La participación de la bióloga del Conicet Marina Simian en el programa “¿Quién quiere ser millonario?” dejó al desnudo la falta de financiamiento oficial a la ciencia. “Jamás pensé que iba a estar en esta situación, pero en estas condiciones no se puede trabajar”, dijo la científica

La participación de la bióloga molecular del Conicet Marina Simian en el programa ¿Quién quiere ser millonario?, en busca de fondos para poder avanzar en la investigación de una cura para el cáncer, no sólo expuso la crisis que atraviesa la producción de conocimiento científico y tecnológico desde la llegada de Cambiemos al gobierno. También dejó en evidencia el silencio de los referentes del sector que apoyaron al presidente Mauricio Macri y que continuaron apoyándolo luego del profundo ajuste que puso en marcha, al tiempo que reavivó el debate sobre el lugar que debe ocupar el desarrollo científico nacional en el modelo político y económico. “Uno esperaría que los colegas que se han involucrado en las iniciativas de este gobierno, hoy salgan y digan la verdad: que se sienten defraudados y están decepcionados. En defensa de sus jóvenes investigadores, de sus laboratorios y de todo el camino recorrido, es necesario que toda la comunidad repudie las políticas que impulsa el gobierno y que no tienen a la ciencia y a la tecnología como prioridad”, sostuvo el diputado nacional y presidente del Conicet entre 2012 y 2015, Roberto Salvarezza.

Las declaraciones del diputado se insertaron en medio de una discusión que se reactivó luego de que Simian explicara, frente a las cámaras televisivas en horario central, que los 500 mil pesos que ganó contestando preguntas serían destinados a la compra de insumos para un proyecto que estudia los mecanismos que llevan a la progresión del cáncer de mama y el fibroblastoma (tumor cerebral), porque el Gobierno le paga de forma discontinua y recortada un subsidio que ganó en 2017.

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Inmediatamente, las redes sociales y los medios de comunicación se colmaron de felicitaciones hacia la investigadora y de mensajes emotivos que destacaron su esfuerzo. En ese contexto, Galo Soler Illia, compañero de Simian en el Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín, exhortó en Twitter a los periodistas científicos a hacerle un reportaje a la bióloga para conversar “sobre lo duro que es ser investigadora del Conicet cuando los fondos que ganaste no llegan, no te los dan o los devalúan”. La publicación generó que Salvarezza y otros referentes del sector, como el físico y director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia, Diego Hurtado, le recordaran a Soler Illia que él forma parte del Consejo Presidencial Argentina 2030, un organismo ad honorem que funciona bajo la órbita de Jefatura de Gabinete y que se creó en 2016 con el objetivo de asesorar a Macri y “elaborar consensos para pensar el futuro del país”. “¿No es momento de que aquellxs científicxs que apoyaron a Macri expresaran públicamente que se equivocaron?”, preguntó, en Facebook, Hurtado, quien más tarde dijo a este diario que “sería importante que un científico tan joven y brillante saliera públicamente a decir que renuncia a esa comisión asesora, dado el desastre que está haciendo el Gobierno”.

“Estuve en ese programa cuando lo dirigía el consultor Eduardo Levy Yeyati que hizo cosas muy interesantes. Luego perdió fuerza, y si bien no renuncié, dejé de participar activamente”, fue la respuesta de Soler Illia en Twitter. Consultado por PáginaI12, el químico especializado en nanotecnología señaló que el espacio “puede ser valioso y generar material interesante, pero puede terminar como un objeto decorativo”. En ese sentido, explicó que, desde que quedó a cargo de Iván Petrella, “el organismo tomó otro rumbo y no fuimos más convocados”. “No es que hayamos renunciado. Yo participé en la primera etapa y fue una experiencia interesante poder decirle al presidente que las universidades públicas son importantes, en una mesa donde están sentados rectores nacionales y economistas de calidad, y donde se debate con buen nivel técnico”, agregó. Por otro lado, Soler Illia consideró que “el gobierno no se da cuenta de que la ciencia y la tecnología no son un gasto, sino una inversión”, aunque manifestó que no podría explicar si se trata de “un plan macabro para destruir la ciencia, simplemente una miopía de los funcionarios o un problema de internas dentro del Gobierno”.

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La decepción de Soler Illia, que no fue –ni es– un ferviente crítico de la gestión de Cambiemos, dejó en evidencia la gravedad del ajuste aplicado en ciencia y tecnología, cuya última muestra fue la expulsión de más de 2.000 doctores de la carrera de investigador de Conicet. Ayer el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, terminó de clarificar el lineamiento oficial cuando, durante una entrevista radial, evitó definirse sobre la caída del financiamiento a la ciencia y se limitó a decir que “nosotros tenemos que hacer un esfuerzo para dejar de vivir de prestado”.

“Un modelo neoliberal en un país periférico como la Argentina trae como consecuencia el achicamiento del Estado y la reducción del gasto en conocimiento y en desarrollo científico”, aseveró Salvarezza, al tiempo que remarcó que la situación actual “no era muy difícil de predecir”. “La comunidad científica debe reflexionar, porque las políticas neoliberales están asociadas continuamente con estas situaciones y la ciencia y la tecnología no son un paquete cerrado”, concluyó.

 

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