Un grupo de científicas logró visualizar por primera vez y en tiempo real el recorrido de la proteína que recubre al virus del dengue, en una célula viva infectada. Este avance contribuye al desarrollo de posibles antivirales, los cuales podrían interferir en la replicación viral.

El proyecto de lograr ver la trayectoria de las proteínas virales del dengue comenzó cuando Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir, y Laura Estrada, profesora del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, asistieron en 2012 a un evento sobre la visualización de la mujer en la ciencia y las problemáticas de género. A partir de ese momento, las investigadoras aunaron conocimientos y compartieron lenguajes científicos para avanzar sobre la problemática del dengue en nuestro país, que ya supera los 43 mil infectados en lo que va del año.

En una charla con el suplemento Universidad de Página 12, Estrada manifestó que el experimento “es muy complejo” porque las proteínas a visualizar “miden un nanómetro”. “Hay que imaginar un centímetro y dividirlo en 10 millones de partes; una de esas partes representa la cápside del virus», explicó. Por lo tanto, el equipo de científicas de la UBA y el CONICET decidió utilizar un instrumento de observación construido por Estrada que consistía en un microscopio que ella había replicado de uno similar que existía en la Universidad de California, casa de estudios en la que trabajó durante su exilio, para lograr visualizar las proteínas.

Sin embargo, la doctora en Física de la UBA señaló que ver la cápside del virus con ese microscopio implicaba “mover una célula viva infectada con dengue y llevarla a Ciudad Universitaria”, donde

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se encuentra su laboratorio, y ese traslado provocaba que las células llegaran “siempre en mal estado”. Ante esto, Estrada contó que debieron trasladarse al laboratorio de Gamarnik, ubicado en el Instituto Leloir, donde se encontraban las células infectadas con dengue. En ese sentido, Estrada explicó que este procedimiento conlleva “ciertos niveles de bioseguridad” que deben respetarse, porque “no cualquiera puede infectar una célula con dengue en cualquier lugar del mundo”, sino que sólo puede hacerse “en ciertos lugares permitidos bajo supervisión”.

“Fue más fácil que nosotras nos trasladáramos al Instituto Leloir que llevar las células a mi laboratorio. No era lo mismo, a las células no les daba lo mismo, no se quisieron mover”, bromeó. Como ya no podían utilizar el microscopio construido por Estrada, la investigadora relató que se le ocurrió poner en práctica una “técnica muy novedosa”, la cual implica en “no mirar una única proteína individualmente, sino mirarlas en promedio” y, de esta forma, le fue posible trazar un “mapa de flechitas que muestra cómo se mueven en promedio las proteínas” del virus del dengue durante su replicación.

El estudio de este recubrimiento de la célula viral formado por proteínas, llamado cápside, “está surgiendo como un blanco prometedor para el diseño de una nueva generación de agentes terapéuticos”, consideró Estrada quien, en este sentido, sostuvo que el experimento que realizaron consiste en el “primer paso para proponer una vacuna segura basada en proteínas del virus como blanco antiviral”.

La interdisciplina en la ciencia argentina

La investigadora adjunta del CONICET, quien trabajó en conjunto con Gamarnik, opinó que “la interdisciplina es algo totalmente necesario y que no lleva tantos años en Argentina”. Asimismo, Estrada reconoció que al principio de la investigación le costó trabajar en conjunto con la especialista en virología, ya que, según argumentó, los científicos muchas veces tienen “lenguajes que no son exactamente los mismos».

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La científica aseguró que ese contratiempo “se notó en las primeras reuniones de equipo”. Pero a pesar de las diferencias entre las disciplinas en las que se especializan las investigadoras, Estrada manifestó que compartir el proyecto con el equipo de Gamarnik “fue muy enriquecedor” porque de esta manera pudo “ver qué cosas son con jugosas para la virología, qué cosas resaltan desde esa área y cómo piensan el experimento”. “Las científicas y científicos tenemos la capacidad de acomodarnos al lugar y

salir rápidamente”, consideró la jefa del laboratorio de Física de la UBA quien también felicitó a su compañera Gamarnik porque “en un abrir y cerrar de ojos cambió su laboratorio y se puso a trabajar con COVID-19” a pesar de que “jamás había trabajado con ningún virus respiratorio”.

Por último, Estrada sostuvo que luego de siete años desde que fue repatriada a Argentina “finalmente se está cumpliendo” su anhelo de traer al país todo lo que aprendió en durante sus años en el exterior. De esta forma, la científica afirmó que una de las razones por la cual se dedicó al estudio del dengue junto a Gamarnik fue porque quería “pensar en grande y resolver alguna pregunta que sea relevante para el país”. “Todo esto llevó cinco años. Son procesos largos y este es el primer trabajo. Estamos super contentas”, concluyó.

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