La confirmación de los candidatos que en la provincia irán junto con Alberto Fernández y Cristina Kirchner llegó acompañada del apoyo de los intendentes peronistas. «Vamos construir juntos esperanza y futuro para los bonaerenses», saludaron los jefes comunales la postulación del exministro de Economía y la intendente de La Matanza.

Los misterios se van desvelando. El ex ministro de Economía Axel Kicillof y la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, quedaron confirmados ayer como la fórmula del peronismo para la determinante elección por la gobernación de la provincia de Buenos Aires. La decisión corrió por cuenta de Cristina Kirchner, quien privilegió la buena intención de voto en las encuestas y el llamativo nivel de convocatoria que muestra el ex ministro en cada incursión por el territorio bonaerense. En una elección sin ballottage, tendrán que enfrentar en octubre a la gobernadora María Eugenia Vidal –la dirigente de mejor imagen del oficialismo– y un candidato todavía desconocido de Alternativa Federal, quien puede actuar como árbitro de la contienda, depende de a quién le saque más votos.

La resolución de la ex presidenta de correrse de la cabeza de la fórmula para dejar ese lugar a Alberto Fernández dio nuevo impulso a la postulación de Kicillof. Cristina Kirchner es la figura más taquillera en la provincia, especialmente en los populosos segundo y tercer cordón del Conurbano. Los intendentes tienen medido que en los distritos más identificados con el peronismo llega al 50 por ciento de intención de voto, en otros ronda el treinta y pico: en promedio da un poco más del 40 por ciento. Por eso, cualquier dirigente que no le restara votos podía acompañarla como candidato a gobernador con buenas posibilidades de triunfo.

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Los intendentes consideraban que era el momento que uno de ellos se probara el traje, considerando que desde hace tiempo se venían repitiendo como candidatos dirigentes que no habían pasado por un municipio: Carlos Ruckauf, Felipe Solá, Daniel Scioli y Aníbal Fernández, en la última traumática experiencia de 2015. En un módico operativo clamor, pujaban porque la candidatura fuera para el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, o para los matanceros Magario o Fernando Espinoza. También se venía mostrando como representante del interior, Paco Durañona, intendente de San Antonio de Areco.

Kicillof había recibido a mediados del año pasado la sugerencia de Cristina Kirchner de mudar su domicilio a la provincia, dada las pocas perspectivas electorales para el kirchnerismo en la esquiva Capital Federal. El ex ministro puso manos a la obra con entusiasmo y encontró buen eco. Durante el verano varias veces aparecieron videos en los que se veía la repercusión que generaba en cada localidad en la que llegaba en su campaña onda gasolera. Está la anécdota de un intendente que cuenta que un día recibió el llamado del ex ministro que le avisaba que estaría en su municipio el fin de semana, si no le hacía el favor de prestarle una tarima y un equipo de audio. El intendente no sólo le hizo el préstamo sino que le avisó a su gente que llevaran algunos muchachos para hacer número. Resultó que el ex ministro llenó la plaza como hacía tiempo no sucedía.

Además de esta popularidad, rara para un ex ministro de Economía, Kicillof muestra en los sondeos que es el candidato que más retiene el voto de Cristina Kirchner, un dato fundamental. Por eso, al no ser ella la principal candidata, los intendentes se veían venir la noticia. Aunque en los últimos encuentros insistían en la conveniencia de que fuera uno de ellos el candidato, ya comenzaban a escucharse voces –especialmente de los más identificados con el kirchnerismo– a favor de Kicillof.

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El lunes, CFK dio un indicio fuerte cuando colocó entre las diez fotos que más le habían gustado del acto del sábado en Merlo una en la que se la veía con Alberto Fernández, Kicillof y Magario. Por la noche, Martín Insaurralde fue convocado al Instituto Patria para escuchar de boca de la propia Cristina la decisión que lo dejaba fuera de carrera. El intendente de Lomas reunió ayer a sus íntimos y los puso al tanto de la novedad. Luego –en una campaña donde las redes sociales amenazan con convertirse en grandes protagonistas– tuvo el privilegio de confirmar la noticia en Twitter. “Felicitaciones Axel Kicillof y Verónica Magario, nuestra fórmula en la provincia de Buenos Aires. Vamos a construir juntos esperanza y futuro para los bonaerenses!”, escribió. La novedad desató una catarata de reacciones de intendentes y dirigentes bonaerenses a favor de la decisión. Obviamente, por lo bajo, admitían que no todos quedaron conformes con la noticia ni con la manera como fue anunciada.

Además de saludar al binomio, el presidente del PJ Bonaerense, Fernando Gray, se puso en la tarea de organizar un encuentro de Kicillof con los intendentes para comenzar a bosquejar lo que será la campaña, que imaginan será voto a voto. También convocará a la CAP creada días atrás, que prepara una estrategia para recuperar los distritos en manos de Cambiemos, en especial las grandes ciudades.

El anuncio echa por tierra la última posibilidad de un acuerdo con Sergio Massa, dado que la candidatura a gobernador era una posible prenda de acuerdo. Para el otro casillero expectante, el de primer candidato a diputado, se barajan dos nombres: Felipe Solá y Máximo Kirchner. Gray se pronunció por Máximo. “Me gusta porque representa fielmente el proyecto que levantamos desde hace años”, afirmó.

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