Arrinconada por el callejón sin salida del Brexit, la primer ministra Theresa May anunció su renuncia que se hará efectiva el 7 de junio. En la práctica institucional británica May se mantendrá en el puesto hasta que el Partido Conservador elija a un nuevo líder que automáticamente se convertirá en el primer ministro, un proceso que puede tardar entre cuatro y seis semanas.

May no pudo contener el llanto en el breve mensaje que dio enfrente de la casa que ocupa el primer ministro, 10 Downing Street. “Muy pronto dejaré este trabajo que ha sido el gran honor de mi vida. La segunda primer ministra mujer, pero seguro no la última. No tengo rencores. Tengo enorme gratitud de haber tenido la oportunidad de servir el país que amo tanto”, dijo May

Con las últimas palabras May quebró en un llanto que la obligó a darse vuelta y enfilar apresuradamente hacia esta casa que seguirá ocupando hasta que los conservadores se pongan de acuerdo en su sucesor. Hay unos 16 candidatos en carrera, aunque todavía no han formalizado el anuncio: todos estaban esperando este momento que quebró a la mandataria. La campaña para la sucesión promete ser sangrienta.

El tiempo no espera a nadie y no aguardará al próximo primer ministro. La fecha de salida de la Unión Europea es el 31 de octubre (originariamente era el 29 de Marzo, luego el 12 de abril). El nuevo mandatario asumirá en el mejor de los casos en julio, cuando queden poco más de tres meses para la hora señalada sin que haya habido ningún progreso desde abril para alcanzar un consenso parlamentario sobre la salida del Reino Unido de la UE.

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El fracaso del Plan 4 que presentó este martes May terminó de disparar su dimisión. El plan pretendía darle un poco a todos y terminó dejando disconforme a oficialistas y opositores, pro y antieuropeos. La falta de apoyo de su propia bancada conservadora quedó en claro cuando el comité 1922, que reúne a los diputados sin función en el gobierno, votó el miércoles para cambiar las reglas internas partidarias de manera de poder tener un segundo voto de confianza en su liderazgo en menos de 12 meses.

Esta mañana antes de su anuncio, May se reunió con el líder del Comité, Sir Graham Brady. Brady venía con un sobre cerrado: en el sobre estaba el resultado de la votación que permitía el cambio de las reglas internas. Las cartas estaban echadas, pero el problema del Brexit no se soluciona con una renuncia.

Desde el referendo de 2016 a favor de la salida del bloque europeo, renunciaron dos primer ministros (David Cameron, ahora Theresa May) y más de 11 ministros, entre ellos dos de los encargados de la negociación con la UE. El parlamento votó a favor de que no se pueda salir del bloque si no hay acuerdo. La posibilidad de llegar a un consenso o a una mayoría exigua de un voto sobre algún tipo de propuesta parece, por el momento, exigua o inexistente. No va a ayudar que la mayoría de los candidatos para suceder a May pertenezcan al campo del Brexit duro.

No deja de ser una ironía que todo este drama político ocurra en medio de las elecciones al parlamento europeo. Ayer votaron los británicos, pero los resultados no se anunciarán hasta que se hayan pronunciado los 28 miembros de la UE el domingo por la noche. Todo indica que habrá un claro triunfo del Brexit Party de Nigel Faraga que tiene la mono-promesa de salir del bloque europeo sin acuerdo. Pero cuando en los sondeos se suman los partidos pro-europeos y los anti-europeos hay una paridad de hecho.

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Este empate técnico no parece haber cambiado de forma decisiva desde el referendo de 2016. En sus casi tres años de mandato, May no supo resolver la polarización entre los dos bandos. Cuando intentó compromisos en las últimas semanas era ya demasiado tarde: las distintas partes habían endurecido públicamente sus posiciones, no había margen para la negociación y el consenso.

Nadie pone en duda la enorme ineptitud política de May. A pesar de haber votado a favor de permanecer en la UE, May adoptó desde el principio una retórica pro-Brexit duro de la que le fue muy difícil apartarse cuando tomó conciencia de los obstáculos que presentaba para un acuerdo con la UE. El gran problema es que ninguno de los candidatos con chances de sucederla parecen tener más habilidad política y diplomática.

Una posibilidad muy fuerte que analizan hoy los comentaristas políticos británicos es la realización de nuevas elecciones generales ante el muy débil mandato que tendrá un nuevo primer ministro elegido pura y exclusivamente por el Partido Conservador en medio de la crisis más grande de las últimas décadas. Ante este panorama, ¿qué pasará con el Brexit y el 31 de octubre como fecha de salida? Hoy nadie lo sabe.

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