Veinte años después de su lanzamiento original, en estos días acaba de publicarse una versión revisada y actualizada de «Galimberti», la monumental biografía que los periodistas Marcelo Larraquy y Roberto Caballero escribieron sobre el ex dirigente montonero, un hombre proclive a las transformaciones drásticas que en nueva edición irrumpe desde una faceta más humanizada: «no era un monstruo, aunque a él le gustaba verse como tal», dicen los autores.

Frente a los primeros borradores de su biografía, que llegó un par de años antes de su repentina muerte, ocurrida el 12 de febrero de 2002, el propio Galimberti celebró que estaba «bien escrita» y que se «leía de corrido», según evoca ahora Caballero, uno de los artífices de este texto de más de 600 páginas que recorre su vida con énfasis en el arco temporal que va de los 70 a los 90, cuando pasó de ser una de las figuras centrales de la agrupación Montoneros a convertirse en asesor de la ex SIDE y directivo de la empresa Hard Communication, que organizaba los sorteos del programa que conducía por entonces Susana Giménez.

Paralelamente, por estos días el realizador Pablo Trapero («Mundo grúa», «Elefante blanco») está trabajando para adaptar el libro editado por Sudamericana y convertirlo en una serie.

– Télam: ¿Cómo se resignifica esta biografia publicada hace veinte años que vuelve a circular ahora en versión aumentada y actualizada?

Roberto Caballero: Esta edición tiene un nuevo epílogo con una faceta desconocida de Galimberti. El libro ha ido mutando: no es el mismo de hace veinte años atrás. Por un lado, no tiene los errores de la primera edición, pero eso ya lo habíamos solucionado con la tercera, gracias a que Pepe Eliaschev, que fue un tipo muy generoso, leyó el libro y nos alertó que tenía muchos errores. Nos llevó toda una pelea en ese momento con la editorial Norma, que no quería saber nada, pero finalmente accedió. Eran más de 200 errores que iban desde nombres hasta esquinas que no se cruzaban, un trabajo minucioso el que se tomó Eliaschev.

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Después hicimos una edición para España y también allí hubo un epílogo que contemplaba lo que hasta ese momento no había ocurrido que era la muerte de Galimberti. Nosotros contamos las circunstancias de su muerte. Y esta nueva edición incluye una faceta desconocida del personaje.

T: ¿Se refiere al registro de un Galimberti más humanizado?

R.C.: Galimberti no era un monstruo: a él le gusta verse como un monstruo, como cuando decía «yo soy el Drácula argentino» o «yo soy peor de lo que ustedes creen, pero mejor de lo que imaginan». Es indudable que tenía una conciencia extrema de su rol como personaje en la historia argentina, de la estatura de sus acciones o de sus decisiones. Era un tipo atípico. Me niego a pensar que fuera un monstruo pero obviamente tenía una faceta humana que le mostraba algunos, no a todo el mundo.

Estamos hablando de una persona que condensaba en sí mismo todos los aspectos de la condición humana. Hasta el golpe del 76 es muy difícil verlo a Galimberti «transando» con el adversario y el enemigo. Todos los relatos apuntaban a un tipo corajudo, que iba al frente, que se quedaba último en el retén, que participaba de operaciones militares armadas, que estaba pendiente de sus compañeros. Hoy desde una perspectiva de género tiene cosas muy criticables, pero no tuvimos muchos testimonios en contra de él en términos políticos ideológicos, de compromiso, de audacia y de la generosidad en la entrega por la lucha política que había encarado.

Con Galimberti pasa algo distinto a partir del 76, pero como pasa con la Argentina: el 76 es un tajo en la historia del país y es un tajo evidentemente en la historia de Galimberti. Cuando muere su mujer (la hermana de Patricia Bullrich) ahí sí ya le explota la cabeza y se transforma en otra cosa. Pero lo monstruoso que tenía es lo que lo hace humano también.

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– T: ¿Hay algún personaje de la vida política actual que encarne algo de su estilo o de su recorrido?

– R:C: Galimberti sigue siendo Galimberti porque él es un personaje protagonista de una historia que es la suya, en un contexto de país que va de los setenta a los noventa, pero que ya no es la actual: es historia reciente, pero historia. No creo que hoy haya alguien comparable con Galimberti. Sí podemos encontrar algunos personajes que también configuran algún tipo de parábola entre los setenta y la actualidad. Podría mencionar a Mario Montoto que fue de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), fue montonero, fue el secretario privado de Mario Firmenich y hoy es el presidente de la Cámara Argentino-Israelí y multiempresario, pero Montoto no es Galimberti, aunque provenga del mismo tronco ideológico.

También podríamos mencionar a Paolo Rocca, quien fue a fines de los 60 un tipo de la izquierda italiana, un joven que apoyaba la lucha armada con algún vínculo con las Brigadas Rojas y hoy es el CEO de Techint en la Argentina. Hay varias personas que encarnan ese tipo de parábola. Galimberti tuvo una particularidad y es que no solamente trazó ese cambio, sino que también incursionó en otras cosas como el vínculo empresarial con Susana Giménez. Galimberti es un personaje singular, atrapante y no transferible de la Historia Argentina.

Y ahora en estos 20 años salimos en ebook que es una novedad. El libro siempre había sido de papel y luego había pasado algo a lo digital, pero esta vez es sólo digital; por lo menos hasta que pase la pandemia. Algo nuevo para todos aquellos que vienen siguiendo edición tras edición y que coleccionan «Galimberti» en sus múltiples variantes y versiones desde que arrancó allá en el 2000.

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– T.: El realizador Pablo Trapero está en vías de concretar una miniserie basada en el libro ¿Qué participación o expectativas tienen respecto a su adaptación al lenguaje audiovisual?

R.C.: Desde que el libro salió mucha gente nos contactó para hacer desde películas hasta series. Nos han alquilado o comprado los derechos, muchas veces. Esperamos que ahora Pablo Trapero pueda concretar esta idea de llevarla a la plataforma Netflix como serie. Hasta ahora no tenemos pensado formar parte del guión. Seremos espectadores atentos e inquietos de la serie.

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