Quejas de quienes necesitan utilizar el producto con fines medicinales y no pueden, a pesar de la sanción de la ley en marzo de 2017. 

La ley para el uso medicinal del cannabis se aprobó por unanimidad el 29 de marzo de 2017. En septiembre de ese mismo año se reglamentó de forma parcial, y el Estado designó la investigación y la producción sólo para personas diagnosticadas con epilepsia refractaria, aunque también se utiliza para tratar otras patologías y enfermedades.

Casi dos años y medio después de aprobada la ley, especialistas aseguran que «no hay voluntad política«, que quienes cultivan son criminalizados y quien quiere comprar no tiene opciones producidas, reguladas y controladas por las entidades públicas. «La ley de cannabis la pensamos con un registro de cultivadores, y este artículo fue eliminado en su regulación. Lo que queremos es que quien decida cultivar pueda hacerlo sin ser criminalizado, y quien quiera comprar tenga opciones producidas, reguladas y controladas por las entidades públicas para que también se garantice la calidad de las semillas y la materia prima necesaria para el cultivo», aseguró Valeria Salech, presidenta de Mamá Cultiva Argentina, la ONG impulsora de la ley.

Si bien el gobierno nacional puso en vigencia la ley para el uso medicinal del cannabis con el decreto 266/17 y la acotó para pacientes con epilepsia refractaria, los derivados y aceites de la planta se usan también para tratar otras patologías y enfermedades como el cáncer, la fibromialgia, el Alzheimer, el trastorno del espectro autista o el dolor crónico.

«La única manera que conocemos de acceder al cannabis hoy de manera segura es el autocultivo. Y hablamos de segura porque podemos saber qué estamos preparando, con qué y cómo, además de garantizar la continuidad del tratamiento», explicó Salech. Según la presidenta de Mamá Cultiva, en la actualidad los médicos pueden recetar un tipo de aceite que es el que el Estado decide importar.

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«Esto genera caer en una burocracia a veces engorrosa, en la interrupción en el tratamiento, y nada garantiza que sea la cepa o variedad que la persona necesita», dijo. Que los pacientes no puedan acceder al cannabis medicinal que necesitan, es consecuencia de las trabas a las que se deben enfrentar.

«Quien traba el acceso es el Gobierno Nacional con sus políticas de persecución constante por parte del Ministerio de Seguridad a quienes cultivan, además de la falta de presupuesto para la investigación y el desarrollo local», advirtió Salech. En la actualidad es el autocultivo la forma que encuentran algunos de los familiares de quienes padecen las patologías.

Y son ellos mismos quienes elaboran el aceite o los derivados para asegurarse la calidad en todo el proceso. Ellos la producen, por lo tanto ellos saben el origen y conocen en detalle todos los pasos del proceso. Pero también están en riesgo. La ley, que es de investigación e importación, no contempla el cultivo.

Según Salech, en su regulación, «se tergiversó el artículo 8 que habla sobre el registro de usuarios y familiares, por lo que sigue siendo ilegal cultivar, al igual que la comercialización», explicó. «Las grandes empresas farmacéuticas sólo se mueven en una pesquisa de rentabilidad mientras que de este lado buscamos mejorarle la calidad de vida a nuestros seres queridos. Si nos allanan dependemos de que el caso «caiga» en manos de un juez contemplativo e informado que nos ampare, pero el mal momento lo vivimos igual», aseguró Salech.

Para la autora del libro «La historia de Mamá Cultiva Argentina», la falta de regulación «es un caldo de cultivo». «Es aprovecharse de la necesidad que tiene la gente de sentirse mejor, y así vender productos adulterados, mal elaborados, que no son lo que dicen ser o directamente son aceite de oliva, y a precios altísimos«, concluyó.

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Con la aprobación de la ley, para el director general del colegio oficial de farmacéuticos y bioquímicos de la Capital Federal, el doctor Claudio Ucchino, se dio una formalidad y se unificó el criterio de adquisición del aceite de cannabis, a través de la Agencia Nacional de Control de Medicamentos y Tecnología Médica (Anmat). para la compra e importación.

«De esta forma se evita la fabricación sin conocer la procedencia, dando seriedad al proceso de extracción del aceite de la planta y con normas estandarizadas de elaboración. También quedó claro para qué patologías se utilizaría y en esta primera etapa es para epilepsia refractaria», aseguró Ucchino.

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