“A las convocatorias se va con dinero”. En 2001, el presidente del Banco Central Pedro Pou utilizó esta frase para quejarse del ministro de Economía Domingo Cavallo, que quería sostener el pago de la deuda mientras la convertibilidad estallaba en pedazos.

Aquel banquero central le propuso al ministro que defaulteara con los recursos que el gobierno de la Alianza había obtenido en el blindaje, porque era mejor renegociar con todos los recursos disponibles que sin ellos.

Con más caja, el resultado de una renegociación de la deuda siempre resulta menos traumático.

¿Será esta la lógica que animó al ministro de Economía, Martín Guzmán, al “reperfilar” el pago del bono dual?

Resulta difícil comprenderlo, apuntaba un economista de buen diálogo con el ministro, dado que días atrás el funcionario y discípulo de Joseph Stiligtz prometía construir una curva de deuda en pesos.

El mismo economista se sorprendió por el tono beligerante que eligió el equipo económico -similar al que utilizó Cavallo con Wall Street en 2001- en el comunicado en el que anunció la postergación del pago del bono dual al culpar a la “especulación internacional”, un lenguaje fuera de época y poco ajustado a la realidad.

Los mismos economistas que hasta hace algunas semanas valoraban el supuesto background académico del ministro en materia de reestructuración de la deuda, ahora afirman que está sin rumbo antes de haber empezado a negociar. “Este comunicado parece escrito por alguien que sabe de política pero que no entiende cómo funcionan los mercados”, apuntó un funcionario de la gestión de Néstor Kirchner.

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Atrás quedaron los análisis políticos que culpaban al gobernador Axel Kicillof de negociar mal y elogiaban a Guzmán por tener un diagnóstico preciso y razonable.

Por delante, con el resto de los vencimientos, al equipo económico le quedan dos opciones, defaultear o pagar. Ambas, con el mismo resultado: mayor inflación.

Si eligiera pagar todos los vencimientos en pesos que tiene por delante, debería emitir una importante cantidad de pesos.

Si, por el contrario, postergara los pagos sin un plan de renegociación global, sino en forma desordenada como hasta ahora, la caída de los bonos se reflejaría en un aumento de la brecha cambiaria.

Mientras el control cambiario actúa como un elemento de estabilización, la brecha opera en el sentido contrario.

Hoy, Guzmán eligió un camino intermedio, al dividir la conducta de los tenedores del bono dual entre supuestos tenedores minoristas con una actitud positiva y grandes fondos “especulativos” que pretenderían tener a la sociedad argentina como “rehén”.

“En realidad, la especulación la fomentó Economía cuando anunció días atrás que iba a pagar este bono y ahora lo posterga, cuando la lógica indicaba que deberían haber reperfilado todos los bonos en pesos desde el primer día de gestión, como hizo Hernán Lacunza”, expresó otro experimentado economista.

Lo que está claro, afirmaron ambos economistas es que “a las patadas no se negocia”, a menos de que el plan ya no sea arreglar el tema de la deuda a fines de marzo para apostar a la reactivación, sino la confrontación total.

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Pero si esta fuera la estrategia, no se entendería el timing elegido, en la víspera del inicio de la negociación con el FMI para postergar el pago de la deuda de 44.000 millones de dólares con el organismo multilateral de crédito.

La misión tiene un carácter puramente técnico y sólo requerirá de la presencia del auditor regional, Alejandro Werner, si las conversaciones avanzan en forma sustancial.

El presidente Alberto Fernández volvió de Europa con la sensación de haber logrado un importante respaldo de Alemania y Francia, votos importantes en el Fondo. Pero tal vez no preveía que la sinuosa estrategia elegida para negociar la deuda de la provincia de Buenos Aires complicaría el arranque de la renegociación de la deuda nacional, aunque Guzmán había dejado trascender que se trataba de cuestiones diferentes.

Al parecer, sin el debido asesoramiento externo, al ministro todavía le cuesta entender la dinámica del mercado. Algunos inversores temen que, si su gestión fracasara, la alternativa no sería alguien con más experiencia, sino una opción más radicalizada y cercana a la vicepresidenta Cristina Kirchner.

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