Es la segunda planta que cierra en el país durante los últimos tres años. La anterior había sido en Sanagasta, misma provincia, con el despido de 100 empleados.

La emblemática firma deportiva Puma cerró su planta de Chilecito, La Rioja, con el consecuente despido de 40 trabajadores. Es la segunda fábrica de la marca de origen alemán que baja sus persianas en el país en los últimos dos años. La anterior había sido en Sanagasta, misma provincia, con el despido de 100 empleados. La caída del consumo producto de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y la apertura comercial al ingreso de calzado y textiles importados generó una crisis en el sector que ya no discrimina entre pequeñas y grandes empresas. Puma, gestionada en la Argentina por el grupo Unisol, profundizó el ajuste iniciado a fines de 2016 para reducir sus pérdidas operativas y se queda con solo dos fábricas, una en Rioja Capital y otra en Chamical, con la mitad de los operarios existentes antes de asumir Cambiemos. La compañía emitió un comunicado en el que define el cierre de la planta y los despidos como un proceso de “eficientización productiva”. Según la presentación ante la Secretaría de Trabajo, los empleados despedidos cobrarán en los próximos días el 100 por ciento de las indemnizaciones y posteriormente un 20 extra en concepto de gratificación.

“A raíz de su proceso de eficientización productiva, ha decidido el cierre de su planta de Chilecito. La empresa cumplirá con todas las obligaciones indicadas por la ley laboral para estas desvinculaciones. Puma Argentina se ha visto obligada a tomar esta decisión, motivada por los cambios tecnológicos en la producción de capelladas, con la finalidad de mejorar la eficiencia en los procesos productivos, para garantizar la continuidad del negocio y asegurar los puestos de trabajo de las más de 800 personas que continúan trabajando en las Plantas de la Empresa, el Edificio Corporativo y las tiendas propias”, fue el comunicado oficial de la marca.

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El sector de calzado y marroquinero trabaja actualmente con un uso de su capacidad instalada del 40 por ciento, según cifras de las cámaras del sector y gremios, derivado de un coctel de medidas oficiales que boicoteó toda inversión y expansión en el sector. El resultado fue que en los últimos tres años y medio cerraron 100 empresas en el sector de manufactura del cuero, 30 curtiembres, 300 fábricas de calzado y 500 textiles. En su mayoría son pequeñas y medianas empresas, pero la crisis ya golpea también a grandes.

El lento y constante retiro de Puma comenzó en noviembre de 2016, al cerrar Herzo, la pyme argentina radicada en San Luis que proveía a Puma de calzado terminado. Primero se reconvirtió y dejó de fabricar el calzado terminado para enfocarse en capellada para armado, mochilas, bolsos e indumentaria. Finalmente, luego de 30 años de trayectoria y vinculación con Puma, Herzo cerró su planta y despidió a 200 trabajadores en la localidad puntana de Concarán, de 5100 habitantes. “No podemos competir con los productos importados que comenzaron a entrar al país desde fin de 2015”, denunció entonces el apoderado de Herzo, Marcelo Iglesias.

El impacto de la apertura comercial no sólo refiere al ingreso de calzado del exterior sino a su efecto en las exportaciones. La primarización de las ventas externas es otro factor que explica la situación del sector. El 90 por ciento del cuero producido con la faena se exporta sin manufacturar, pero en los últimos meses se exporta así casi la totalidad, lo que explica que los últimos tres años y medio se perdieron 20.000 puestos de trabajo en el rubro. “La entrada de producto importado mató a la industria nacional. Antes el 80 por ciento de lo que vendía Puma se producía en el país, ahora apenas llega al 10. Tomaron la decisión de cerrar la planta porque ahora importarán lo que se realizaba en el país”, explicó el secretario general de la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado en La Rioja, Saúl Carrizo, en declaraciones a medios locales. La empresa sostuvo en su comunicado que “del total del volumen de calzado vendido por la marca en Argentina, el 60 por ciento es de producción local”.

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En marzo de 2017, Puma bajó la persiana en Sanagasta y, en simultáneo comenzó un ajuste con 30 despidos en la planta de la capital riojana y 40 en Chilecito. “Puma llegó a tener 980 trabajadores en la provincia, pero hace dos años empezó a despedir y cerrar plantas. Hoy son menos de 460. En Chamical eran 200 y ahora quedan 80 trabajadores”, afirmó el secretario general. El cierre de ayer, el segundo en dos años, en Chilecito, dejó a otras 40 familias en la calle, que para la competidora de Adidas se trató de un proceso de «eficientización productiva». En la provincia de La Rioja existen cuatro grandes polos industriales radicados en Chilecito, Chamical, La Rioja (Capital) y Aimogasta, los cuales están enfocados principalmente en la actividad de calzado y textil y, por ende, se encuentran con serios problemas para sostener el empleo en la región.

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