El artista y perfomer alemán Ulay, conocido especialmente por su trabajo junto a quien fuera su pareja durante años, la serbia Marina Abramovic, murió ayer a los 76 años en Liubliana, Eslovenia, a consecuencia de un cáncer linfático, informó su galería de arte.

Nacido bajo el nombre de Frank Uwe Laysiepen, el artista Ulay trabajó durante más de una década con la famosa ‘performer’ serbia, entre 1976 y 1988, en obras que exploraron los límites del cuerpo y la mente

«Nos entristece profundamente la noticia de que Ulay ha fallecido a la edad de 76 años. Era el más libre de los espíritus, un pionero y provocador con una obra radical e históricamente única, que operaba en la intersección de la fotografía y los enfoques conceptuales de la performance y el arte corporal», informó su galerista Richard Saltoun a la prensa.

«Su fallecimiento deja una brecha trascendental en el mundo, que no será tan fácilmente reemplazada. Tenemos a su familia, amigos y colegas cerca de nuestros corazones durante este tiempo», agregó el galerista en el texto difundido que tituló «In memoriam: ULAY. 30 de noviembre de 1943-2 de marzo de 2020».

«Ulay fue pionero de la fotografía polaroid, el padre del arte de la performance, el más radical, el único. Ha partido para otro viaje, hoy, pacíficamente en su sueño», dijeron por su parte desde la Fundación ULAY, en Ljubljana, donde justamente se verá en noviembre una exposición que el artista venía trabajando.

Uno de los trabajos más resonantes que Abramovic y Ulay realizaron juntos fue en 1988, cuando decidieron que iban a separarse: para ello, caminaron por la Gran Muralla China desde los extremos opuestos para unirse en el centro y desde allí separar sus caminos con una sola palabra: adiós.

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Ambos artistas volvieron a encontrarse en el 2010 en el MoMa, durante una performance que se volvió viral: en la exposición «La artista está presente», Abramovic se pasó sentada ocho horas diarias -durante varias semanas- para recibir a todo aquel visitante que quisiera ponerse frente a ella durante un minuto para mirarla a los ojos.

Y uno de esos espectadores fue el propio Ulay, quien protagonizó un emotivo reencuentro con la artista -sin ni siquiera dirigirse la palabra- veintitrés años después de su última colaboración.

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