Desde la tribuna juraban que no era un evento partidario, pero en primera fila estaban Bullrich, Wolff, Avruj, Lombardi y Brandoni, entre otros de muy alto perfil. Insultos a «los asesinos K».

Al grito de «¡no fue suicidio, fue un magnicidio!» un grupo de manifestantes se movilizó a la Plaza del Vaticano, que está pegada al Teatro Colón, para recordar al fiscal Alberto Nisman a cinco años de su muerte. «Eh… es como un homicidio pero contra toda la Nación argentina, algo gigante y planificado», dijo una de las señoras presentes, mientras se abanicaba con un producto de sello italiano, al intentar explicar qué es un magnicidio. Otra concurrente fue más directa: «Así matan los K… ¡Asesinos!». A las 18.40 comenzó la lectura del documento desde un improvisado escenario donde sólo estaba la madre del fiscal Sara Garfunkel. El resto de la familia decidió no asistir a la convocatoria. «Nadie que se crea dueño de una verdad se suicida, nadie que tenga semejante entusiasmo vital se quita la vida», señalaron.

A lo largo de toda la jornada los manifestantes se ufanaron de «no llevar banderas políticas». Sin embargo, en el discurso dispararon contra el presidente, Alberto Fernández, y festejaron la presencia de dirigentes del macrismo. «Quien piense que el sillón de Rivadavia tiene el poder de hacer cambiar la verdad; quien crea que la verdad puede escribirse y cambiarse a conveniencia no es más que un aliado de la mentira y cómplice de los culpables», leyeron los oradores. Esta acusación fue en línea con lo dicho por la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich en televisión en los últimos días. La ex funcionaria acusó al jefe de Estado de haber pactado «la demolición de la causa del Memorándum con Irán» que tiene como acusada a Cristina Fernández de Kirchner. Igualmente, varios dirigentes opositores confirmaron que no judicializarán esta acusación. «No estamos dispuestos a tolerar que desde el poder se falsee la verdad y se borre y reescriba la historia a voluntad», rugieron desde el escenario mientras desde el público acusaban a la ex presidenta de matar al fiscal.

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La ceremonia tuvo de invitados estrellas a los mediáticos diputados Waldo Wolff y Fernando Iglesias, ambos del PRO. De la Coalición Cívica hicieron su aparición Elisa Lilita Carrió y su heredero político Maximilano Ferraro. «Siempre voy estar, lo prometo», dijo la diputada que ya anunció su retiro de la Cámara baja para marzo. No solo legisladores del macrismo asistieron, en las primeras filas estaba el ex secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich, el ex titular del Sistema Federal de Medios Públicos Hernán Lombardi y el ex ministro de Educación Alejandro Finocchiaro. A las primeras filas, también se acercó el dirigente radical y actor Luis Brandoni. Con este colectivo de dirigentes cambiemitas bien presentes, los oradores seguían jurando la «independencia política» del acto.

La mayoría de estos dirigentes tenía en su mano una copia del documento que se leía desde arriba del escenario. «A Nisman lo victimizaron, lo destrozaron, y pretenden que creamos que se suicidó. Por eso hoy aquí nuevamente decimos: Justicia perseguirás. No fue suicidio, fue un magnicidio», arengaba Bullrich desde abajo del escenario.

Lo que hace varias semanas parecía que iba a ser un acto de concurrencia masiva, se fue desinflando en los últimos días a medida de que las distintas organizaciones de la comunidad judía en la Argentina anunciaron que no participarían del acto. Tanto la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) decidieron no participar de esta movilización que pedía «Justicia por el asesinato del fiscal», cuando a cinco años de su muerte la Justicia aun no encontró pruebas que definan al caso. Su ex pareja y jueza federal, Sandra Arroyo Salgado, y sus hijas tampoco asistieron. Incluso, algunos meses atrás dejaron de ser querellantes en la causa que investiga la muerte de Nisman. Sin embargo, los manifestantes colmaron la pqueña Plaza del Vaticano.

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La previa fue caliente: intimidaciones a este cronista (ver aparte) y reproches entre los manifestantes por la escasez de jóvenes en este tipo de manifestaciones. «Hay pocos chicos, la mayoría tienen nuestra edad», le dijo una señora de alrededor de 60 años a otra de misma edad. Lo cierto es que el calor en una plaza seca, con poca sombra, generó molestia en una buena parte de los adultos mayores que se acercaron temprano. Algunos se amontonaban uno al lado de otros para conseguir algo de respiro en la poca sombra que ofrecía el Teatro Colón.

Antes que comenzara el acto, desde la organización pidieron dos cosas: que no ensuciaran el espacio público, propuesta que se llevó aplausos y ovaciones, y que «respetaran a todos los periodistas». La segunda consigna no fue tomada de la mejor manera por los «defensores de la república», muchos abuchearon, otros chistaban por lo bajo, mientras que otros gritaron: «Son cómplices y corruptos».

Una vez finalizada la lectura, la jornada terminó con Wolff saludando a los manifestantes desde uno de los ingresos al Teatro Colón. Este dirigente, que fue electo diputado por primera vez en 2015, mismo año de la muerte del fiscal, saludó como una estrella de rock al público que lo esperaba abajo de las escaleras. Luego bajó y posó para las fotos que lo esperaban.

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