La intendenta de Quilmes aseguró que el trabajo implementado va más allá de contener la propagación del virus. La urbanización de la villa y la finalización de 152 viviendas que abandonó el macrismo.

Villa Azul, un barrio de unos cuatro mil habitantes, continúa completamente aislada por el brote de covid-19. Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes, el municipio al que pertenece la zona más relegada y complicada de la villa, está convencida de la conveniencia de la cuarentena aplicada y de la importancia del Estado en circunstancias como la actual. Dijo que «el virus puso en evidencia todas las situaciones de desigualdad y abandono en la que se encuentran algunos sectores» y aseguró que trabaja «para transformar la realidad del barrio y concretar la urbanización».

–¿Qué análisis hace de la situación que se vive en Villa Azul?

–Las enfermedades muchas veces tienen más que ver con el código postal que con la carga genética de la persona y esta pandemia vino a evidenciar esto. Vino a evidenciar que la desigualdad hace que algunos barrios puedan quedar protegidos del virus porque tienen condiciones garantizadas –una vivienda de material, agua potable, un tendido eléctrico seguro–, mientras que otros barrios, con los que tenemos una deuda histórica, viven en condiciones de hacinamiento que agravan la situación. Eso es lo que sucedió en Azul. Y ese es el motivo por el que realizamos este aislamiento sanitario, para controlar el brote e impedir que prenda en la villa de al lado, Itatí, que tiene 5 o 6 veces más población y que si cruza para ese lado la situación va a ser inabordable.

–¿Cómo se tomó la decisión, bastante inédita, de aislar completamente Villa Azul?

–Hoy es «inédito» cualquier protocolo porque estamos viviendo en una situación excepcional en el mundo. Y la realidad es que la experiencia que fuimos logrando en estos días nos llevó a dar cuenta que el aislamiento sanitario era la mejor opción. Esto tiene que ver con lo que indica el protocolo sanitario para cualquier situación que tenga un foco de casos positivos. Llamamos a algunos referentes barriales y sociales, comunicamos la medida y se la explicamos, en conjunto con el municipio de Avellaneda y de autoridades de tres ministerios de la Provincia, a los vecinos. Puede haber sido chocante al principio, pero estamos convencidos de que es la mejor decisión que podríamos haber tomado porque estamos cuidando al barrio Azul y a sus habitantes, pero también estamos cuidando al resto de los barrios vecinos.

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–¿Cómo se hace para que la gente en las villas no salga de sus casas teniendo en cuenta las condiciones estructurales en las que viven?

–Con una muy fuerte presencia del Estado. Nosotros estamos haciendo el aislamiento con los vecinos, estamos trabajando juntos para atender todas las demandas que, principalmente, consisten en alimentos, remedios, pañales, toallitas higiénicas. Eso lo pudimos hacer porque es un barrio con una escala controlable (viven unas 3128 personas), pero que requiete una asistencia del Estado las 24 horas del día durante los 14 días que dure el aislamiento. Nosotros estamos adentro del barrio, no nos vamos a ir. Y esto hay que hacerlo en el lado de Quilmes del barrio, una zona que no logró la urbanización y que no tiene la infraestructura sociocomunitaria básica para que las personas puedan vivir en buenas condiciones de vida. El lado «digno» de Azul está en Avellaneda, que está en un 80 por ciento urbanizada y tienen 750 casas. Nosotros esperamos que este momento tan difícil que estamos viviendo sea también una oportunidad para visibilizar y transformar la realidad del barrio y concretar la urbanización para todos. En Quilmes tenemos 152 viviendas que han quedado abandonadas en los últimos cuatro años y nos reunimos con (la ministra de Desarrollo Territorial) María Eugenia Bielsa para retomar el proyecto y terminar las viviendas.

–¿En qué consistió la reunión con la ministra Bielsa y qué proyectos están estudiando implementar en el barrio?

–Nuestro objetivo es poder terminar el proyecto de urbanización del 20 por ciento que le queda a Avellaneda y comenzar a poner del lado de Quilmes las mismas condiciones que se lograron del otro lado de la calle Caviglia. Con el apoyo de la Nación y la Provincia, vamos a trabajar en la urbanización de Azul. Jorge Ferraresi ya demostró que es posible y ahora lo tenemos que hacer del lado de Quilmes. Ahora están las bases pero falta terminar. Actualmente existen estas 152 viviendas en cuatro módulos que fueron abandonadas por la gestión de Cambiemos y que nunca se terminaron. Nosotros queremos retomarlas y ser parte del mismo proceso que se dio en Villa Palito, en La Matanza, en donde los vecinos fueron parte de la construcción de sus viviendas. Ahora falta rescindir los convenios de construcción y hay que comenzar otra vez las obras.

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–¿Qué respuesta les da a los vecinos y vecinas que tienen miedo, que están en desacuerdo con la medida o que denuncian que no tienen para comer?

–Entiendo el miedo de que se los deje abandonados, entiendo el enojo por haber estado muchos años con distintos gobiernos que sólo los miraron con la nuca. Puede comprender todo eso, y lo he hablado con muchísimos vecinos de Azul, pero tienen que creernos que venimos a hacer las cosas distintas y que vamos a trabajar sobre la urbanización de Azul. Nosotros además generamos un red de trabajo comunitario con curas del barrio, referentes y vecinos que se aseguran de que los bolsones lleguen a cada uno de los pasillos y cada una de las casas. Pero puede suceder que a alguna casa no haya llegado, y nos acercaremos.

–El subsecretario de Políticas de Integración del Ministerio de Desarrollo Social, Daniel Menéndez dijo que el aislamiento era construir «un gueto de pobres». ¿Qué opina?

–Daniel Menéndez estuvo recorriendo Azul y vio la necesidad sanitaria de haber implementado el aislamiento. Vio también que no es solo la policía la que tiene presencia sino que hay todo un trabajo conjunto con diferentes niveles del Estado. Yo creo que si hoy le preguntan por el trabajo que estamos haciendo en Azul él tendrá otra opinión. De todas maneras, yo tengo dos barrios privados en Quilmes y si hubiera encontrado en la primera etapa un foco tan grande de contagio en alguno de ellos lo hubiese aislado también. No tiene que ver con la clase social, tiene que ver con la posibilidad del contagio y del control epidemiológico para que esto no se siga propagando. Piense que nosotros en Quilmes tenemos 356 casos confirmados y, sacando el foco en Villa Azul, en el resto del distrito tenemos 175 casos en un municipio que tiene 700 mil habitantes. Cuando hay un brote hay que controlarlo porque si el foco cruza a Itatí se volvería inabordable y vamos a sufrir consecuencias muy dolorosas. No es fácil ni agradable tomar una decisión de estas características pero cuando gobernás tenés la responsabilidad de asumir decisiones de esta forma y luego explicarla para que se puedan ver las consecuencias. Y yo cada día estoy más convencida de lo que hicimos porque estuvimos viendo como bajan la cantidad de hisopados y de personas que se presentan con síntomas.

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–Algunos sectores están denunciando la «militarización» del barrio, ¿le preocupa que mayor presencial policial redunde en mayores casos de violencia institucional?

–Sí, siempre me preocupa y por eso siempre planteo que la sociedad ojalá deje de pedirnos tanta policía algún día, porque sabemos que la policía, en su tarea de buscar mantener el orden durante el cumplimiento del aislamiento, puede cometer actos de violencia institucional. Yo no voy a militarizar un barrio, voy a tomar una decisión sanitaria para poder generar el control de un brote epidemiológico. Pero además, si hay algo que este virus puso en evidencia es en todas las situaciones de desigualdad y abandono en la que se encuentran algunos sectores, ya sea aquellas que viven hacinadas en los barrios populares o aquellas que fueron descartadas en el final de sus vidas a geriátricos que no cuentan con las más mínimas condiciones dignas.

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