El hecho se produjo a casi una semana de que los talibanes firmaran un acuerdo de paz con Estados Unidos. El primer ministro de Afganistán Abdulá Abdulá se encontraba en el lugar del ataque, pero no sufrió heridas.

Al menos 32 personas murieron y más de 80 resultaron heridas en Afganistán como consecuencia de un atentado llevado a cabo por el Estado Islámico. El ataque se produjo en Kabul durante el homenaje a un político afgano. El primer ministro Abdulá Abdulá se encontraba participando de la ceremonia, pero fue evacuado sin sufrir ningún daño. Los atacantes fueron abatidos por las fuerzas de seguridad. El hecho se produjo días después de que los talibanes firmaran un acuerdo de paz con Estados Unidos. Donald Trump alertó sobre la posibilidad de que los talibanes se hagan con el poder en Afganistán tras la retirada de sus tropas.

Un largo camino hacia la paz

El acto donde se produjo el ataque era una ceremonia en memoria de Abdul Alí Mazari, un líder político hazara que fue secuestrado y asesinado por los talibán en 1995. El hecho empezó cerca del mediodía mientras daba un discurso el jefe del Alto Consejo para la Paz de Afganistán. Los primeros disparos llegaron desde un edificio en construcción cercano al lugar de la ceremonia. Dos hombres fuertemente armados llevaron adelante el atentado con ametralladoras y granadas. Además hicieron estallar dos bombas. Los atacantes fueron abatidos por la policía, según informó el portavoz del Ministerio de Interior afgano, Nasrat Rahimi. Todos los altos cargos y líderes políticos que se encontraban en el lugar fueron trasladados durante el ataque, dijo el funcionario.

El grupo yihadista Estado Islámico se adjudicó la autoría del atentado en un comunicado. Allí resaltaron que el ataque se saldó con «150 politeístas y miembros de las fuerzas de seguridad apóstatas muertos y heridos». Además dieron los nombres de los dos atacantes: Ahmad al Tayiki y Abdulrahman al Muhayir.

El primer ministro afgano hizo hincapié en que se debía llevar a cabo una investigación seria sobre lo sucedido. «Es necesario que se realice una investigación auténtica y creíble y que no se quede en algo vago como ha sucedido con otros incidentes previos», dijo Abdulá. «Nuestro pueblo quiere saber lo que ha sucedido realmente y quién está detrás de este ataque«, subrayó el primer ministro a la cadena de televisión Tolo TV. Por su parte, el portavoz de los talibán afganos, Zabihulá Muyahid, negó que sus milicianos estén vinculados con el ataque.

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El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, definió el hecho como un crimen contra la humanidad y contra el Gobierno de unidad nacional de Afganistán. El mandatario expresó su solidaridad y apoyo al primer ministro. El portavoz de la Presidencia afgana, Sediq Sediqqi, dijo que Ghani habló por teléfono a Abdulá para trasladarse su respaldo. «En el ataque terrorista de hoy hemos perdido tantas vidas de ciudadanos inocentes. Es un día triste», indicó el portavoz presidencial.

Advertencias de Trump

Por su parte, Trump mencionó la posibilidad de que los talibanes retomen el poder en Afganistán. «No debería ser así, pero es una posibilidad«, manifestó el mandatario. El líder del Partido Republicano aseguró que los países tenían que cuidarse a sí mismos y que, en el futuro, el gobierno de Kabul debería garantizar su propia seguridad. «No podemos estar allí en los próximos 20 años (…). Uno no puede tomar eternamente de la mano a alguien«, insistió el presidente.

Estados Unidos y los talibanes firmaron el sábado pasado un acuerdo en Doha que abre el camino a una retirada completa de las tropas extranjeras de Afganistán. Esa salida del país se llevará a cabo en un plazo de 14 meses. A cambio la milicia islamista de cumplir sus compromisos en materia de lucha antiterrorista y avanza en el diálogo con las autoridades afganas. Después de una reducción de la violencia, condición que impuso Washington para firmar el acuerdo, los talibanes retomaron sus ataques contra las fuerzas afganas. El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, calificó como inaceptable el aumento de la violencia. 

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Este deterioro de la situación generó serias dudas sobre las negociaciones de paz que empezarían el 10 de marzo entre los insurgentes y el gobierno afgano. Ante de empezar las negociaciones los talibanes pidieron un gesto de confianza al gobierno: que acepte el intercambio de presos contemplado en el acuerdo con Estados Unidos.

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