La CGT se mostró lo más unida posible para recibir a Fernández en el edificio de la Confederación, donde se comprometieron a respaldar su gobierno. Los mayores aplausos y los momentos de tensión.

Alberto Fernández abrazó a la CGT y en el histórico salón Felipe Vallese le confirmó que el movimiento obrero organizado será parte de su gobierno. Una afirmación que generó algarabía entre los gremialistas que buscaron mostrarse lo más unidos posible. En ese contexto escucharon del presidente electo la decisión de promover un acuerdo social que vaya más allá de un pacto de precios y salarios, y que sirva para «diseñar entre todos el futuro de la Argentina». Claro, para eso es preciso un grado de unidad, similar al del mundo político, que en el universo sindical está por ahora un tanto complicado.

De todas formas, la foto de casi todos juntos con Fernández pudo conseguirse. En sí, eso representa por lo menos un comienzo. Entre abrazos, palmadas y festejos, la Confederación General del Trabajo (CGT) le dio la bienvenida al presidente electo quien les agradeció a los presentes la unidad que le mostraban. «Este día es posible porque nos unimos. El secreto de este triunfo no es otro que la unidad y el esfuerzo, particularmente de Cristina, porque ella es la esencia de este triunfo que hoy tenemos», destacó Fernández. A su lado lo escuchaban los secretarios generales de la central obrera, Héctor Daer y Carlos Acuña, y dirigentes sindicales como Hugo Moyano (camioneros), Antonio Caló (metalúrgicos), Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Omar Maturano (La Fraternidad), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Ramón Ayala (Uatre), Sergio Palazzo (bancarios), Andrés Rodríguez (UPCN), Armando Cavalieri (comercio), Roberto Fernández (UTA), y Amadeo Genta (municipales), entre otros.

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En el marco de ese nuevo acuerdo social, Fernández aprovechó para proponer que el histórico edificio de la central obrera sea usado como un «centro de educación tecnológica para capacitar a los trabajadores y los jóvenes. Capacitemos a nuestros trabajadores del futuro para que tengan lugar en el presente», dijo. Esto sorprendió a varios de los presentes ya que nunca antes lo había dicho. «Hay que ver cómo usar la tecnología para generar más puestos de trabajo y no que las máquinas remplacen a los trabajadores. Tenemos que analizar bien la medida», advirtieron a este diario dirigentes sindicales. Vale aclarar que la sede sindical no cuenta ni siquiera con una pá gina web que de cuenta de las actividades de la CGT y el servicio de wifi dista de ser eficiente.

En su discurso de 20 minutos, el futuro presidente señaló: «No es menor el mandato que nos dejó Perón y está presente más que nunca hoy. En estos tiempos la Argentina necesita volver a ponerse de pie. Nos han dejado muy lastimados. La economía está muy deteriorada, se ha degradado, como el trabajo y la educación» y aprovechó para recordar que el cuerpo de Eva Perón estuvo en el edificio hasta que la dictadura de 1955 la secuestró. Además, recordó a gremialistas como José Ignacio Rucci y Saúl Ubaldini, que vivieron en ese edificio. Referencias inusuales a la ortodoxia peronista entre aquellos dirigentes que tuvieron un rol destacado en los gobiernos kirchneristas. Pero la unidad lo requiere. Acuña recordó a Perón y el histórico «únanse» que les pidió a los trabajadores. Daer, a su turno, se congratuló por la decisión de la CTA de retornar a la CGT (aunque no estuvo presente ninguno de sus referentes) y aseguró que «no somos una tercera persona, somos parte del gobierno que viene», dijo y se ganó un aplauso.

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Pasadas las 11 Fernández subió al escenario ovacionado por cientos de trabajadores. En las primeras filas se ubicó parte de su equipo: Gustavo Béliz, Santiago Cafiero y Wado de Pedro. Al lado del presidente del Partido Justicialista, José Luis Gioja, estaba el diputado electo Sergio Massa. En la otra ala se acomodaron los gobernadores Juan Manzur (Tucumán), Sergio Uñac (San Juan) y Sergio Ziliotto, de La Pampa. A pocas butacas de distancia se sentó el gobernador electo Axel Kiciloff (el más aplaudido por los participantes) con un grupo de intendentes boneresnes: Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Martín Insaurralde (Lomas de Zamora),  Fernando Grey (Esteban Echeverría), Mariano Cascallares (Almirante Brown) y Gustavo Menéndez (Merlo).

Antes del acto, se reunieron los distintos representantes de los gremios en el cuarto piso de la sede histórica de la calle Azopardo. «Aprovecharon para saludarse entre ellos y le dieron la bienvenida formal a Alberto. No arreglaron nada ni hablaron de cargos en el Gobierno. Fue una reunión sencilla», explicaron fuentes que participaron del encuentro privado. Sin embargo, hubo dos momentos tensos. El primero fue en ese encuentro privado donde si bien predominaron los rostros relajados, el clima se enrareció cuando Moyano planteó la necesidad de que su sector ocupe algunos lugares en el organigrama del gobierno nacional. El camionero lo justificó en el rol que tuvo durante esos cuatro años donde su gremio participó de movilizaciones y paros contra el modelo económico macrista. Fernández, no quiso entrar en lo que pudo ser una discusión y cerró el tema con un «lo hablamos luego». El otro momento de tensión se vivió cuando secretario adjunto de Smata, Mario «Paco» Manrique, abandonó el Felipe Vallese con cara de pocos amigos. No era para menos, lo bajaron del escenario donde estaban los dirigentes que acompañaban al presidente electo y lo reemplazó Abel Frutos de panaderos, que jugó abiertamente para el macrismo y ahora retornó.

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