijos en situación de encierro, pero también porque la propuesta implicaba, en ese contexto tan particular, prestar atención al desarrollo de los niños, fortaleciendo los vínculos con sus madres a partir de la construcción de espacios de encuentro y de recuperar la voz, la propia historia de esas mamás, para poder compartirla con sus hijos e hijas antes de que dejaran el penal. Terminamos de confirmar nuestra selección, cuando conocimos al equipo que estaba detrás de Puente de libros. Un grupo con enorme compromiso y vocación”, cuenta Magdalena Saieg , directora ejecutiva de la Fundación Navarro Viola.

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