Hay una cuenta de Instagram que logró más de 1.700.000 seguidores en un mes gracias a su puntual misión: burlarse de los “influencers” al mostrar lo ridículos que pueden ser sus preparativos en la búsqueda de esa fotografía o filmación que luego divulgarán en sus redes sociales para sumar likes a su autoestima.

@influencersinthewild se encarga de exponer el detrás de escena de las celebridades de Instagram, y de quienes intentan serlo, para capturar una imagen que puede aparentar ser casual pero está muy lejos de serlo.

Arriesgando sus vidas al borde de un precipicio, saltando infinidad de veces a una piscina para simular que caminan sobre el agua o realizando poses exageradas en la vía pública, los protagonistas de estas escenas quedaron inmortalizados por testigos que decidieron filmar esos llamativos contextos y luego los compartieron ante miles de usuarios de redes sociales que festejaron o condenaron sus acciones para intentar “la imagen perfecta”.

Por otro lado, esta cuenta pone en evidencia una problemática que genera alarmas: la obsesión por los likes.

Investigadores de la Universidad de California realizaron un estudio en 2016 donde tomaron a varios jóvenes para exponerlos a los estímulos de los likes en las redes sociales. La conclusión fue que a medida que veían fotos con más reacciones positivas se registraba una mayor actividad en regiones del cerebro relacionadas con la recompensa, la cognición social, la imitación y la atención.

La investigadora Lauren Sherman explicó que “los likes están funcionando posiblemente como una pista social, orientando a los adolescentes hacia lo genial o socialmente apropiado”, algo que puede generar presión social. Otro riesgo es que cada Me Gusta produce una pequeña ración de euforia que genera dopamina, la cual se puede llegar a convertir en adictiva.

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Ante esta problemática, en los últimos meses Instagram puso en marcha una serie de pruebas en siete países para ocultar el número de likes que recibe una publicación. La medida busca disminuir la ansiedad que genera la aprobación social en algunos usuarios.

La modificación, que ya se probó en Canadá, Irlanda, Italia, Japón, Brasil, Australia y Nueva Zelanda, ha generado distintas reacciones por parte de los influencers.

Jem Wolfie, una joven australiana que cuenta con más de 2.7 millones de seguidores y que publica contenido relacionado con comida y acondicionamiento físico, acusó a la red social de haberle quitado una herramienta crítica de trabajo. Una opinión que no comparte Tammy Hembrow, que con 9.7 millones de seguidores opina que la modificación de la red social no afecta a la forma en que ella realiza sus negocios.

El objetivo de Instagram es crear un entorno que se preocupe por la salud mental de sus usuarios. Max Doyle, director general de una agencia de marketing que trabaja con influencers en Sydney, pronostica que esta medida reducirá el compromiso de los creadores de contenidos. Sin embargo, a partir de eso, el reto será para los especialistas en marketing, pues ellos tendrán que orientar su atención a otro elemento que no sea los likes: los comentarios.

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