Un día después de la beatificación del argentino Enrique Angelelli, el papa Francisco pidió que se siga “el ejemplo” del obispo riojano y los otros tres sacerdotes asesinados durante la última dictadura. «Estos mártires de la fe fueron perseguidos por la justicia y la caridad evangélica», resaltó el Papa durante el rezo del Regina Coeli, la oración que reemplaza al tradicional Ángelus en las semanas siguientes a la Pascua.

Ayer se celebró la misa de beatificación ante miles de fieles en el Parque de la Ciudad Riojana. La ceremonia estuvo encabezada por el delegado papal, el cardenal italiano Angelo Becciu.

«Que su ejemplo y su intercesión apoyen en particular a los que trabajan por una sociedad más justa y solidaria», pidió hoy el Papa desde el balcón del Palacio Apostólico a los fieles que escuchaban en la Plaza San Pedro.

Francisco el año pasado había firmado el decreto autorizando la beatificación al considerar que los cuatro mártires fueron asesinados «in odium fidei» (en odio a la fe).

Durante la misa dominical Francisco repasó uno a uno los nombres de los religiosos que fueron proclamados beatos: “Enrique Angel Angelelli, obispo diocesano; Carlos de Dios Murias, franciscano conventual; Gabriel Longueville, sacerdote fidei donum; y Wenceslao Pedernera, catequista, padre de familia» y luego pidió “un aplauso para los nuevos beatos”.

La beatificación es el paso previo a la Santidad, según las normas del Vaticano. Ayer, el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos expresó que Angelelli, los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico catequista Wenceslao Pedernera desarrollaban su acción pastoral «atenta a la promoción de los estratos más débiles, a la defensa de su dignidad y a la formación de las conciencias, en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia, para intentar ofrecer soluciones a los múltiples problemas sociales».

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La misa fue presidida por Becciu y concelebrada por el nuncio apostólico en Argentina, León Kalenga Badikebele, y unos 40 obispos de distintas diócesis del país, entre ellos el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea.

Antes de iniciado el proceso de beatificaicón, la justicia civil confirmó que Angelelli murió en medio de un accidente provocado por la encerrona que le hicieron en un tramo de la ruta, a pocos kilómetros de Chamical, de donde venía tras haber participado del velorio de Murias y Longeville, torturados y fusilados tras ser llevados por hombres uniformados a la base aérea de esa ciudad el 18 de julio de 1976.

Pedernera, quien integró el movimiento rural de la Acción Católica, estaba casado y tenía tres hijas, fue acribillado en Chilecito el 24 de julio por un grupo de hombres delante de su familia.

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