Él es Ted Bundy, un joven universitario, aplicado, respetuoso e inteligente. Estudia en la Universidad de Washington, en Seattle y quiere especializarse en Derecho. Está muy interesado en la política y a partir de recomendaciones de sus profesores realiza prácticas en el Partido Republicano. 

Son principios de los años 70 y con un futuro prometedor sólo puede esperarse lo mejor de él…

Anne Marie Burr, Lonnie Trumbell, Joni Lenz, Lynda Ann Healy, Donna Gail Manson, Susan Elaine Rancourt, Brenda Baker, Roberta Kathleen Parks, Brenda Carol Ball, Georgeann Hawkins, Janice Ott, Denise Naslund, Kimberly Leach, Lisa Levy, Margaret Bowman…

Los últimos tres nombres fueron de las mujeres que Bundy asesinó y por las que fue sentenciado dos veces a la pena de muerte en 1979 y 1980. Forman parte de una lista de 36 asesinatos confesados por Ted entre 1974 y 1980, en Washington, Colorado, Utah. Oregon, Florida, Idaho y Vermont.

 

El asesinato de Kimberly Leach

9 de febrero, 1978. Mediodía. Kimberly Leach, una niña de 12 años del condado de Lake City Florida, acababa de ser elegida primera finalista de la Reina de San Valentín en su secundaria.

Era un día lluvioso. Cuando llegó a su clase de educación física, recordó haber dejado su mochila en el salón de clases. Su maestra la dejó regresar por ella. Para lograrlo tenía que cruzar un edificio.

Una de sus amigas fue con ella y, cuando estaban a punto de regresar a la clase, su amiga recordó que también había olvidado algo, así que regresó. Al salir del salón, se alarmó al ver a Kimberly irse con un hombre.

Kimberly Leach.

 

La escuela llamó a su casa más tarde para verificar por qué no había asistido al resto de sus clases. Sus padres supieron al instante que algo estaba mal.

Después de ocho semanas de búsquedas intensas, policías de Lake City encontraron en el Parque Estatal Suwannee los restos de Kimberly Leach.

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Hubo evidencia de agresión sexual y parecía que había sido estrangulada, pero la descomposición de su cuerpo hacía difícil saberlo.

 

La masacre de Chi Omega

25 de junio, 1979. Ocaso. Lisa Levy y Margaret Bowman estaban en sus respectivos dormitorios de la Fraternidad Chi Omega, en Miami, cuando Bundy ingresó cubierto con una gorra y con un palo de madera en la mano.

Lisa fue hallada horas después rodeada de sangre, con marcas de estrangulamientos bajo su mandíbula, un moretón en el hombro y una marca de mordida en su pezón derecho.

Paramédicos intentaron revivirla mientras la llevaban al hospital, aunque poco antes de llegar confirmaron su muerte.

Lisa Levy y Margaret Bowman, víctimas de Ted Bundy en la masacre de Chi Omega.

 

Tras calmar un poco sus nervios, las residentes de la fraternidad se reunieron para asegurar que no hubieran más problemas.

Notaron la ausencia de Margaret Bowman. Cuando ingresaron a su cuarto, la encontraron boca abajo en su cama, con sangre en su cabello y en la almohada. Fue estrangulada con una media de nailon y su cráneo había sido destrozado.

Ted Bundy
Evidencia dental de la mordida de Ted Bundy a la joven Lisa Levy.

 

Pena de muerte y sentencia psicológica

La salud mental de Ted Bundy ha sido una incógnita desde hace mucho tiempo. En marzo de 1986, obtuvo su primer retraso de pena de muerte. Su abogada defensora Polly Nelson intentó retrasar la sentencia al denunciar que Bundy no era mentalmente competente para ser juzgado.

Así que, contactaron a la psiquiatra Dorothy Lewis, quien se especializaba en comprender la química del cerebro de hombres violentos. Durante siete horas, la doctora analizó la historia y las actitudes de Bundy

Al principio, éste insistió en que era lo suficientemente competente, algo que había hecho a lo largo de su periodo como prisionero, inclusive tomando la rienda de la defensa legal de sus juicios.

Ted Bundy
Bundy al dejar el juicio en el Condado de León, Florida, 1979.

 

Ted contó a detalle su infancia, como había crecido con su madre y sus abuelos, creyendo que estos eran sus padres y su mamá era su hermana. Su abuelo era un católico recalcitrante, a quien la doctora definió como tirano abusador. Maltrataba a varios animales y tenía una gran colección de pornografía, a la que tuvo acceso Bundy.

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En cambio, la abuela era muy tímida y obediente, acudía a tratamientos por depresión y sufría de agorafobia, miedo a los espacios abiertos.

En su estadía en Florida y cuando cometió los delitos que lo llevaron a la silla eléctrica, Bundy compró más de 30 pares de calcetines. Había desarrollado un fetiche con los pies, lo cual se convertía en un motivo para escoger y atacar a sus víctimas.

En sus últimos días de vida, utilizó el antecedente de la pornografía de su abuelo y el gusto que él mismo había desarrollado por ese contenido para intentar evitar la pena de muerte.

Un posible objetivo era que grupos conservadores manifestaron su desprecio por el “porno” y eso ejerciera presión en las autoridades para que en lugar de matar a Bundy fuera estudiado su comportamiento.

 

Veredicto de Ted Bundy: maníaco-depresivo

Ted Bundy ha sido y sigue siendo un pieza clave en el entendimiento de los asesinos en serie, algo fuera del conocimiento criminal en el siglo XX.

Desde que se conoció su caso, mucha gente lo etiquetó como un psicópata, alguien que está emocionalmente en blanco, actúa de manera imprudente, nunca se responsabiliza de sus acciones y tiende a ser encantador, al menos superficialmente.

La psicopatía es un rasgo de la personalidad que cae bajo el trastorno de personalidad antisocial. Las personas con este trastorno tienen un «patrón a largo plazo de manipulación, explotación o violación de los derechos de los demás sin ningún tipo de remordimiento».

Después del examen, la doctora Lewis llamó a Polly Nelson para decirle que Bundy cumplía con los criterios de trastorno bipolar, un trastorno mental conocido como trastorno maníaco-depresivo.

Las personas con trastorno bipolar tienen cambios dramáticos en su estado de ánimo, y pasarán de los episodios intensos de manía y depresión.

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Ted Bundy

Durante un estado maníaco, una persona con trastorno bipolar puede sentirse extremadamente feliz, comenzar a hablar rápidamente, agitarse y actuar con exceso de confianza. Un episodio depresivo, por otro lado, está marcado por la tristeza, la baja autoestima, la irritabilidad y la dificultad para concentrarse.

Ambos hechos pueden incluir síntomas psicóticos, como las alucinaciones. Polly Nelson dijo que Bundy escuchó voces notoriamente que le dijeron que matara a mujeres. La doctora Lewis se dio cuenta de que esto fue durante la fase descendente de su depresión maníaca.

El que Bundy se defendiera a sí mismo en su propio juicio por asesinato, es un comportamiento común de los asesinos, como un ejemplo de sus episodios maníacos.

Aunque las personas con trastorno bipolar no son esencialmente violentas: varios estudios sugieren que las personas con trastorno bipolar sólo corren un mayor riesgo de violencia si también están abusando de sustancias nocivas.

 

El cerebro de Ted Bundy

La doctora Lewis le dijo a Nelson que estaba «extremadamente segura de que había algo único en el cerebro de Ted».

«Alguna química cerebral única o incluso un tumor en una ubicación crítica que bloqueó su empatía».

En este caso, existen algunas teorías sobre cómo el cerebro de los asesinos seriales se diferencia de los demás.

Por ejemplo, Jim Fallon, un neurocientífico que estudió los cerebros de los asesinos en serie, sugiere que tienden a tener cortezas frontales menos activos, el área del cerebro involucrada en la toma de decisiones morales y el comportamiento ético. Esto esencialmente bloquea la amígdala, la parte del cerebro que procesa las emociones, el miedo y la agresión.

Ted Bundy
Ted Bundy poco después de su arresto en Florida, 1978.

 

El 24 de enero de 1989, Ted Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica por el estado de Florida con sólo 30 casos de asesinato atribuidos, pero decenas más sin veredicto final.

Por: Eduardo Castro.

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