Fin de la visita a Olivos. El Presidente lleva a PáginaI12 a la puerta de la residencia. Maneja el carrito para recorrer distancias largas y pregunta si quedó alguna consulta pendiente.

–Usted cree en Dios. Si pudiera hablar con él, ¿qué le diriá? 

–Qué pregunta rara…

–Puede ser.

–(Piensa) Que ayude a la Argentina.

Primera impresión del recorrido por la residencia presidencial: un interminable parque verde en el que parece que es domingo por la poca gente que circula a pesar de ser jueves. Recién cuando se advierte que el poco personal que trabaja afuera lleva barbijos, se entiende que la poca circulación por los jardines cerca del mediodía se debe a la pandemia mundial y no a que PáginaI12  haya equivocado la fecha y se haya presentado a la cita el día en el que, dicen los creyentes, Dios descansó post creación del universo.

Dentro de las oficinas, el panorama es distinto, salvo por los barbijos. El vocero de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, Hernán Reibel, y Jésica Rey, la vocera del gobernador bonaerense Axel Kicillof, conversan sobre distintos proyectos y problemáticas de la cuarentena. 

A los pocos minutos aparece Juan Pablo Biondi, el vocero del Presidente, e ironiza sobre la presencia de Reibel: «Viste, están peleadísimos Cristina y Alberto, la presencia de Hernán es la muestra irrefutable».  Biondi no deja de atender su celular y es el más interrumpido por el teléfono en el almuerzo con ministros al que asistió este diario después de la reunión con epidemiólogos.

Este diario accede a la oficina de Fernández. En minutos  aparece el Presidente. Se lo nota cansado, pero de buen humor. Cuenta con quiénes estuvo charlando la noche anterior y no tiene problema en admitir que las decisiones sobre la pandemia son difíciles porque para todo hay dos bibliotecas. 

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Pregunta cómo va a ser la cobertura, le consulta a Biondi si ya llegaron los epidemiólogos o hay tiempo para encarar una parte de la charla y se presta a transitar el recorrido que hacía con Néstor Kirchner por la residencia. Parte de ese diálogo está en la nota de tapa que PáginaI12 publicó este domingo: https://www.pagina12.com.ar/262129-alberto-fernandez-en-cuarentena-en-la-intimidad-de-olivos-la

Pero hubo más.

–¿Piensa a veces en qué le diría Néstor Kirchner si viera lo que está haciendo?

–Yo creo que él estaría muy contento con lo que estamos haciendo. Honestamente, siento que estoy, en lo conceptual, haciendo cosas parecidas a las que hicimos con él en el 2003. Afrontar el tema de la deuda y no eludirla, hacer una oferta sensata que podamos pagar, elegir la vida y la salud y no la economía, poner la economía al servicio social y no al revés…

–¿Y se siente acompañado por la gente?

–Sí. La gente ha entendido es que le estamos hablando sensatamente. Hay una sociedad que quiere afrontar el problema y que el Estado no marche solo como ocurrió otras veces.

–¿Por qué hace política?

Empecé a militar a los 14 años y cuando me preguntaban eso respondía «para poder cambiarle alguna vez la vida a la gente con una lapicera». Y siento que con Néstor lo habíamos cumplido. Uno se da cuenta de que le ha cambiado la vida para bien a mucha gente. Es el día de hoy que voy al supermercado (ya no tanto) y se me acerca alguien a decirme «mi mamá se jubiló gracias a ustedes».

El Presidente llega al famoso portón verde y emprende el regreso con PáginaI12.

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–¿Cómo se adaptaron Fabiola y Estanislao a vivir acá?

–Fabiola bien. Estanislao más o menos porque extraña mucho su independencia, pero tampoco es que lo tengo encerrado. No es un nene y entiende perfectamentte los riesgos que se corren y la responsabilidad que tiene que tener.

Igual yo lo entiendo: todos fuimos jóvenes y quisimos sentirnos libres. Esta idea de tener que aislarse del otro es compleja. El otro día, Jorge Drexler subió un videito por zoom y me lo mandó porque dice que es la única forma que tiene para estar con sus amigos. Es el tiempo que nos tocó.

–La pregunta del millón: cuando pase la pandemia ¿se viene un mundo mejor o no?

Debería venir un mundo mejor porque éste no ha servido de mucho. Wall street se cae y se cae. Y las empresas se desmoronan porque los consumidores han desaparecido. Y un capitalismo sin consumidores vale nada. Hay que plantearse qué sentido tiene este capitalismo financiero, especulador. 

Y cuando uno ve que con la pandemia la polución empieza a desaparecer y hay un planeta con otro clima, tendría que plantearse cosas. El cambio climático que llevó a los acuerdo de París fue frustrando por muchos países, entre ellos Estados Unidos por las supuestas pérdidas en el P.B.I. Ahora no sabemos cuánto va a caer el PBI, pero no hicimos ese cambio para no perder 3 o 4 puntos. Hay que repensar muchas cosas.

La charla termina y Fernández parte a la reunión con epidemiólogos que lo ayudará a delinear la tercera fase de la cuarentena. No usa barbijo dentro de la residencia, pero tiene implementada a la perfección la costumbre de toser con el codo. Camina rápido. 

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No le molestan las fotos y se presta a todas las que le piden.

Cuando Dylan o Prócer le saltan encima, los reta dulcemente: «me van a ensuciar todo el traje». Trata de practicar lo que algún entrenador canino le debe haber explicado. Y para que se sienten, les dice «sit, sit», en inglés.

Es raro que el Presidente se olvide de algo. A la hora de la despedida con codo, recuerda que en el momento de la pregunta, unas horas antes, no se acordó de qué canción no tan conocida de Litto Nebbia le gustaría que fuera reversionada. Pero al final recordó que faltaba esa respuesta: «Dejame que lo piense y te lo contesto cuando sepa», dijo.

A la entrada, en Olivos le toman la fiebre a cada ingresante con un termómetro moderno que se le acerca a la frente a la persona en cuestión. A la salida, no, pero sí hay que volver a pasar por el escáner lo que uno haya traído consigo, en este caso una cartera.

Y vuelta al mundo exterior, donde la mayor parte de los argentinos no tienen las mismas comodidades que en la residencia, pero tampoco la responsabilidad de velar por la vida y el bienestar de millones de argentinos.

 

 

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