El jefe de gabinete, Santiago Cafiero, antes de la decisión sobre la continuidad de la cuarentena. Considera que la actuación conjunta de los gobiernos sirve para generar certezas. Habla sobre los planes del Gobierno para la post pandemia pero advierte que la prioridad es la lucha contra el virus.

La unidad básica Justicia Social está ubicada en uno de los ingresos a La Cava, en Rolón y Neyer, en San Isidro. Un local pequeño en los que se pueden observar rastros de todas las campañas pasadas desde su inauguración en 1985 para apoyar a Antonio Cafiero y su reinauguración en 2004 por parte de su nieto, Santiago Cafiero, que lo convirtió en su lugar de actividad política. El jefe de Gabinete llega hasta allí el sábado a la mañana para ponerse al tanto de las novedades en la zona, conversar con la gente, mate en mano. Ante una semana que se deberá tomar la decisión de cómo seguir con la cuarentena, Cafiero advierte que la unidad del AMBA no debe romperse. «Es lo peor que podríamos hacer», afirma, y considera que la actuación conjunta de los tres gobiernos sirve para darle certezas a la gente en un momento de angustia.

-Se filtró un supuesto esquema de la Ciudad de Buenos Aires de salida de la cuarentena después del 17. ¿Cree que esto es posible?

-Cualquier cosa que digamos con anticipación es imprudente. Es tan dinámica esta enfermedad que nos obliga a ser cautos a la hora de tomar decisiones, que las tomaremos como hasta ahora. En un momento hacemos un corte, tomamos todos los registros que tenemos de infraestructura hospitalaria, del sistema de salud, de movilidad, las tasas de velocidad de contagio y luego se toma una decisión. Pero hoy sería apresurado, lo que va a pasar después del 17 recién lo vamos a ver a mitad de semana.

-Aparentemente hay diferencias en cuanto a cómo seguir entre el gobierno de la ciudad y el de la provincia de Buenos Aires. ¿Podría romperse la unidad de criterios en el AMBA?

-Creo que no. Eso fue un reflejo de la dirigencia política de estar a la altura de la circunstancias. La toma de decisiones consensuada entre Nación, Provincia y Ciudad fue algo que generó certezas a una sociedad que está muy angustiada. Lo peor que podríamos hacer es romper esa lógica. Creo que eso no va a suceder.

-Hay muchos más casos pero la Ciudad justifica en la tasa de duplicación de contagios la posibilidad de permitir flexibilizaciones. Es una situación rara porque pese a que hay más casos entienden que se puede avanzar a la próxima fase.

-Por eso, no es sólo la cantidad de casos lo que tenemos que tener en cuenta. También es la ocupación de camas, cómo está funcionando el sistema de salud, los centros de aislamiento. Lo que tenemos que abandonar es la idea de un solo parámetro, hay que tener en cuenta una integralidad. Hasta acá lo vinimos haciendo muy bien. Por eso insisto en la necesidad de que sigamos con la coordinación de los tres gobiernos. Genera certezas ante la angustia que tiene la gente.

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Obviamente, la pandemia también es el tema en La Cava. Hugo, Sabina y Alejandra -los tres encargados de la unidad básica- comentan las novedades de los últimos días. La abuela de un militante de un local cercano murió esta semana por el virus. Cafiero pregunta por una familia que tiene infectados. «El problema acá es que el municipio no los ayuda para nada. Le dieron una lavandina y un trapo», dice Sabina sobre la gestión del radical Gustavo Posse. Desde que se inició la pandemia, el local pasó de dar 30 viandas a 260 diarias. Sobre una hornalla, hay unas ollas que -aseguran- el jefe de Gabinete a veces utiliza. «Cocino bastante bien. Hubo una vez que me pasé con el picante. Ahora no me dejan cocinar más», se ríe.

-En un primer momento habían anunciado que la tercera cuota del IFE sería sólo para los lugares con cuarentena estricta, pero esta semana anunciaron que se volverá a pagar en todo el país. ¿Por qué se cambió de decisión?

-Vimos que si bien algunas provincias habían reanudado la actividad económica, todavía no tenían los niveles de antes de la pandemia. El IFE tuvo un impacto muy potente. Logramos que el Estado llegue a 9 millones de personas, con realidades muy distintas y diferentes impactos. En los sectores de más bajos recursos evitó que cayeran en la pobreza y en la indigencia. También hubo trabajadores independientes e informales que usaron ese recurso incluso para financiar algún microemprendimiento. Así de heterogéneo fue.

-¿Hay que pensar que esta sí es la última cuota para todo el país?

-Sí, porque tiene que ver con la emergencia. Esto lo tenemos que ir complementando con inversión pública y generación de empleo, que viene con la reactivación económica. Quedan los problemas estructurales de la Argentina, que son los que nosotros vinimos a resolver. Generar empleo abandonando un modelo de especulación financiera e ir hacia un modelo de producción y empleo. Queremos recomponer eso porque una economía sana requiere también de inversión privada y del dinamismo del sector privado, acompañado por la inversión pública, que es central para la salida de la crisis.

-Por estos días circuló un plan de medidas que lanzaría el Gobierno para reactivar la economía de la post pandemia. ¿Están pensando en una presentación así para las próximas semanas?

-Lo que se está trabajando es contra la pandemia. Claramente tenemos, por instrucción del Presidente, trabajar en instrumentos para la salida. Pero todavía falta, no queremos descuidar la lucha contra la pandemia. Lo otro vendrá después.

-Desde la Cámara de la Construcción, por ejemplo, contaron que acercaron un plan de blanqueo de capitales para invertir en obras. ¿El Gobierno lo va a poner en marcha?

-Los diferentes sectores nos acercan planes y tenemos encuentros. Es una tarea cotidiana y cada ministerio va evaluando las posibilidades de concretar estas iniciativas. Pero todavía está en clave de proyectos, no hay nada resuelto.

-Algo que ya se anunció más de una vez es la reforma judicial. ¿Cuándo la van a mandar al Congreso?

-El proyecto ya está terminado. Estamos viendo la reanudación de la actividad legislativa en un formato excepcional por la pandemia. Por eso se van consensuando los proyectos que se envían, que no generen rispidez sino que tengan consenso. Calculo que lo estaremos enviando en los próximos días.

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-¿El próximo aumento a las jubilaciones ya va a ser con la nueva fórmula de actualización?

-Hay una comisión que está trabajando en las propuestas para la nueva fórmula. En el mientras tanto se fueron dando aumentos por decreto. Si llega el momento de dar un nuevo aumento y todavía no se llegó a aprobar la nueva fórmula, tendremos que hacerlo nuevamente por decreto.

-Sorprendió un poco el formato del acto del 9 de Julio, con las cámaras empresariales, el campo y la CGT junto al Presidente. ¿Cuál fue la intención?

-Mostrar que la Argentina que viene de encontrarse más allá de las cuestiones ideológicas. La convocatoria del Presidente es a todos, independientemente de su afinidad ideológica o sectorial. Vayamos a una política donde se deje de lado la violencia, donde no anulemos lo que piense el otro porque piensa distinto. Allí estaban presentes gobernadores, el jefe de gobierno porteño, representantes del movimiento obrero, empresas, bancos, de la construcción, del comercio, del campo. Es unidad entendiendo que hay ideas distintas que se puedan expresas en un diálogo democrático. Sin persecuciones o que se busque anular al otro con un ejército de trolls o con operaciones de prensa.

-El día anterior el ex presidente Mauricio Macri salió alertando sobre los que utilizan la pandemia para restringir derechos y libertades. ¿Cómo vio esa reaparición?

-No es lo que está sucediendo en la Argentina. No hay restricción de derechos. Hay protestas, nadie se mete con lo que opina la prensa. No hay registro en este país de que eso sea cierto.

-Fue el anticipo del «banderazo» de protesta. ¿Cómo ve hoy todo lo que sucedió en esa marcha?

-Lo que hicimos ese día fue repudiar todo tipo de violencia, en este caso direccionada a trabajadores de la prensa. Después, las consignas del banderazo eran muy diversas. Algunos planteaban cosas atendibles como comerciantes que planteaban su imposibilidad de trabajar. Pero había otras que hablaban de comunismo, otros que eran anticuarentena, otros ponían en tela de juicio el virus. Ahí había una angustia que tenemos todos. Estamos cansados de luchar contra el virus, pero enojarnos con la cuarentena es como enojarnos contra un jarabe. Es lo único que hasta ahora en el mundo dio algún resultado.

-Una de las protestas se dio en la localidad donde se ubica la sede de Vicentin. ¿El Gobierno se equivocó en cómo planteó la propuesta de expropiación?

-No, nuestra política es el rescate de una empresa. Buscamos distintos caminos, uno era la declaración de la utilidad pública de la empresa. A partir de eso surgió otra propuesta y ahí el Presidente mostró su apertura, pragmatismo y vocación de diálogo. No sólo recibió a los directivos de la empresa sino que dio la instrucción de avanzar con una idea que había traído el gobernador de Santa Fe, que es hoy la primera hipótesis de trabajo. Es importante que se entienda que el rescate a Vicentin no es el de sus directivos sino de los más de 2.600 productores que están hace un año sin cobrar.

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Se acerca el mediodía y el local gana en movimiento. El aislamiento es «comunitario». La gente va y viene pero con tapaboca y a veces cuida la distancia. En las paredes hay fotos de Antonio Cafiero, de Cristina Kirchner y de Alberto Fernández, Perón y Evita, hasta alguna bandera de la «ola naranja» de Daniel Scioli. También fotos de militantes y de anteriores campañas de Santiago Cafiero con pelo corto. «Esto es así. El local puede actuar como comedor y para entregar viandas, pero acá se hace política. Y cuando llega el momento de las elecciones se convierte en el ámbito de discusión, acá todos lo tienen muy claro», explica Cafiero. Los demás asienten. «Que un negrito como yo haya llegado a concejal es gracias al peronismo. Con los que gobiernan acá en San Isidro sería imposible», agrega Hugo Amanquez, que vive puerta mediante del local.

-En la Cumbre de Puebla del viernes de la que participaron Alberto Fernández y Felipe Solá se analizaron propuestas como el impuesto a la riqueza para paliar las consecuencias de la pandemia pero también otras como un impuesto a las empresas tecnológicas, farmacéuticas y de quienes se están beneficiando por esta situación. ¿Se sabe cuándo saldrá el impuesto a la riqueza y hay otras medidas similares en análisis?

-El impuesto a la riqueza es un proyecto de nuestro bloque que enseguida nos pareció interesante. Es un debate que se está dando en el mundo y es necesario que también lo demos en Argentina. En momentos extraordinarios, buscar un aporte extraordinario. Hasta este tercer IFE nosotros llevamos una inversión de 2,9 por ciento del PBI y esto va a seguir subiendo. Pero es parte de la tarea que tenemos por delante, que las familias argentinas no pierdan los ingresos.

-¿Cómo imagina el día después de la pandemia?

-El coronavirus va a pasar y van a quedar los problemas estructurales del país, que vinimos a resolver. En el mundo también va a pasar el coronavirus y se va a abrir un gran debate. Qué tipo de Estado queremos, qué tipo de sociedad, un modelo de desarrollo sostenible, cómo cuidamos el ambiente. Veo que muchos bajan los brazos, hasta incluso algunos compañeros. Se ven encerrados en la lucha permanente contra la pandemia. Entonces se buscan algunos reflejos de gestión, pero es más profundo. Es de valores. Lo de gestión es esto que venimos hablando -si hay una moratoria, un blanqueo, un plan- pero hay algo más profundo que tenemos que incentivar que es que vamos a salir adelante y que vamos a poner al país de pie como Alberto prometió. Hay compañeros retraídos porque en un momento que empezábamos una gestión con mucha expectativa vino esta pandemia, que va a acentuar incluso problemas que ya existían. Pero ningún peronista de ley sabe lo que es renunciar a la esperanza y nosotros tenemos que tener esperanza, porque vamos a salir adelante.

 

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