A raíz de la decisión del grupo Planeta de vender su catálogo de manera directa a través de una reconocida plataforma de ecommerce, distintos actores y eslabones de la cadena editorial plantearon en redes su preocupación por considerar que ese canal de venta podría afectar fuertemente a las librerías ya que rompe la alianza entre los distintos sectores del rubro, sobre todo en un contexto crítico para el sector que se agudizó con las restricciones de la emergencia sanitaria.

La noticia de que Planeta, uno de los grupos editoriales más importantes con una gran porción del mercado argentino -se estima que junto a Penguin Random House representa la mitad-, sumó como canal de venta una tienda oficial en Mercado Libre, no pasó desapercibida: la medida, para algunos esperable y para otros repudiable porque atenta con la vulnerabilidad de las librerías en un contexto ya de por sí dramático, visibilizó también el entramado de actores involucrados en una industria en caída.

Es decir, no sólo evidenció el ecosistema del libro -la famosa «cadena del libro», un circuito que involucra autores, editoriales, distribuidoras, librerías- sino que también reflejó, de acuerdo al investigador Heber Ostroviesky, la falta de legislación en torno al libro. ¿Cómo se explica, sino, que la decisión de una sola editorial haga de dominó y para las librerías signifique una vulnerabilidad todavía mayor de la que vivieron los últimos cuatro años con una economía recesiva y una pandemia en acción?
«Se rompió todo. Planeta se puso a vender directo (puenteando a librerías) por Mercado Libre. Si querías alguna prueba de que en breve caen librerías como papa, acá va la primera», tuiteó la librería y editorial Eterna Cadencia, una de las primeras en hacerse eco de la decisión del grupo editorial con casa matriz en España. Por si fuera poco, remató: «Esto va a ser una carnicería».

Frente a la señal de alarma que activaron libreros y libreras, Santiago Satz, gerente de prensa de Grupo Planeta Argentina, consultado por la agencia Télam, explicó que la decisión de incorporarse como tienda oficial en Mercado Libre es «el resultado de los cierres de los grandes centros comerciales y los shopping. Necesitábamos cubrir la demanda de los lectores que esos grandes puntos de ventas no podían llegar. No viene a reemplazar otro canal de ventas: nuestros principales aliados son las librerías y en consecuencia los libreros».

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De acuerdo al responsable de prensa, «supimos convivir con las librerías independientes en los mejores y peores momentos, esta decisión no debería ser la excepción. Tenemos una excelente relación con los libreros independientes, son nuestros principales aliados y seguirán siéndolo», advirtió.

En este sentido, Satz sostuvo que «el futuro es seguir apostando al libro, sea digital o papel. Esta situación es muy nueva para todos. El formato papel es el principal jugador: somos una sociedad de lectura analógica. Cómo serán los nuevos hábitos de consumo post Pandemia? Veremos, la foto de hoy es la que existe y debemos adaptarnos».

Por su parte, la librería y editorial Notanpuan publicó en sus redes un comunicado luego de recibir la confirmación de que el grupo editorial no dará marcha atrás en su decisión: «La venta directa pasa arrolladoramente por encima de las librerías, en el peor momento posible. Vendiendo sin un medio, salvo el de otra gran corporación, el mundo de las librerías independientes queda afuera de la comercialización de estos libros».

«La editorial maneja el stock a piacere y corta totalmente la cadena de ventas que nos permite subsistir. Vale aclarar que esta fórmula con estrategias similares de la mano de Amazon y otras plataformas del estilo, fue la que destruyó el mundo de las librerías independientes en Europa, México, Estados Unidos, etc», sostuvo Notanpuan, una librería que tiene más de 30 años de historia.

Para Ostroviesky, investigador de la Licenciatura en Cultura y Lenguajes Artísticos de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UGS), la decisión de Planeta «debilita la relación con el circuito librero, una relación fundamental, aquí y en el mundo. Las condiciones en las cuales se lleva adelante la venta de libros por Internet tiene que formar parte de un consenso en distintos actores, cuando un grupo actúa de una forma muy unilateral, más allá de que sea muy poderoso, en el corto y en el largo plazo es contraproducente».

«No estamos hablando de un punto de ecommerce de la propia Planeta, que de hecho ya lo tiene como otras editoriales, sino de la asociación con Mercado Libre, que propone una estructura de visibilización, comercialización y distribución. Por ejemplo ¿el porcentaje que se queda Mercado Libre del libro es el mismo que de otras librerías o editoriales más pequeñas?», se pregunta como advertencia.

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Como explica Ostroviesky «la economía de libro es un circuito que va del autor al lector y donde la librería cumple el rol de comercialización, exhibición, dispone los libros de manera que capte la atención y trabaja con el público, que es fundamental. Planeta rompió con esa dimensión y en el caso de funcionar perjudica a todos, no sólo a librerías sino también a los demás actores que necesitan de la librería, e incluso a los propios sellos que tienen otras características no tan vendibles de Internet».

Si bien el grupo editorial sostiene que el nuevo punto de venta no «reemplaza» y que las «librerías son aliadas», muchas librerías independientes y de barrio manifestaron su preocupación por el impacto que pueda tener en sus comercios, aunque también hubo espacios que consideraron la decisión como «esperable» como tuiteó Kokoro Libros, o se mostraron menos negativos, tal es el caso de Librería Mendel, que sugirió que la disputa está entre librerías que venden a través de la misma plataforma.

«Al grupo -consideró Ostroiesky- esto le puede funcionar hoy, pero si se quebrara la relación con los libreros, obviamente en el corto plazo el problema más grande lo van a tener los libreros porque no van a tener los libros más vendidos pero en el largo plazo el problema lo va a tener Planeta porque la lógica de la venta por Internet es muy distinta a la de la librería». Por lo pronto, la fórmula de algoritmos persigue sobre todo una lógica endogámica y comercial.

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El investigador se arriesga a pensar que lo que debe prever Planeta es que muchas de estas librerías con la extensión de la pandemia van a quebrar. Por lo tanto considerarán que en un plazo mediano no es negocio sostener esa relación pero que en el largo plazo sí es imprescindible. Y la reconstruirán con otros libreros pero cuando lo hagan será con quienes puedan tener la espalda para sostenerse en el tiempo».

Sin embargo, asegura que «estas situaciones se dan porque no hay una política integral del libro ni una legislación moderna y actualizada que organice todas estas relaciones. En todos lados las editoriales grandes pueden tener su tienda de ecommerce o vender a través de algún tipo de sitio de Internet, lo que hay son regulaciones que organizan esa forma de comercializar para que no dañe a todo el circuito y para que un actor no termine derrumbando a todo el resto».

En palabras del investigador, «hay distintas vertientes: está el estilo alemán francés que privilegia a la librería porque la considera un actor cultural de importancia y por otro lado, hay una tradición más americana anglosajona que es menos regulacionista, le da menos prioridad a la librería pero sin embargo también regula la forma en la que se dan esos vínculos. Nuestro problema es que tenemos una legislación que  no ha integrado las nuevas formas de comercialización ni la tendencia a la construcción de estos grandes megagrupos que son capaces de imponer decisiones muy unilaterales a las librerías»

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