Es la quinta víctima del sacerdote platense

Un hombre que denunció haber sido abusado cuando era adolescente por el sacerdote Eduardo Lorenzo en la localidad platense de Gonnet reiteró el pedido de detención para el religioso ante la posibilidad de que se fugue tras la aparición de una quinta víctima, informó una fuente de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de la Argentina.

Dino Bártoli, padre de Julián Bártoli, una de las víctimas de Lorenzo, aseguró que insistió ante la fiscal Ana Medina con el pedido de detención para Lorenzo, «que ya habíamos solicitado en octubre pasado, ante el riesgo de fuga del cura, quien suele viajar al exterior, según constatamos en Migraciones».

La Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina realizó una conferencia de prensa, frente a los tribunales penales platenses, para dar a conocer detalles de lo declarado por esta nueva víctima de Lorenzo.

Este lunes se presentó a declarar Gustavo, la quinta víctima del sacerdote: un hombre de 44 años, que cuando tenía 16 y era scout de una parroquia San José Obrero de la ciudad de Berisso, conoció a Lorenzo y tras trabar amistad con él, que coordinaba los grupos de boys scouts de la región, sufrió abusos de parte del sacerdote. Allí se relató que Lorenzo «invitó a Gustavo a cenar a la casa parroquial que quedaba al lado de la iglesia San José Obrero, de Berisso y que cuando fue, como no podía volver porque era tarde, le ofreció quedarse en una habitación que tenía.

«Al rato me dijo que estaba con mucho dolor en los pies y las piernas, y me pidió si podía hacerle masajes en los pies, y accedí porque no le encontraba nada raro», precisaron los voceros de la Red. «Otra noche le pidió si le podía hacer masajes en la espalda porque estaba muy contracturado», añadieron los voceros y dieron detalles de cómo el religioso le pedía al adolescente que se subiera sobre su cuerpo o en sus piernas.

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El denunciante remarcó que el sacerdote «siempre hacía mucho hincapié en la amistad, en que todo estaba bien, que no era nada malo, que eramos amigos y estaba todo bien. Todo esto siguió pasando varias veces hasta que él se fue de Berisso para una iglesia de la localidad de Lisandro) Olmos». Lorenzo siguió en contacto con el joven y en una oportunidad lo invitó a cenar afuera y luego lo llevó al bar Almendra de La Plata, donde «empecé a conocer lo que era el whisky.»

«Esa noche tomamos mucho whisky. Volvimos a la parroquia de Olmos, otra vez me pidió los masajes, y yo no me sentía muy bien por el mismo motivo de haber tomado alcohol pero le hice masajes y él siempre buscaba la misma posición, y esta vez empezó a hacer los movimientos de una manera muy exagerados. Entonces me bajé y él me volvió a repetir que estaba todo bien, que no había nada de malo pero yo insistí con irme, y ahí me dio un abrazo e intentó besarme en la boca». «Me acuerdo que le dije que era un hijo de puta y que si intentaba hacerme algo le iba a sacar la cabeza a trompadas. Me dijo que me calmara, que estaba todo bien, llegué a mi casa, me duché, me acosté y fue la última vez que yo fui a verlo», relató el denunciante.

El sacerdote Eduardo Lorenzo está acusado de corrupción de menores y abuso sexual de al menos tres adolescentes entre 1990 y el 2008, en una causa que investiga la fiscal de la La Plata, Ana Medina, quien en noviembre último tomó declaración a una cuarta víctima y ayer a Gustavo.

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