En una lectura rápida, como si quisiera apurar el trámite, con una sucesión de frases de marketing, de tan repetidas que ya dejan de tener impacto, el presidente Mauricio Macri habló poco de la crítica situación económica. Gran parte de ese poco no es cierto. Enfatizó medidas administrativas en el sector público como si fueran lo fundamental en la cuestión económica. No habló del FMI, en una muestra de desagradecimiento al organismo internacional que está financiando la campaña para su reelección y que, con sus dólares, le permitió eludir el default. No mencionó ni una sola vez a la industria y al campo. Sí lo hizo, en varias oportunidades, a los sectores de la construcción, siendo leal de ese modo al origen de su fortuna, al de la energía, cuidando los intereses de las corporaciones amigas, y al de turismo, como si fuera una reivindicación a sus más de 100 días de vacaciones que acumula en tres años de mandato presidencial.   

La frase de su discurso que resume el capítulo vinculado a la economía fue que “hoy estamos mejor que en el 2015”. Los datos duros de las principales variables macroeconómicas dejan al desnudo que eso no es así. La estrategia del gobierno, en tono electoral, es jugar con la expectativa social prometiendo un futuro mejor luego de haber generado las bases del progreso, desplazando la percepción presente de la mayoría, que están viviendo un veloz y profundo deterioro de la calidad de vida.

Sin hacerse cargo de haber ejecutado una política que derivó en la crisis económica más importante desde la debacle del 2002, señaló que la caída fue por el impacto negativo de tres shocks: salida de capitales financieros de mercados emergentes, la sequía y la causa de los cuadernos. Dijo además que la economía no crecía desde 2012, cuando no fue así, aunque la variación hasta el 2015 fue mediocre; afirmó, sin nada que lo respalde, que la economía iba a colapsar; y aseguró que en sus primeros dos años y medios de gestión la economía fue “exitosa”, auto calificación que sólo puede generar desconcierto, ya sea si la cree o si participa activamente en la estrategia de la mentira planificada liderada desde la Jefatura de Gabinete.

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La inflación navegando con comodidad hace varios meses cerca del 50 por ciento anual. El salario registrando una impactante caída en términos reales, sólo comparable con el drama vivido en el 2002. Indicadores sociales como la pobreza, la indigencia y el desempleo marcando un deterioro pronunciado. Las suspensiones de personal por caída de ventas son masivas. La destrucción de puestos registrados es constante y, como consecuencia de la acelerada desindustrialización, se perdieron 126.100 empleos de ese sector en tres años de macrismo. Quiebras, convocatorias de acreedores, reducción de producción, cierre de locales y pedidos de procedimientos preventivos de crisis de grandes empresas constituyen el cuadro de situación del mundo empresario. El mercado interno está deprimido con ingresos reales de la mayoría de la población licuándose con la inflación. El consumo masivo no detiene la caída afectando la rentabilidad de compañías vinculadas a la actividad doméstica. La estructura de costos de empresas y el presupuesto de los hogares se estrujan aún más con niveles de tarifas de luz y gas desproporcionados y tasas de interés elevadísimas. La política económica ha sido entregada a las manos del FMI luego de encarar un endeudamiento vertiginoso, que condicionará mucho al próximo gobierno. Como si no hubiera aprendido nada en estos años, Macri volvió a prometer que la inflación tendrá una “baja sustancial”. El índice de febrero será más elevado que el del mes anterior, al ubicarse arriba del 3,5 por ciento.

El naufragio de la economía es tan evidente que el contenido económico del discurso de Macri permite entender las razones de la debacle. No hizo referencia a casi nada de las cuestiones relevantes para abordar una crisis de la actual magnitud. Por caso, enfatizó que el déficit fiscal es el principal causante de la inflación, y que la inflación es causante de la pobreza. Si este es el marco conceptual, con el cual se intenta abordar la economía de las características de la argentina, no es difícil entender por qué Macri arrojó a la economía a semejante crisis. Con un mal diagnóstico, contaminado de mala teoría y pura ideología, acerca del problema de la inflación, el resultado no puede ser otro que el fracaso, como el que exhibe la economía macrista.

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