Especialistas analizaron el posible convenio con el gigante asiático

El proyecto promete una inversión que transformaría a Argentina en el principal productor mundial de cerdos. Riesgos y oportunidades. 
El anuncio de un posible acuerdo de producción porcina para abastecer al mercado chino intensificó un debate que cruza al movimiento ambientalista con economistas y el sector productivo agroindustrial. Ambas posiciones estuvieron representadas en el foro «Producción de alimentos y ambiente» convocado el miércoles por la organización ambientalista Eco House del que participaron Soledad Barruti, periodista y escritora especialista en la industria alimentaria; Alejandro Lamacchia, presidente de la Asociación de Productores Porcinos de la Provincia de Buenos Aires (Aproporba); Juan Uccelli, consultor porcino; Guillermo Folguera, doctor en biología e investigador del Conicet y Silvia Vazquez, presidenta del Partido Verde y directora asuntos ambientales de Cancillería. El evento anunciaba como panelista también al ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, que finalmente no asistió.

Cronología del conflicto

China es el mayor productor y consumidor mundial de cerdos. A fines del 2018, sufrió una epidemia de gripe porcina africana que redujo su producción a más de la mitad (uno de cada tres cerdos tuvieron que ser sacrificados). Este hecho generó un déficit en su alimentación, que el gobierno del gigante asiático salió a compensar con convenios con distintos países del mundo.

En enero de este año, el laboratorio Biogénesis Bago emitió un comunicado informando que una posible inversión desde China podría transformar a Argentina en el principal productor mundial de cerdos. El proyecto anunciaba inversiones por 27.000 millones de dólares en los próximos 4 a 8 años para pasar de una producción de 6 a 100 millones de cerdos que generarían 20.000 millones de dólares anuales en exportaciones de carne de cerdo y sus derivados.

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A principios de julio, un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación reforzó este dato, informando que «podríamos producir 9 millones de toneladas de carne porcina». Ante la magnitud de esa cifra, que significa un rendimiento de más de 10 veces que lo que produce el país hoy, el sector ambientalista se manifestó en contra. «Cancillería corrigió el comunicado en su página oficial reduciéndolo a 900.000 toneladas en vez de las 9 millones originales», informaron desde Eco House. Fuentes oficiales del Ministerio explicaron que el número publicado originalmente fue un error involuntario, los 9 millones se referían a la cantidad de cerdos y no de toneladas de carne. Más allá del número, la posibilidad generó expectativas en el sector porcino agroindustrial así como alertó al ambientalista, que no quiere que «el país se convierta en una fábrica de cerdos».

El debate

-Producción porcina segura y contra el hambre

Los principales argumentos a favor son la posibilidad de generar divisas, trabajo y reducir la pobreza y el hambre produciendo proteína barata. Juan Uccelli, consultor porcino, sostiene que el tratado abre la posibilidad de desarrollo de los pueblos de las provincias siempre que se lleve adelante una inversión sustentable. «En Argentina tenemos menos de 2 cerdos por km2 y con este proyecto se duplicaríaBrasil tiene 54 cerdos por km2 España, 250. Hay mucho resto de superficie para producir sin que afecte al medio ambiente», concluye. Desde el sector productor porcino insisten en aclarar que la actividad se desarrolla con énfasis en la bioseguridad : «Hoy, uno de los requisitos para instalar un criadero de cerdos es hacer un estudio de impacto ambiental. Está vigente y lo estamos cumpliendo», aclara Uccelli.

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La alerta está puesta en que estas inversiones se dirijan efectivamente al mercado de exportación. «Sino, al pequeño y mediano productor le afectaría una inversión de este tamaño. Tenemos que hacer un acuerdo que beneficie a la produccion nacional», resalta Alejandro Lamacchia, presidente de Aproporba.

-Enfermedades y consumo de agua

Desde el sector ambientalista, los argumentos en contra son sanitarios, ambientales y económicos.

Por el frente sanitario, “estamos viviendo una pandemia con origen zoonótico. Los factores que la favorecen son el hacinamiento de personas, animales e incluso la mala alimentación”, argumenta Guillermo Folguera, investigador del Conicet. Soledad Barruti complementa este argumento mencionando estudios en los que se verificaron distintos tipos de enfermedades como irritación de ojos, nariz, garganta, tos, falta de aliento, entre otras, en poblaciones cercanas a granjas industriales en el resto del mundo.

Por el lado ambiental, la mayor preocupación es el consumo de agua: se requieren 6.000 litros de agua por kilo de cerdo. «No solo exportamos carne, sino millones de litros de agua que nadie contabiliza en el proyecto, porque nadie los paga. También esta el tema de los desechos y los tóxicos que generan millones de animales concentrados», aporta Barruti.

Por el lado económico, coinciden en que este tipo de proyectos no mitigan el hambre ni la pobreza. «El agronegocio, siendo el sistema que se impone en el mundo, no ha resuelto el problema del hambre«, decreta Barruti.

-Información escasa y de mala calidad

El punto en el que los panelistas coincidieron fue acerca de la escasa información que circula. «No hay un acuerdo, hay tratativas. Creo que el hecho de que se transmitiera a través de las redes y que pasara por canales no oficiales, ha generado mucha sensibilidad en este debate», opinó la presidenta del Partido Verde.

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Desde el sector porcino atribuyen esto a un error de comunicación. Guillermo Folguera opina que hay que evaluar los posibles impactos del caso y hace mención a la «oscura naturaleza y extrema celeridad con la que se trata el proyecto».

Sin embargo, el convenio aún se encuentra en tratativas y hay algunas informaciones que aún no están disponibles. Fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores confirman que el proyecto provocará un cambio en la matriz productiva del sector, tendrá externalidades positivas en otros sectores promoverá inversiones y empleo formal. «Se desató un debate en el que circulan verdades y mentiras, cifras correctas y erróneas, algunos argumentos válidos y otros sin fundamento alguno», explican.

El hecho positivo es el cambio de conciencia que hay en la gente: «Hay decisiones económicas que en otras épocas se hubiesen tomado sin que exista un debate previo, pero la creciente conciencia ciudadana hace que hoy eso ya no se permita«, concluyó Vazquez.

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