Es difícil seguir el fixture de los cacerolazos. Este jueves había anunciados cuatro. La marcha contra el comunismo, La revolución del barbijo, El7MContra el Gobierno y CacerolazoHistórico. Pero las superposiciones de horario, los dos primeros a las 18 y los otros a las 20, en realidad los transformaron en solo dos. O dicho de otra manera, los hipotéticos caceroleros podían querer repudiar a la momia de Lenin o revolucionar su tapabocas pero los circunstanciales testigos nunca podrían discernirlo.

En el específico caso de las 18, en Belgrano, el barrio donde aún en las elecciones de 2019 el macrismo consiguió casi el 60 por ciento de los votos, nadie se dio por enterado. Los comunistas respiraron aliviados.

A las 20, la situación cambió un poquito.

Real MaliCIA

La CIA sabía lo que hacía cuando, para acorralar al gobierno de Salvador Allende, inventó, o copió, los cacerolazos.

Las cacerolas suenan fuerte. Se escuchan desde lejos. Amedrentan. Aún si son pocas.

Aún si son muy pocas.

En los tiempos de la Unidad Popular chilena la CIA enfrentaba un problema. Los o las que golpeaban las cacerolas estaban en la calle. Se podía contarlos. En general eran muchos. Pero había que juntarlos.

En los cacerolazos contra el gobierno de Cristina Kirchner también estaban en las calles. Se podía contarlos. A veces eran muchos. A veces eran pocos. Pero siempre había que juntarlos.

La gran ventaja de los actuales cacerolazos es que no están en las calles. No es fácil contarlos.

Pero el invento de la CIA funciona. Las cacerolas suenan fuerte. Y engañan.

Todos los ruidos, el ruido

A las 8 de la noche, en el corazón más macrista de Belgrano, empezaron los segundos dos cacerolazos. A las 8:02 se escuchaban ruidos aislados y a eso de las 8:05 el golpeteo parecía generalizado.

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Pero, sorpresa. Una recorrida por la zona mostraba que casi no había gente golpeando en los balcones. Que en una zona con edificios de entre 10 y 25 pisos, con mucha suerte había dos balcones participando cada cien metros. Que la mayoría de las cuadras no mostraban ni uno.

Pero el ruido estaba.

Si uno agudiza el oído descubre que no son tantas las fuentes del sonido y en un barrio donde viven miles de personas unas pocas logran la diferencia.

Los contados transeúntes no mostraban mayor reacción ante el evento.

Un camión recolector de basura pasó con una cumbia a todo volumen. ¿El conductor quería eclipsar a las cacerolas? No parecía. Seguramente era su costumbre.

A los pocos minutos el golpeteo se fue distanciando hasta desaparecer. El7MContraElGobierno o el CacerolazoHistórico ya eran eso, historia.

Pero a pesar del ruido, no muy histórica.

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