Termine como termine la restructuración de la deuda que el gobierno pretende completar antes del 31 de marzo, para procurarse dólares, principal limitante a las posibilidades de crecimiento, la Argentina seguirá dependiendo de las exportaciones, señala un reciente informe de Analytica, la consultora que de los economistas Ricardo Delgado y Rodrigo Álvarez

El problema es desde 2011 las exportaciones están prácticamente estancadas. Con la excepción de bienes primarios, que venden hoy 25% más que entonces, precisa el informe, todos los rubros, en especial “Industria” y “Combustibles”, tuvieron un desempeño muy pobre. De este modo, “al primarizarse, la estructura exportadora del país se ha hecho más vulnerable a cualquier shock internacionales y no permite generar los dólares necesarios para retomar el crecimiento”, dice el informe.

Peor aún que estancamiento, “las exportaciones caen sistemáticamente desde 2013, año en el cual se intensificó el cepo cambiario. A su vez, dentro del agregado, las manufacturas son las que explican prácticamente toda la caída”, dice el informe. Como puede verse en el gráfico de abajo, las cantidades exportadas de industria, agroindustria y combustibles siguen siendo inferiores a las cifras alcanzadas en 2011, aunque es de notar que aumentaron desde 2017. En verdad, en buena medida los saldos de comercio exterior hasta 2013 eran el resultado del fuerte aumento del precio de los commodities agropecuarios, el motor más eficiente de las exportaciones argentinas.

El control de las importaciones afectó principalmente al sector manufacturero, que para funcionar necesita importar bienes intermedios e insumos y encontró serias dificultades debido a la “excesiva regulación”. Un indicador de cuán perjudicial fue este factor es que las exportaciones manufactureras habían llegado a representar 40% de las exportaciones en 2013, pero explican sólo el 30% actualmente.

En cuanto al tipo de cambio, la política de atrasar el dólar jugó fuertemente en contra desde 2011 y se profundizó hasta 2015. Los efectos de la devaluación del peso y el aumento del valor real del dólar desde el segundo trimestre de 2018 no aportaron hasta ahora gran pujanza exportadora, aunque sí permitieron revertir el saldo comercial.

Brasil, en tanto, entró en recesión en 2014 y está saliendo muy lentamente de ella. Por último, la falta de financiamiento bancario para exportar y de financiamiento externo para mantenerse en los mercados, son “el principal componente que resta ventaja sobre otros países”, dice el trabajo. Esa desventaja es notoria respecto de los países desarrollados sino también respecto de otras economías latinoamericanas, al punto de que el crédito bancario representa apenas el 14,6% del crédito privado total en la Argentina, contra un promedio latinoamericano de 49,% y menos de un cuarto de lo que representa en Brasil y de un quinto de lo que representa en Chile.

Más positivo es el análisis Abeceb a partir de los datos de comercio exterior de enero, difundidos el viernes por el Indec.

El saldo a favor de USD 1.015 millones, señaló la consultora, es el decimoséptimo mes consecutivo con resultados positivos, de lo que resulta “en los últimos 12 meses el superávit fue de USD 16.634 millones, lo que marca una espectacular reversión de USD19,029 millones en relación al déficit de USD 2.395 millones registrado en el período febrero 2018–enero 2019”.

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De todos modos, el informe de Abeceb destaca que en el último año el único rubro que vendió por más valor al exterior fueron los productos primarios (+ 16,5%), traccionado por las exportaciones de trigo. El resto de los rubros mostró bajas, desde las Manufacturas de Origen Agropecuario (- 6,4%), pasando por las de Origen Industrial ( – 9,3%) hasta llegar a Combustibles y Energía, donde la caída fue de dos dígitos (-11,1%).

En cuanto a las perspectivas inmediatas, Abeceb estima que en 2020 la Argentina volverá a tener un alto superávit comercial, del orden de los USD 15.000 millones, luego de haber rozado un excedente de USD 16.000 millones en 2019. Pero, al igual que el año pasado, este fuerte superávit deberá más a la debilidad de las importaciones que a la pujanza de las exportaciones.

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