INGREDIENTES
- 500 gramos de harina de trigo común, de todo uso
- 300 ml de agua templada (a unos 35 grados. Es muy importante que no queme para que no desactive la levadura)
- 7 gramos de levadura seca de panadería (o 20 gramos de levadura fresca)
- 1 cucharada de azúcar (o edulcorante en cantidad equivalente… o nada)
- 1/2 cucharada colmada de sal
- 2 cucharadas de aceite de oliva
PREPARACIÓN
– En un bol añadimos 100 ml del agua templada, la levadura, el azúcar y 1 cucharada de la harina. Disolvemos y mezclamos todo bien (podemos dejarlo reposar unos 5 o 10 minutos para que fermente un poco, pero no es esencial. Yo casi nunca lo hago porque siempre voy con prisas y el resultado es el mismo).
– En un bol grande colocamos la harina, hacemos un pequeño hueco en el centro y añadimos los 200 ml restantes del agua templada, la sal, el aceite y la mezcla anterior con la levadura. Integramos bien una espátula.
– Cuando la mezcla esté bastante homogénea, empezamos a amasar con las manos (o con una amasadora). Si la masa está muy pegajosa añadimos algo de harina hasta obtener una consistencia flexible y suave. No pasa nada si se pega un poquito a las manos, pero solo un poco.
– Cuando tengamos la consistencia deseada, formamos una bola y la ponemos en el bol, ligeramente enharinado. Espolvoreamos un poco más de harina por encima de la bola y tapamos con un trapo hasta que doble o triplique su volumen (1 – 1,5 horas). Ahora con el calor el proceso es bastante rápido y fácil En Invierno os aconsejo que pongáis el bol junto al radiador o en algún sitio caliente de la casa.
– Cuando la masa haya doblado su tamaño, la volcamos sobre una superficie enharinada, la aplastamos con los dedos para sacar el aire, la enrollamos y damos forma, con cuidado de que no quede aire dentro, y la metemos en un molde rectangular previamente engrasado con margarina.
– Volvemos a tapar con el paño y dejamos que vuelva a aumentar de volumen (más o menos otra hora).
– Pasado el tiempo, destapamos y metemos al horno ya caliente a 220ºC, calor arriba y abajo sin ventilador, a media altura durante 10 minutos. Pasado el tiempo bajamos a 190ºC durante 25 – 30 minutos.
– Una vez listo el pan, lo sacamos del horno y lo desmoldamos con mucho cuidado para que se enfríe sobre una rejilla (podemos esperar unos minutos a que el molde no queme).
Un truco que da Loli para que la corteza no quede dura es pintar la superficie, ahora que está caliente, con agua y taparlo con una servilleta de papel, que también puede estar mojada, durante unos 5 o 10 minutos.
– Cuando el pan se haya enfriado del todo ya lo podemos cortar en rodajas. Yo suelos hacer varios, uno para comer en el momento y el resto los rebano y los congelo. Luego en el momento de usar ese pan simplemente voy sacando las rebanadas que voy a comer del congelador y las meto directamente en la tostadora. Este pan de molde queda perfecto. Si lo probáis no querréis volver a comprar el industrial. Os lo aseguro. 🙂