En su obra «Un horizonte vertical», Catalina Fara aborda las transformaciones que la Ciudad de Buenos Aires experimentó a principios del siglo XX a partir de los adelantos tecnológicos, y revela las imágenes que acompañaron esos cambios en obras de artistas y escritores como Jorge Luis Borges, Leopoldo Lugones y Emilio Pettoruti, que celebraban el progreso o denunciaban los problemas sociales derivados de ese crecimiento vertiginoso.

Fara, doctora en Historia y Teoría de las Artes, explicó en diálogo con Télam los motivos que la llevaron a investigar sobre la relación entre las imágenes y la experiencia urbana, que plasmó en este libro, editado por Ampersand.

Télam:¿Cuáles eran las imágenes que a principios del siglo XX caracterizaban a la Ciudad de Buenos Aires?

Catalina Fara:Las ciudades no son solamente un espacio físico, sino que también están hechas de imágenes provenientes de la pintura, la literatura y la música, entre otras expresiones. En el caso de Buenos Aires a principios del siglo XX, también hay que tener en cuenta cómo se consumían, de qué manera circulaban por ejemplo en periódicos, revistas ilustradas, postales, álbumes fotográficos, afiches, calendarios y todo un universo de impresos que constituían la visualidad de los porteños. Todo eso sumado al cine y la radio fueron construyendo una idea sobre Buenos Aires. Había algunas áreas de la ciudad que captaban más la atención por diversas razones y que de a poco se fueron convirtiendo en símbolos, como el barrio de La Boca, la calle Corrientes, la Plaza de Mayo, algunas calles como Florida o avenida de Mayo, los barrios como San Telmo y Montserrat y después de 1936, el Obelisco.

T:¿Cuál era la cosmovisión que el porteño tenía de su ciudad a principios del siglo XX?

Mirá También:  Deseo, reflexión y una apuesta por lo colectivo dan trama a las revistas culturales autogestivas

CF:Si bien es un proceso que arranca en el siglo XIX, a principios del XX, la popularización de los telégrafos, máquinas de escribir, fonógrafos y cámaras fotográficas portátiles, cambiaron la vida cotidiana y las formas de habitar y transitar. Las formas de percibir el espacio y el tiempo también estuvieron asociadas a la ampliación de las redes de transporte público, que facilitaron la circulación, o el alumbrado público que permitió una vida nocturna más activa. Y entonces Buenos Aires se convirtió en un espectáculo, lo que pasaba en la calle se volvió un fenómeno nuevo y atractivo, pensemos por ejemplo en las imágenes de las luces de la calle Corrientes. Todo esto cambiaba rápidamente las formas de percibir, de vivir y de representar el propio espacio y en este sentido la prensa periódica fue una guía para procesar los cambios y fue clave en la conformación de la cultura visual en la Argentina.

Otra cuestión central que cambió la vida y la percepción de la ciudad es que entre 1910 y 1936 hubo cambios muy evidentes en la traza urbana, primero en relación con la conmemoración del Centenario y la aparición de plazas, monumentos, edificios y calles nuevas, que cambiaron el paisaje cotidiano. Luego en los ’30 un nuevo proceso cuyo objetivo era modernizar y convertir a Buenos Aires en una metrópolis cosmopolita llevó al ensanche de Corrientes, la apertura de Diagonal Norte y de 9 de Julio o la construcción del Obelisco que significaron grandes demoliciones y por lo tanto la desaparición de gran parte de la ciudad y el surgimiento de una nueva, cada vez más alta y extensa.

T:¿Cómo se representó a través del arte la conformación de la ciudad moderna, símbolo del progreso?

CF: Acá, como en otras ciudades del mundo, los cambios materiales podían ser leídos en clave de progreso o como desestabilizadores de sistemas y valores vigentes. Desplazarse por la calle significa exponerse a diversas formas de comunicación, que construyen una narrativa urbana y estimulan la creación de imágenes visuales y discursivas. Para algunos artistas la dificultad radicaba en encontrar en la velocidad del cambio de la ciudad los caracteres estables de una nación que buscaba consolidarse como tal. Mientras unos celebraron las transformaciones y el progreso, otros denunciaron los problemas sociales que originaba el crecimiento vertiginoso de la metrópolis. La Buenos Aires cosmopolita y moderna quedaba asociada a representaciones del movimiento de las calles, las nuevas tecnologías y sobre todo a la construcción en altura.

Mirá También:  Liliana Escliar sobre la miniserie del múltiple femicida: "Es un Barreda contado por mujeres"

T:¿Qué lugar ocuparon paisajes como el río, el campo, las edificaciones en las obras de los artistas que representaron a la ciudad?

CF: A lo largo de la investigación relevé más de 5.000 imágenes, y encontré que había motivos y lugares de la ciudad que se convirtieron en una especie de estereotipo repetido con leves variaciones: La Boca, el puerto, las calles del suburbio, el Obelisco. Estos lugares eran también los más retratados por los artistas. Lo que me interesó es analizar sus pinturas más allá de la referencia inmediata y verlas como testimonio de los recorridos de los artistas y su relación con el entorno.

Por otra parte, estos lugares siguen siendo aquellos con los todavía se identifica a Buenos Aires, y son los que generalmente se aconseja recorrer a los turistas que visitan nuestra ciudad.

T:¿Cómo considerás que influyó la ideología de los artistas en la representación de la Ciudad de Buenos Aires?

CF:Este punto en muy interesante, porque artistas que estaban en veredas muy diferentes en cuanto a ideología y también en cuanto a sus intereses estéticos se vieron motivados y fascinados por la ciudad como tema. Algunos optaron por retratar espacios «pintorescos» como La Boca o las calles de los barrios, buscando con cierta nostalgia rescatar una sociabilidad perdida por la modernización. Otros mostraron la vida cotidiana y otros optaron por dejar a la ciudad como un telón de fondo para denunciar la pobreza urbana. Las ideologías llevaban a poner de relieve algún aspecto particular de la modernización, pero lo interesante es de qué manera puede aparecer eso en un paisaje. El paisaje, como toda imagen, no es neutral y puede ser objeto de múltiples manipulaciones comerciales, ideológicas o de poder y control, así que funcionaron (y funcionan) como herramientas de intercambio y conflicto que se reformulan constantemente.

Mirá También:  EEUU cuestionó la designación de Tareck El Aissami al frente de PDVSA: “Es como poner a un pirata a cargo de la Armada”

T:¿Cuál es el panorama hoy, en el siglo XXI, de la representación de la ciudad a través del arte?

CF: La ciudad es algo que nos fascinará siempre, sobre todo porque estamos inmersos en un mundo cada vez más urbanizado. Muchos de los mismos tópicos como la velocidad, la miseria urbana, los rascacielos como símbolos del poder económico (pero también como maravillas constructivas) y la vida cotidiana en las calles, siguen estando vigentes. Por supuesto que nuestra mirada es muy diferente a la de principios del siglo XX, ahora estamos mediados por otros estímulos y discursos, pero basta ver en las redes sociales la proliferación de imágenes de rincones de los barrios o los bares porteños o la acción del street art sobre la ciudad como soporte, para darnos cuenta de qué manera la ciudad nos sigue interpelando.

Deja un comentario

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *