La investigación, publicada en Nature, empleó roedores “humanizados” que funcionan muy bien como modelos de estudio. La próxima etapa será la prueba en simios.

En la prestigiosa revista Nature, acaba de ser publicado un artículo en el que se confirma que investigadores de la Universidad Temple (Filadelfia) y el Centro Médico de la Universidad de Nebraska eliminaron el VIH en ratones. El estudio emplea roedores “humanizados” que funcionan muy bien como modelos de estudio, ya que sus células fueron reemplazadas por otras semejantes a las humanas. Lo consiguieron a partir de un tratamiento de liberación prolongada inyectable de drogas actuales (denominado “Laser”) en combinación con Crispr-Cas9, las famosas tijeras genéticas que desde hace un tiempo hasta esta parte revolucionaron el campo de la biomedicina y, en este caso, permitieron cortar con éxito el gen de las células en las que se hallaba el virus. En este sentido, anunciaron la concreción de un paso significativo en el camino hacia la cura de esta enfermedad que, si bien en la actualidad exhibe un panorama promisorio, aún afecta a millones de personas y mantiene ocupados a múltiples equipos científicos alrededor del mundo. El próximo paso sería realizar las pruebas en simios, pero son más costosas y, sobre todo, más complejas de realizar por los impedimentos éticos que conllevan.

Como siempre, cuando se trata de salud, los especialistas solicitan mesura. Pues, la ciencia tiene sus propios tiempos e intentar acelerar los ritmos no es garantía de nada. Además, comunicar el hallazgo de una posible cura es complejo, ya que muchos pacientes aguardan soluciones y se ilusionan con cada avance producido en el laboratorio, sin saberque el trecho hacia los consultorios está colmado de nuevos y pesados eslabones a sortear. “Las terapias antirretrovirales son muy efectivas, controlan la infección y atacan la carga viral. El problema es que cuando el individuo abandona el tratamiento el virus reaparece. Se acantona dejando un reservorio latente y aún no es posible eliminarlo completamente”, explica Juan Pablo Jaworski, doctor de la UBA e Investigador del Conicet en el Instituto de Virología e Innovaciones Tecnológicas.

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“Es muy difícil hablar de cura del VIH ya que un montón de gente deposita muchísimas esperanzas en los avances científicos y debemos ser cuidadosos con la forma en que transmitimos nuestros descubrimientos, más teniendo en cuenta el rol fundamental que ocupan los medios de comunicación”, señala Gabriela Turk, doctora de la UBA e Investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida. Y luego afirma: “Hay que ir de a poco pero a paso firme. En el mundo, durante los últimos diez años, los tratamientos se modificaron de manera notable. Los pacientes infectados cuentan con esquemas eficaces y tolerables –con menos grados de toxicidad– y se piensa muchísimo en estrategias de cura pero todavía falta”.

Ante problemas globales, los organismos supranacionales articulan soluciones globales. El Programa Conjunto elaborado por las Naciones Unidas (Onusida) tiene como objetivo poner fin a la epidemia en 2030. Sin embargo, si bien se obtuvieron resultados muy auspiciosos en el descenso de la cifra anual de infecciones en la población infantil causada por la transmisión de madre a hijo (de 290 mil en 2010 a 150 mil en 2015), el panorama en los adultos es más complejo. En efecto, desde 2010, la cifra de infectados se estacionó en 1,9 millones en todo el globo. En Argentina (según datos extraídos del Plan Estratégico Nacional 2013-2017) viven alrededor de 110.000 personas con VIH: 4 de cada 1000 jóvenes y adultos tienen el virus, aunque el 30 por ciento de ellos desconoce su condición. Por eso, aunque el tratamiento antirretroviral se distribuye en forma gratuita en hospitales públicos para los pacientes que no gozan de cobertura, 1400 argentinos fallecen cada año. El objetivo con vistas hacia el 2020 es cumplir con el programa 90-90-90, esto es, se pretende que el 90% de las personas que viven con VIH conozcan su estado serológico (estén diagnosticados), que el 90% de ellos reciban terapia antirretrovírica (estén en tratamiento), y que de este porcentaje de tratados, el 90% posea carga viral indetectable.

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A nivel doméstico, el máximo referente en el campo es Pedro Cahn, director de la Fundación Huésped. Desde hace décadas, el mandato fue mejorar la calidad de vida de los pacientes a partir del diseño de tratamientos que pudieran prever la reducción en la cantidad de drogas suministradas. Si las píldoras debían tomarse todos los días, ¡qué sean menos! En 1996 se logró combinar tres medicamentos en una misma terapia antirretroviral, capaz de impedir la multiplicación del VIH y evitar la destrucción del sistema de defensas. Desde hace un tiempo, el equipo de especialistas que coordina Cahn desarrolla una biterapia igual de efectiva que el esquema tradicional. Utilizar menos drogas equivale a emplear menos químicos y así reducir la probabilidad de efectos adversos. Además, es más económico y requiere de una menor necesidad de monitoreo y control periódico. Así, una enfermedad que hasta hace pocas décadas era letal se convierte en crónica. En este marco, emergieron los tratamientos “Shock and Kill” que buscan despabilar al reservorio viral y luego atacarlo para eliminarlo. “Como el virus se mantiene silente, si lo despertamos podemos atacarlo y acabar con él. La idea, para el futuro, será combinar todas las herramientas disponibles de las formas más eficientes para tener un tratamiento cada vez más ameno para las personas. La meta es el desarrollo de una vacuna, aunque es difícil porque el virus muta de manera constante”, describe.

“Si bien los pacientes ya no fallecen como sucedía en el pasado, hay que considerar que no da lo mismo estar o no infectado. Afrontan más cardiopatías, más problemas de coagulación y son más propensos a sufrir inconvenientes hepáticos. Por ello, el mensaje debe hacer foco en la prevención”, comenta Turk. Hoy en día, el test es la única forma con la que se puede examinar la presencia de VIH, ya que brinda resultados confiables de manera rápida y sencilla, con solo una muestra de sangre. Se realiza de manera gratuita (y confidencial) en cualquier hospital o centro de salud público del país. De ser diagnosticado en forma temprana, se incrementan las posibilidades para el paciente de mantener una mejor calidad de vida.

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