Ana Paula, de 18 años, en San Juan, aguarda la sentencia judicial en el juicio oral.

“Mi primer beso fue con mi papá”, relató Ana Paula, una sanjuanina que tras mucho sufrimiento pero también fortaleza, logró llevar a su padre y hermano ante la justicia por haber sido violada durante siete años ante la pasividad de la madre. El jueves pasado ella escuchó los alegatos en los tribunales de San Juan, en el juicio que sentó en el banquillo de los acusados a su padre, Manuel Lahoz, y a su hermano, acusados por el delito de abuso sexual con acceso carnal contra ella. A diferencia de esos años de horror, en esta oportunidad no estuvo sola. Fue acompañada por decenas de integrantes del colectivo Ni Una Menos, que esperan que en la sentencia del mañana se cumpla lo que ella reclama desde la remera que tenía puesta: “Quiero justicia”.

Ana Paula es sanjuanina, tiene 18 años y desde los 9 fue sometida a abusos, torturas y golpes por parte de su padre y su hermano mayor. Para el primero de ellos, la Fiscalía de la Sala I de la Cámara Penal de San Juan solicitó 22 años; para el segundo, 20 años. El delito común para ambos es “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”. Producto de esas violaciones, la joven fue víctima de un embarazo y luego obligada a abortar.

También hay una acusación contra su madre, María Filomena Noriega, por “encubrimiento” y “corrupción de menores”, delitos por los que la fiscalía pidió 12 años. En tanto, los abogados defensores reclamaron la absolución con el argumento de que Ana Paula “inventó” esa historia por celos y para quedarse con una vivienda de la familia.

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A lo largo del juicio se supo que una de las tantas vejaciones que sufrió Ana Paula durante su niñez fue practicarle sexo oral a su padre y que cuando esto ocurrió se lo contó a su madre. “Le conté otros abusos pero tampoco me creyó”, dijo la joven. Las aberraciones no cesaron allí. Producto de los constantes abusos y violaciones, a los 15 quedó embarazada de su hermano mayor. Le dieron pastillas que le provocaron un aborto inducido.

Luego fue obligada por su madre a tomar anticonceptivos y hasta le colocaron un DIU. Fue en aquel momento cuando su madre le dijo que ella provocaba que su padre y su hermano la abusaran. Es decir que todo continuó bajo su complicidad. A pesar de ello, Ana Paula contó que pudo perdonar a su madre. “Le di una segunda oportunidad”, enfatizó.

Un año más tarde, a los 16 años, y con el solo apoyo de su novio, la joven logró llevar su caso a la Justicia, lo que provocó una conmoción en la provincia. Ante abogados, fiscales y jueces, Ana Paula contó que su infancia no solamente fue dura por las vejaciones, sino porque también fue obligada a trabajar en el negocio de la familia. “Hacíamos uniformes y calzado. Parecíamos una familia normal, pero eran unos psicópatas”, dijo.

Desde que realizó la denuncia, la joven recibió un fuerte apoyo del colectivo Ni Una Menos que la acompañó durante la mañana del jueves mientras se realizaban los alegatos, y también de Miguel, su novio, que la acompaña en la lucha desde hace dos años.

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