La proliferación de puestos en distintos sectores del Conurbano bonaerense conforma una de las postales de la crisis económica. Muchos de los intercambios se pactan por Facebook.

Una de las postales visibles de la crisis económica en el Conurbano bonaerense es el crecimiento de las ferias populares y, en estos ámbitos de compra, venta y regateo de productos usados que van desde neumáticos hasta un buzo de friza, es donde ha regresado la práctica del trueque: intercambios de indumentaria por comida son usuales en las barriadas del GBA donde pega fuerte el golpe al bolsillo cimentado por la alta inflación.

En una recorrida por la feria Arco Iris, de Merlo, que suele montarse los viernes y domingos desde bien temprano hasta pasado el mediodía en este barrio del oeste del conurbano, se pudo observar la oferta de bienes sobre mantas apostadas en calle de tierra o bien apoyadas en tablas sostenidas por caballetes. La mayoría de los productos usados, discos, juguetes, radios, medallas, ropa, herramientas, no tienen precio. Juega mucho el regateo o el intercambio por otros artículos.

En un sector de la feria atiende Silvio Melgarejo (51), quien suele vender ropa y juguetes usados, cuando se queda sin trabajo. “Vengo cuando se terminan las changas”, explica y admite que acepta el trueque cuando no hay efectivo.

“La semana pasada troqué unos pantalones para chicos por paquetes de fideos”, recuerda. Otros feriantes, finalizada la jornada, practican trueque en la plaza del barrio ubicada a unos 200 metros. Algunos vecinos comentan, con indignación, que se ofrecen alimentos que forman parte de los bolsones de asistencia social, como aceites, arroz o yerba.

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Con todo, no es el único barrio de este populoso partido, de 700 mil habitantes, en el que se practica el trueque: en un terreno ubicado frente a la estación de Mariano Acosta hay una feria que inició hace tiempo un grupo de mujeres y ha logrado expandirse fruto de la necesidad.

Acerca de este fenómeno, la concejal de Unidad Ciudadana Florencia Lizaraso, que busca jugar en la interna del PJ local, opina que “en el distrito crecen lo que llamamos las ferias de la crisis porque Cambiemos ha producido hambre con el ajuste y los tarifazos, a la gente no le alcanza el dinero y sale y vende lo que tiene, como sus muebles, o intercambia productos. Ofrecen sus servicios y son realmente una postal del hambre. Cada vez se ven más en las plazas, al lado de las ferias que antes vendían frutas y verduras, donde se instalan los vecinos ofreciendo lo que pueden”.

No es el único distrito donde emerge el trueque, la clásica postal de la crisis del 2001. En el partido más populoso de la Provincia, La Matanza, también irrumpió esta modalidad muchas veces convocada a través de grupos de Facebook. “La situación está difícil y está modalidad se sucede desde el Camino de Cintura hacia eloeste, no solamente Laferrere, Rafael Castillo y Virrey del Pino sino también en Isidro Casanova. También he visto trueque en Villa Constructora, que está entre San Justo y Casanova”, cuenta, a su turno, el concejal Miguel Saredi, que a comienzos de año rompió con Cambiemos.

A diferencia de lo ocurrido en 2001, los grupos de trueque no utilizan “créditos” -una suerte de cuasi moneda que se creó en aquél momento para sistematizar los intercambios- y solamente se recurre a cambiar un producto por otro o varios, según se acuerde en el momento; hay entendimientos previos generalmente pactados a través de los chats de Facebook.

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En Quilmes, en el sur de Gran Buenos Aires, también se replican las ferias populares que, en los hechos, han reemplazados los clubes de trueques que saltaron a la fama con el descalabro de 2001. En San Francisco Solano y otros barrios se suelen juntar cientos de vecinos los fines de semana. También se muestran muy activos grupos de Facebook que ofrecen remeras de mujer, zapatillas de distintos talles usadas, entre otros artículos. En este sentido, la diputada Mayra Mendoza, candidata a intendente por el kirchnerismo, explica: “En el último tiempo estas ferias se ven por todos lados, en plazas y frente a las estaciones del tren”.

Frente a la caída del consumo en supermercados y los negocios tradicionales, las ferias populares del GBA se han revitalizado como una salida de los vecinos para poder acceder a productos o alimentos. Allí se imponen el regateo y el trueque.

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