La figura de la poeta estadounidense Sylvia Plath vuelve a circular por estos días a través de la reedición de dos de sus libros -ente ellos su icónica novela «La campana de cristal»- y la publicación de un texto inédito que hoy permite resignificar su producción bajo una nueva clave, «alejada de la figura de víctima que ha pesado en ella hasta ahora» y proclive a dar cuenta «del talento y la fuerza de una de las grandes escritoras del siglo XX», según destaca el editor español Albert Puigdueta.

La obra de Plath (Boston, 1932 – Londres, 1963) ha quedado atrapada por décadas en el relato fantasmal de su trágica muerte.

El gesto de dejar que el monóxido de carbono de su horno penetre en sus pulmones hasta matarla fue la culminación de una asfixia que la poeta había empezado a sentir mucho antes, atrapada en los mandatos sociales y hostigada por los vaivenes de una relación amorosa cuyas coordenadas encajan en los cuestionamientos que los feminismos concentran hoy en su impugnación al amor romántico.

«Empecé a pensar que casarte y tener hijos era un lavado de cerebro y después ibas atontada como esclava en un estado totalitario privado», dice la heroína de «La campana de cristal», la novela que Plath escribió camuflada bajo el seudónimo de Victoria Lucas y que ahora acaba de reeditar el sello Penguin Randon House.

«Editar hoy a Plath es alejarla de la figura de víctima que ha pesado en ella hasta ahora, para dar cuenta del talento y la fuerza de una de las grandes escritoras del siglo XX», destaca en diálogo con Télam desde España el editor Albert Puigdueta, que estuvo a cargo de los textos de la autora que la editorial pone ahora en circulación.

¿Cómo se podrían leer hoy sus esbozos feministas al calor de la visibilidad que tienen las reivindicaciones de este movimiento? «Su obra siempre ha estado ligada a su depresión, al abandono de Hughes y a su suicidio, pero ha sido leída como una curiosidad mitómana y percibida como literatura ‘femenina’, solo para mujeres, para nada literatura universal», explica el editor español.

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«La lectura de la obra de Plath actúa como un altavoz que pone de manifiesto el patriarcado de la sociedad de una época que no concebía a la mujer más que dentro de ciertos ámbitos, a la retaguardia de un hombre, sin poder brillar por sí sola o con obstáculos insalvables, y donde la no maternidad se veía como un fracaso -analiza Puigdueta-. Cuestiones que hoy forman parte de una lucha feroz que intenta romper unos cimientos establecidos y asentados».

En «La campana de cristal», Plath elige narrarse a partir de la voz de Esther Greenwood, que reproduce muchas de sus experiencias personales: su oportunidad fallida en una prestigiosa revista neoyorquina que frustra sus expectativas de cursar un taller de redacción en Harvard y dispara en un cuadro depresivo por el que se confronta a su primera terapia de electroshock y más tarde a su primer intento de suicidio.

Con la mordacidad que caracteriza su prosa, Plath se despacha en su novela contra una sociedad en la que las mujeres reciben una educación de excelencia para terminar por dedicarse todo el día a «cocinar, limpiar y lavar» y ser pisadas como «el felpudo de la cocina».

«Escribir sobre este período tan turbulento de su vida pasada puede leerse como tocar de nuevo una tecla profunda que conecta directamente con la insatisfacción y el tormento que la llevó al suicidio finalmente», señala Puigdeta.

En 1952, durante su experiencia en la redacción de la revista neoyorquina, Plath escribió «Mary Ventura y el noveno reino», un relato inédito protagonizado por una adolescente obligada por sus padres a subir a un tren cuyo destino desconoce que forma parte de la tríada de obras que lanza ahora Penguin Random House

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«En el texto se intuye una desesperación sorda, la de no poder escapar de ese viaje hacia el que Mary va con reluctancia, pero también con resignación», escribe la escritora argentina Mariana Enríquez en el epílogo del libro.

Tras permanecer oculto durante sesenta y seis años, el cuento permite ahora nueva iluminaciones sobre la obra de la escritora. «Es un relato de iniciación, un coming-of-age que ya apunta rasgos evidentes de su escritura futura, con un dominio absoluto de la observación y la descripción detallada», observa Puigdeta.

«El lector puede descubrir el enorme talento y brillantez de una joven Plath y el estilo sorprendentemente sólido de una autora en ciernes que busca su voz, y con unos temas que marcarían el canon de su obra futura (la muerte, la lucha contra un lugar impuesto, la salud mental)»

Albert Puigdueta

Según el editor, este relato repleto de simbología se une al rompecabezas de su obra y actúa como antesala a «La campana de cristal»: «En ambas historias una mujer, en su entrada a la vida adulta, no acepta el entorno hostil y gris al que parece estar destinada, ni la inercia a la que se ve abocada, ni lo que se supone que se espera de ella. Alienada, se da cuenta del peligro y busca una salida, una salvación», sostiene Puigdeta.

Finalmente, el tercer texto que forma parte de los lanzamientos editoriales dedicados a Plath es «Soy vertical pero me gustaría ser horizontal», una selección de sus textos poéticos realizada por Luna Miguel que da cuenta de muchas de las preocupaciones que la escritora expresó en los versos que componen «El Coloso» (1960) y el póstumo» Ariel» (1965), que terminaron de catapultarla como poeta.

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«Su poesía confesional, directa y cruda es pionera en aquellos años 50 tanto en estilo como en temática. Plath reivindica lo literario de temas que el canon anglosajón rechazaba por ‘femeninos’, ‘rebeldes’ y ‘obscenos’, como la salud mental o la maternidad», sostiene Miguel en el prólogo.

Para Puigdeta, en esta obra que forma parte de la colección Poesía Portátil, «se han querido seleccionar algunos de sus grandes éxitos como corresponde a un greatest hits poético pero a la vez dar visibilidad a otros poemas menos conocidos por el gran público lector».

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