El cierre de Metalpar deja un saldo de 500 despedidos en forma directa. La caída de las ventas va de la mano del fuerte retroceso en las inversiones en el autotransporte. Smata había advertido sobre este riesgo, pero el Gobierno desoyó el reclamo.

La fábrica de carrocerías para colectivos Metalpar, la más importante de su rubro en el país, anunció el cierre definitivo de su planta de Loma Hermosa (partido de San Martín), lo cual deja en la calle a más de 500 personas. La decisión de la empresa, de capitales brasileños y chilenos, le fue comunicada a los trabajadores de la planta este martes, y es la culminación de un largo proceso de deterioro del mercado interno y la consiguiente pérdida de ventas, suspensiones y despidos parciales, un fracasado “programa de producción sustentable” impulsado por el ex Ministerio de Trabajo a fines de 2017 y el retroceso en las condiciones de intercambio compensado con Brasil. La resolución de cerrar la planta en el conurbano bonaerense afecta, además, al personal que se desempeñaba, hasta principios de esta semana, en las áreas de limpieza, comedor, mantenimiento y seguridad.

Ya a mediados del año pasado, Metalpar había dado una señal de alerta al denunciar que, por la caída de ventas, procedía a reducir su personal, no descartando un eventual cierre de la planta. A esa altura, se consideraba fracasado el plan de recuperación respaldado por la Dirección Nacional de Relaciones Laborales que había sido lanzado a partir de octubre de 2017. Las empresas transportistas, que debían renovar sus unidades para que el plan funcionara, adujeron problemas financieros al retacear su participación en el programa, señalaron fuentes de la empresa, que poco más de un año después de aquel fallido lanzamiento resolvieron bajar la persiana.

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Cuando se planteó el último conflicto, a mediados de 2018 (por entonces, amenazaba con echar a 150 personas), fuentes gremiales habían planteado que Metalpar se encontraba en una mala posición económica a partir de “la falta de demanda de colectivos urbanos, que hace peligrar la continuidad productiva y laboral de la empresa”. La empresa presionaba al Ministerio de Transporte para que obligara a las empresas autotransportistas de pasajeros a actualizar “cuatro mil unidades que están en circulación y que superan los diez años de antigüedad”, según la versión de la empresa.

Metalpar es una empresa controlada por la brasileña Marcopolo, asociada a la chilena Metalúrgica Paredes. El joint venture que integran ambas empresas cuenta, además, con una planta de menor dimensión, Metalsur, en Villa Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe. Su especialidad es la construcción de carrocerías para micros de larga distancia. Algunas versiones indican que los mencionados socios estarían evaluando la posibilidad de continuar en la actividad, pero a una escala muy inferior, en esta última. El sector del autotransporte redujo sensiblemente las inversiones, fundamentalmente, a partir del salto en las tasas de interés.

Pese al origen del grupo controlante, curiosamente los desencuentros entre los gobiernos de Argentina y Brasil habrían sido uno de los detonantes de la situación de la filial local, según la versión del gremio Smata, encabezado por Ricardo Pignanelli. En junio del año pasado, en una declaración pública, el sindicato de mecánicos apuntó que “la liberación de importaciones, el incumplimiento del intercambio comercial automotriz con Brasil y una política monetaria con intereses desorbitantes y mercado cambiario liberado, jaquea a la carrocera Metalpar, que podría cerrar su planta”.

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En aquel momento, Smata planteaba que “Faurecia, Brembo, Deutz, Fran, Honda y Yamaha plantean suspensiones y despidos al no poder competir con la importación. Mercedes Benz, General Motors y Ford podrían adoptar medidas similares a partir de la reducción de la producción. No es posible el diálogo con quien no sabe escuchar. Estos problemas fueron denunciados ante Trabajo, Industria, Transporte y Comercio. El gremio siempre fue bien recibido y escuchado, pero nunca comprendido. El caso más emblemático de esa situación lo protagoniza la compañía Metalpar”, subrayaba el documento de siete meses atrás.

El cierre de la planta de Metalpar en San Martín indica que la retracción en el sector automotor, uno de los complejos industriales principales del país, no es un retroceso momentáneo sino que es una crisis estructural, respecto de la cual algunos grupos internacionales comienzan a tomar decisiones drásticas, como en el caso de la firma brasileño-chilena. Además, se trata de un sector en el que existe un encadenamiento industrial en el que, como en este caso, desaparece una empresa que elabora un producto terminado (carrocerías) que se nutre de componentes de diversas industrias proveedoras de insumos que también serán perjudicadas. Vale recordar que se trata de la mayor proveedora de carrocerías del país la que deja el sector, no por una pérdida de mercado a mano de otras empresas, sino por caída de las ventas totales en el sector. En definitiva, una víctima de la caída de la inversión en el transporte público de pasajeros.

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