«En situaciones de angustia y temor colectivo, como la actual, el arte no solo se refugia en lo virtual sino que también genera nuevas creaciones como medicina o respuesta a la amenaza misma», señala el filósofo Esteban Ierardo al analizar las consecuencias de la pandemia en el ámbito cultural y en relación a la tecnología.

Ante el cierre físico de miles de museos y espacios culturales en el mundo, el arte se volcó de manera masiva a Internet y a las redes sociales para seguir expresándose, llevando propuestas creativas a los hogares y para mantener contacto con sus visitantes, mientras surge de manera inevitable la revisión de antiguos formatos, ante la imposición de los nuevos modos virtuales de comunicación.

«Creo que el coronavirus le está permitiendo a la cultura tener un pasaje rápido a la transformación digital. Tal como lo está haciendo con la educación y el trabajo en general. El brote del Covid-19 obligó a los actores de la industria cultural a repensar de manera innovadora como ofrecer alternativas. Y este impulso podría dar lugar a innovaciones para el futuro en la forma en que las personas se encuentran e interactúan», desliza el tecnólogo Joan Cwaik.

Ante el notorio aumento de transmisiones en vivo, tours virtuales y shows en redes, Cwaik opina: «Hay una tendencia a tomar conciencia del alcance de las tecnologías y tratar de disminuir las barreras para lograr una mayor cercanía con la audiencia. Me imagino que seremos testigos de muchas iniciativas creativas y emergentes, en el corto plazo, en la escena local, que aprovechen este contexto para ofrecer proyectos culturales distintos y en muchos casos a la distancia».

Para el autor de «7R: las 7 revoluciones tecnológicas que transformarán nuestra vida», cuando el mundo se regularice, luego de que se aplane el ritmo de esta pandemia, «la cultura va a vivir un reseteo en nuestra forma de pensar las conexiones sociales y más que nada el rol del tacto. Habrá una disminución de los contactos sociales y me imagino un escenario difícil para los que trabajen agrupando grandes cantidades de personas», advierte.

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Para el tecnólogo Santiago Bilinkis, el mundo del arte está todavía atrapado en un territorio intermedio: «La realidad virtual y la realidad aumentada existen pero aun no son capaces de crear experiencias inmersivas que compitan en términos de igualdad con la realidad. Por eso resulta interesante las experiencias puramente virtuales que están surgiendo pero todavía, mirar fotos 360 recorriendo el Louvre, no se parece a la experiencia de estar ahí. Sin embargo, no es imposible que en algún momento logremos algo, si no equivalente, bastante similar».

El autor de «Guía para sobrevivir al presente» compara el fenómeno de los museos con los libros: «Con la lectura de ebooks algunas cosas se pierden pero muchas también se ganan, como por ejemplo el subrayado colectivo, que en un libro de papel es imposible, o llevar miles de libros con vos a todos lados. Creo que, de alguna manera, con el avance de estas tecnologías, vamos a ir teniendo cada vez mejores experiencias virtuales, más competitivas con las no virtuales».

Para Esteban Ierardo -quien escribió los ensayos «Sociedad pantalla: Black Mirror y la Tecnodependencia» y «Mundo virtual», los zigzagueos del arte frente a momentos de conflicto se pueden ver «en la historia de la literatura, por ejemplo, con la obra de Jack London, ‘La peste escarlata’. También en ‘El último hombre’ de Mary Shelley, ‘La muerte de la máscara roja’ de Edgar Allan Poe, o el ‘Decamerón’ de Boccaccio. Del encierro, el arte escapa con nuevos actos de creación», concluye.

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