En el anterior turno de elecciones a gobernador el oficialismo local conservó el poder en 19 de 23 provincias. La oposición consiguió prevalecer en cuatro. La oleada de Cambiemos se demostró y plasmó por la victoria del PRO en Buenos Aires sumada a la del radicalismo en Jujuy y Mendoza, todas a expensas del peronismo. Los justicialistas recuperaron un solo distrito: Tierra del Fuego.

Otro cambio de preferencias bien particular se produjo en Río Negro. En 2011 fue electo el peronista Carlos Soria cuyo asesinato derivó en el ascenso del vicegobernador Alberto Weretilneck, de otro partido: el Frente Grande. En 2015 Weretilneck, con rango de gobernador y enfrentado al justicialismo, lo superó en los comicios.

La tendencia en el conjunto de las provincias –corroborada en años anteriores con ciertas fluctuaciones– es la primacía de los partidos de gobierno. La legitimidad de ejercicio ha de ser una de las causas. Seguro que coexiste con otras, múltiples. Señalemos un puñado, vinculado a las campañas. Cuentan con recursos materiales para volcar en semanas o meses previos a la votación.  Pueden fijar la fecha, pensando en ventajas tácticas. La influencia sobre medios locales es notoria en la mayoría de los casos. En general, pueden –por medios lícitos, grises o irregulares– hacer más publicidad que los adversarios.

La estadística del pasado no define el presente ni la general aplica a cada caso particular aunque no deja de ser indicativa. De modo genérico y en principio, los gobernadores arrancan como favoritos cuando procuran revalidarse o apoyar a quien lo suceda. Como en las viejas copas Libertadores, jugar de local “garpa”: es más hazaña desbancar a uno que proseguir en el poder. Dicha tendencia, presume este cronista, se mantendrá en 2019. Ya hubo tres distritos donde venció el oficialismo: Corrientes, Santiago del Estero y Neuquén.

De cualquier modo, ningún futuro está cerrado y cada comicio se define cuando se escruta el último voto. Aserto válido para Río Negro que hoy elige autoridades.

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Se va la segunda: Weretilneck apostó a conseguir un discutible nuevo mandato, la Corte Suprema nacional declaró inconstitucional la intentona. Debió rehacer la fórmula, su candidata será Arabela Carreras quien, antes de la sentencia, iba por la vice gobernación.

Según los sondeos, las percepciones de los quinchos y la sensación térmica su real challenger es el intendente de General Roca, Martín Soria representando al Frente para la Victoria que hizo una gran elección en las legislativas de 2017. Se le asignan escasas chances a la candidata de Cambiemos, Lorena Matzen.

Hasta ahí el cuadro, en cierta medida semejante al de Neuquén en marzo. Un partido provincial gobierna buscando continuidad. El peronismo lo desafía y Cambiemos no tiene pinta de terciar. La Casa Rosada apuesta a Carreras “para que pierda el kirchnerismo”.  Sería distorsivo llamarlo plan “B” o “second best” porque no cree en los candidatos de Cambiemos: no los apoyó con recursos, ni hubo funcionarios del Gobierno nacional haciéndoles gamba.

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Los otros dos contendientes se tienen fe, alegan que las encuestas le sonríen.  Una gran diferencia respecto de Neuquén es la añeja gravitación del Movimiento Popular Neuquino versus la novedad de la fuerza que lidera Weretilneck.

Weretilneck no participa, se verá si Carreras “conserva” sus votos, lo que en jerga se llama “fidelización”. Cualquier respuesta será hipotética, contrafactual. Un hecho puede mitigar potenciales fugas de votantes: Weretilneck encabezó casi toda la campaña porque el fallo de la Corte llegó cerca del final.

Los peronistas presentan una fórmula frentista, multipartidaria. Sumaron a la fórmula a la senadora Magdalena Odarda, una dirigente con vuelo y votos propios proveniente del ARI y que rompió lazos con la diputada Elisa Carrió largo tiempo atrás.

Gana quien obtenga primera minoría, por simple pluralidad de votos, sin segunda vuelta. Se eligen también diputados provinciales para un parlamento unicameral. Las elecciones para autoridades en casi todos los municipios (intendentes y concejales) tendrán lugar en junio. Bariloche, la ciudad más poblada (y acaso la que defina el resultado de hoy si alguien obtiene una buena diferencia) lo hará en septiembre, porque así lo estipula la Carta Orgánica municipal.

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Un PASO gigantesco: El gobernador Sergio Uñac ganó las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en San Juan, hace una semana. Superó el 55 por ciento de los votos, una marca altísima en cualquier elección, donde quiera que se dispute. Le sacó más de 22 puntos porcentuales de diferencia al candidato de Cambiemos, Marcelo Orrego, intendente de Santa Lucía.

La amplitud de los márgenes deja la impresión de un veredicto muuuuy difícil de revocar el 2 de junio, cuando se definan las nuevas autoridades. Uñac, primerizo en el cargo, pudo prevalecer en las negociaciones previas con las huestes del ex gobernador José Luis Gioja, un taita en ese terruño con proyección nacional. Plasmó una lista de unidad, que contiene a todo el peronismo.

Bien plantado en sus pagos, explora el escenario nacional. Como cualquier mandatario consagrado antes de las PASO nacionales queda “bajo sospecha” o bajo tentación de querer mandarse a las presidenciales. Algún guiño le hizo al ex ministro Roberto Lavagna pero no cenará antes de haber almorzado, o sea, triunfado en San Juan.

Con el resultado y el score queda mejor posicionado que varios colegas federales con ambiciones que no están tan bien hoy en día. El salteño Juan Manuel Urtubey es el arquetipo: sin reelección posible y sin certeza de que su partido conserve la provincia.

En cambio, el cordobés Juan Schiaretti transita una “vida paralela” a la de Uñac. Está en pole position para la elección del 12 de mayo. En Córdoba, como en Río Negro no hay PASO. En San Juan, sí. En Chaco había hasta esta semana pero se dejaron sin efecto…

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Internas y endeudamientos: La legislación chaqueña imponía la realización de PASO provinciales, el Legislativo provincial las anuló para las próximas elecciones. La movida, iniciada por el radicalismo, fue acompañada por el gobernador Domingo Peppo contra la voluntad de su compañero y antecesor en el cargo, Jorge Capitanich, intendente de Resistencia. Tras un encendido debate, primó el acuerdo bipartidista. Coqui Capitanich fue el pato de esa boda.

“La política” motiva la jugada. Los radicales prefieren arreglar su interna puertas adentro, rosca mediante. Peppo también, explicando que quiere evitar el deterioro y los enfrentamientos intestinos. Sus adversarios señalan que temía perder las PASO ante Capitanich y que, siendo gobernador y presidente del Partido Justicialista chaqueño, le asisten mejores posibilidades para una lista acordada.

Peppo echó mano también a un argumento criticable pero tal vez eficaz: “el costo de las elecciones”. Con voto electrónico en la mitad de las mesas el gasto existe pero clavar el foco ahí es un tópico de la derecha. Lo que vale, algo cuesta. Por ejemplo, la democracia.

Se renuevan senadores nacionales en ocho provincias, Chaco es una. El caudillo radical y ex gobernador Angel Rozas, autoexcluido de la carrera por la gobernación, aspira a conservar la banca en la Cámara Alta. La mayoría lleva dos senadores, la primera minoría uno: la tiene prácticamente segura incluso en el escenario menos propicio.

Los dos líderes peronistas concuerdan en algo: uno de ellos debe pujar por la gobernación, otro ir al Senado. El “detalle” que complica: los dos pretenden el Ejecutivo y dejarle al otro ir al Congreso nacional. Peppo pretende que aminore la bronca de Capitanich y transitar un acuerdo, con lista de unidad. Sería imposible en estos días con el ambiente recalentado. Hay tiempo: no está fijada aún la fecha de las elecciones pero falta. La Constitución provincial impone que se celebren separadas de las nacionales, no más de 90 días antes de la asunción del nuevo gobernador. O sea, a partir del 10 de septiembre lo que las deja cerquita de las presidenciales. Chaco es una de las cuatro provincias que tienen sistema con segunda vuelta: el cronograma debe dejar tiempo para un eventual ballotage.

Un argumento de fuste condiciona a ambos peronistas: si se dividieran otorgarían a Cambiemos, conducido por el radicalismo, una oportunidad que ahora parece remota. Habrá que ver.

En la misma sesión que dejó en suspenso las PASO se autorizó al Ejecutivo a tomar un préstamo colosal para pagar la deuda ídem que tiene con Cammesa, la empresa mayorista distribuidora de energía eléctrica. El aumento alocado de las tarifas agobia a la provincia: no es la única. Los chaqueños de a pie también sudan la gota gorda para evitar que les corten la luz. Funcionarios y baqueanos provinciales cuentan que apena ver a personas humildes recorriendo largas distancias, yendo a menudo en bici o a pie para pagar facturas de 3000 o 4000 pesos, cifras exorbitantes para sus posibilidades. Solo consiguen hacerlo endeudándose en las “mutuales” que les prestan dinero a tasas usurarias. Se sumergen hasta el cuello para tener acceso a una necesidad básica, a un derecho ciudadano.

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El presidente Mauricio Macri se encargó de endeudar a la Nación a niveles impresionantes. La recesión inducida por su política económica empobrece a las provincias y fuerza endeudamientos desmedidos en casi todas, con Buenos Aires a la cabeza (ver nota de páginas 2 y 3).

La caída general fue agravada por la supresión abrupta de los subsidios nacionales para mitigar los costos del transporte urbano o interurbano. Los pasajes se van a las nubes. Las provincias enfrentan la disyuntiva de empobrecer aún más a sus pobladores o de subsidiarlos en parte, con sus cajas exhaustas.

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 Arabescos y pretextos: El endeudamiento a todos los niveles –desde el Estado nacional y los subnacionales hasta los ciudadanos más pobres pasando por las empresas privadas– constituye uno de los peores legados del macrismo que deja un pilón. Diferencia gigantesca respecto de “la pesada herencia” kirchnerista: bajísimo nivel de deuda. Mensaje para que tengan en cuenta quienes argumentan que “todo es igual”, “Macri lo mismo que Cristina” y así… Para ese lado derrapa la nueva narrativa de los medios hegemónicos o de los aliados culposos del oficialismo en busca de un empate ficticio. Media un reconocimiento implícito: no hubo un salto de calidad republicana ni un proyecto económico “serio”.  La confesión se queda corta: falsea hechos y datos. No es lo mismo crear empleo que disminuir la cantidad de puestos de trabajo, fomentar el consumo popular que aniquilarlo, ampliar la masa de jubilados que achicarla, engrosar la capacidad fabril instalada que retrotraerla a las peores marcas históricas. Ni en otras ligas, solo a título de muestra: es diferente dictar una legislación migratoria avanzada y abierta que perseguir a “los otros”, apalearlos, construir cárceles para enrejarlos. O encanar con pretextos xenófobos a argentinos con “cara de terroristas islámicos”, artistas chilenos cuyas performances se confunden con bombas o deportar a jugadores de la selección paquistaní de futsal. Y cien etcéteras en materia económico-social o en reconocimiento de derechos.

Retomemos el hilo. Los gobernadores de otras fuerzas fueron, en promedio, transigentes con el Gobierno nacional. Condicionados por la coparticipación o por oportunismo o por afinidades ideológicas o por rencores acumulados contra el kirchnerismo.

A la hora de la verdad, cuando busquen revalidarse, todos recalcularán:  criticarán a Macri, alabarlo sería piantavotos. Ni siquiera podrán alegar que “apoyan lo bueno y critican lo malo” porque, a esta altura, es imposible encontrar algo rescatable en medio de la devastación.

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