Tal vez la vertiente más importante de la investigación del juzgado federal de Lomas de Zamora está en los rastros del espionaje en la cárcel de Ezeiza, particularmente en el Módulo 6, en los pabellones C y D, donde estuvieron –y están– alojados los ex funcionarios del gobierno de CFK y los empresarios perseguidos por el macrismo. Villena tiene rastros de que los objetivos eran dos. Por un lado, en el caso de los empresarios, presionar a los detenidos con datos obtenidos ilegalmente para obligarlos a vender o ceder sus empresas. Y, por el otro lado, coaccionar a los exfuncionarios para que se «arrepientan» e involucren a CFK en algún delito. No es casual que utilizaran a periodistas afines para anunciar, casi en forma permanente, que tal o cual detenido estaba a punto de «arrepentirse».

La información surge de varios elementos secuestrados en la causa, pero hay un punto clave que es una masa enorme de datos que se encontraron en las computadoras de dos direcciones del Servicio Penitenciario Federal, la dirección de Inteligencia y la dirección de Seguridad. Se habla de un total de cinco terabytes, el volumen de información que suele haber en diez computadoras. En la banda autodenominada Super Mario Bros había penitenciarios, pero también un nexo con el SPF, según afirman en el juzgado de Lomas. El nombre que mencionaron en presencia de la expresidenta y su abogado es Fernando Carra, un asesor del titular del SPF, Emiliano Blanco. La semana pasada, Blanco presentó su renuncia
, aunque todavía no fue aceptada.

La versión indica que buena parte de las celdas de esos pabellones estaban «cableadas», o sea con micrófonos, aunque en los papeles judiciales se habla de «alambrados». Habrían puesto también micrófonos en la sala de reunión de los detenidos con los abogados y en el ámbito donde los internos recibían a sus familiares; también estaba intervenido el teléfono público.

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Uno de los titulares de Oil, Fabián De Sousa, denunció en Radio 10 que los familiares fueron víctimas de humillaciones de todo tipo, aunque lo que más llamaba la atención de los detenidos ex funcionarios y empresarios es que en forma permanente les agregaban algún narco al pabellón. Era la forma de justificar el espionaje. El papel de Villena en esa maniobra no está claro, pero el magistrado sostiene que no tuvo ninguna relación ni con la utilización de las escuchas ni con el espionaje.  

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