El historiador de arte y curador Federico Baeza, recién nombrado al frente del Palais de Glace, propone una nueva mirada para la gestión del espacio cultural cuyos ejes serán el Salón Nacional y el valioso acervo de la institución, que planea reorganizar bajo un guión curatorial que pondrá el acento en una “reformulación de las narraciones sobre el arte local» para incluir «a quienes no sólo han sido vulnerados en sus derechos sino que también se les ha negado el derecho a la manifestación estética».

El edificio del Palais de Glace, ubicado en el barrio porteño de Recoleta, se encuentra en refacciones y con su obra detenida por la crisis del covid-19, en estos últimos meses. Su remodelación fue una las apuestas del gobierno anterior, que tras una una licitación destinó 160 millones de pesos a la obra, iniciada en 2018 y con una duración planificada de 18 meses que debía concluir en el segundo semestre de 2019 pero los plazos sufrieron dilaciones.

«Estamos analizando el avance concreto de las obras, se ha progresado en cuestiones estructurales, como la restauración de la cúpula, pero la crisis del COVID 19 ha impedido continuar con el proyecto en estos meses. Actualmente se han tomado los recaudos para preservar lo hecho y se está analizando un nuevo cronograma de obra», destaca Baeza en diálogo con Télam.

Por el momento la sede transitoria de la institución se trasladó a la Manzana de las Luces, donde está preservada la totalidad del acervo, al igual que su archivo y biblioteca que están en vías de digitalización. «Allí también se desarrollarán actividades abiertas al público cuando esto sea posible», explica el director.

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Télam: ¿Cuál es el programa de gestión que va a llevar adelante?
Federico Baeza: El eje del programa que estamos implementando parte de la relectura de su legado: el Salón Nacional, y el acervo institucional que esta actividad genera, que son la espina dorsal del Palais. Uno de los objetivos centrales es incidir en una producción cultural diversa y que a su vez se vuelva un actor en las transformaciones culturales. Una buena relectura de este legado nos conduce a apoyar una pluralidad estética real que también incluya a quienes no sólo han sido vulnerados en sus derechos sino que también se les ha negado el derecho a la manifestación estética. Poder desclasificar aquellas divisiones vinculadas a nociones como género, clase o color de piel.

T: En los últimos años, el Palais de Glace desdibujó bastante su identidad? ¿Cuál debería ser su rol en el concierto de espacios nacionales dedicados a la exhibición de arte?
FB: El cierre temporario de su sede histórica, sumado a un proceso de desgaste que motivó que parte del equipo de trabajo se disolviera, disminuyeron su capacidad de dar respuestas a la comunidad artística y al público. El rol del Palais de Glace es poder revisitar una colección histórica bajo una mirada siempre atenta a las transformaciones culturales del presente. Es por eso que iremos desarrollando programas que puedan asumir esa complejidad temporal construida por constantes procesos de relectura y que también incluyan voces provenientes de ámbitos como el activismo, el pensamiento, la educación y otras disciplinas artísticas.

T: ¿Cómo condiciona el aislamiento social a la hora de planificar la gestión?
FB: Los condicionamientos son múltiples, desde dificultades para la gestión cotidiana hasta la incertidumbre de los calendarios de trabajo. Mientras todo esto sucede, van emergiendo poco a poco nuevas prácticas sociales que evidentemente van a moldear otros usos de los espacios de exhibición después del aislamiento.Estos nuevos usos sociales que están surgiendo van a generar diversos desafíos. Uno de los más importantes va a ser poder cuidar nuestra salud y simultáneamente diseñar modos de reencontrarnos. La exhibición sigue dependiendo de un dispositivo muy antiguo: el tránsito de cuerpos que en un trayecto frente a objetos, pero también frente a la mirada de los otros, obtienen estímulos para construir relatos y experiencias.

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T: En este escenario de parálisis algunos analistas de consumos culturales sostienen que estamos en un momento único para repensar qué es la cultura o el arte hoy ¿Cuáles son sus alcances?
FB: La parálisis tiene consecuencias en el campo del arte y la cultura, evidentemente el surgimiento de ciertos debates puede permitirnos desaprender algunas nociones. Por ejemplo, si esta situación ha puesto en relieve el lugar del Estado en nuestra vida cotidiana, esto se va a trasladar a los museos y otras instituciones públicas que tienen que velar no sólo por el acceso a determinados bienes culturales sino también de darle voz a distintos colectivos sociales que sostienen modos de vida y vinculación estética diversas. Es una oportunidad para volver a discutir el reparto social de estos espacios que se deben a toda la comunidad.

Las prácticas museográficas deben poner en discusión el uso del patrimonio, implementando estrategias para restituir su apropiación por parte de colectivos en permanente transformación. Poner a disponibilidad el acervo implica hacerlos legibles y útiles en coyunturas tan dramáticas como esta: desacralizarlos, lograr que sean herramientas de reflexión y autopercepción.

T: ¿La digitalización del arte que se está dando como consecuencia del aislamiento se instala como una estrategia de emergencia o puede dar lugar a una reformulación radical del sistema de exhibición y comercialización del arte?
FB: Frente al problema de la comercialización, galerías y ferias están dando diferentes pasos. Con respecto al sistema de exhibición, el tema es más complejo: es difícil sostener, por ejemplo, que las visitas virtuales reemplacen el recorrido físico. La exhibición es un dispositivo antiguo anclado en los cuerpos y su presencia contigua en el tiempo y espacio con ciertos objetos o situaciones. Frente a la deslocalización generalizada de diversas áreas de la experiencia cotidiana justamente la exhibición se presentó como un lugar de conservación del aura, por decirlo de algún modo. Esto no quiere decir que no podamos repensar estrategias curatoriales que hayan sido pensadas para entornos digitales, el tema es que justamente no se pueden pensar como un reemplazo de esa instancia física.

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