La creación por decreto de Servicio Cívico Voluntario, cuya actividad se desarrollará en cuarteles de Gendarmeríaa Nacional, recuerda a la Legión Cívica creada por el golpista José Félix Uriburu en 1931, una suerte de “partido armado” a las órdenes al servicio del gobierno.

Si no se tratara de conformar una fuerza armada voluntaria y vinculada fuertemente al proyecto político-ideológico del macrismo, no sería necesario que su actividad se realice en cuarteles. Es lo primero que puede decirse del flamante Servicio Cívico Voluntario, cuyas normas generales fueron difundidas hoy en el Boletín Oficial y presentadas por la ministra Patricia Bullrich en el destacamento Campo de Mayo de la Gendarmería, la fuerza de seguridad comisionada para ponerla en marcha.

Una primera lectura del actual proyecto macrista ha relacionado su lanzamiento a una estrategia electoral para captar el voto de la “mano dura”. El salteño amarillo Alfredo Olmedo ya es historia pero muchas de su ideas siguen ahí. Su plan de volver al servicio militar obligatorio para dar “valores” de una juventud descarriada contó en su momento con la simpatía de varios peronistas de derecha.

Funcionará en cuarteles de Gendarmería.

Hoy parece inviable hasta por razones económicas pero la bandera de la “bolsonarización” fue recogida por la ministra Bullrich, quien hasta aspiró a la vicepresidencia creando enemigos internos a discreción y desplegando con mero afán publicitario operaciones policiales de rutina. Miguel Angel Pichetto le ganó la partida agregando a los mapuches insurrectos y a los sirio libaneses sospechosos su proclamada xenofobia, que culpa del delito a la inmigración regional. También sumó a esta ensalada el condimento anticomunista, que aunque parece demodé es infaltable en cualquier proyecto “restaurador del orden”.

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El nuevo Servicio Cívico Voluntario en Valores desarrollará su actividad en seis cuarteles de la Gendarmeria de cuatro provincias (Buenos Aires, Cordoba, Santiago del Estero y Rio Negro), en los que se impartirán capacitación en “valores democráticos y republicanos” a jóvenes de entre 16 y 20 años, es decir en edad escolar. Los principios difundidos son de una extrema vaguedad, tales como crear liderazgos, generar sentido de responsabilidad, talleres para potenciar habilidades y dotar a los colimbas voluntarios de herramientas que permitan una futura elección profesional. El diseño de la instrucción será hecha por el Ministerio de Seguridad, que también designará profesionales, universidades y organismo que lo monitorearán.

Bullrich ya negó que se trate de un proyecto restaurador de la colimba ya que sólo aspira a reclutar voluntarios identificados con los fines proclamados. Lo que no resultada del todo tranquilizador ya que, hasta por el nombre elegido, la iniciativa macrista tiene el tufo de un proyecto tan viejo como las dictaduras militares argentinas.

Desfile de la Legión Cívica.

La Legión Cívica creada en 1931 por el general José Felix Uriburu, fue una milicia voluntaria cuyo valores y prácticas se impartían en unidades militares por instructores militares. Funcionaba en paralelo con el servicio militar obligatorio -ahora inexistente- y en su constitución se fijó el carácter apolítico y apartidario de la fuerza, cuyos miembros debían el jurar apoyo a las autoridades constituidas, cualesquiera fueran. La única condición del voluntario era su “moralidad, capacidad y apego al nacionalismo”.

Cuando en mayo de ese año el dictador les dio el carácter de “tropas de reserva”, resultó claro que se trataba de formar un “partido armado” con capacidad de aplicar y respaldar los valores del proyecto en marcha en esos días, surgido de la admiración al modelo italiano Benito Mussolini. La prensa llegó a comparar a la Legión Cívica con la Milizia Volontaria por la Sicurenza Nazionale creada por el estado fascista italiano para combatir enemigos.

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La Legión desapareció (no sus ideas) luego de una elección presidencial amañada, con el principal rival opositor –Alvear- proscripto. El general Agustín Pedro Justo asumió en febrero de 1932 y termino disolviéndola. Algo que bien podría ocurrir con la flamante fuerza, cuya etapa de prueba será sólo hasta el 31 de diciembre, cuando ya esté dilucidado el nuevo presidente y si la Argentina se encamina a otro modelo que el actual diseño oligárquico financiero.

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