Políticos al fin, los radicales están asumiendo que la alianza gobernante que integran está en problemas y que, salvo algunos dirigentes cooptados por el PRO, fungen de convidados de piedra. Por eso debaten para posicionarse ante las próximas elecciones.

El empresario se sentó, pidió un café y soltó como al pasar: “Ojo con lo que pase en La Pampa y en Córdoba; el Gobierno no quería PASO, se las impusieron y se las tuvo que comer. Ahora la política es hacerse los distraídos con las internas, pero si el Coti (Nosiglia) le arma una buena campaña, Lousteau puede ser el candidato a presidente”.

Así. Como al pasar.

Días después, en otro bar, con otro personaje más cercano a la política y al radicalismo, aquella afirmación, si bien tomaba cuerpo, empezaba a vislumbrar los primeros obstáculos.

Ernesto Sanz.

“Está claro que el Gobierno hizo una gestión pésima y que los radicales, en especial Ernesto Sanz, el culpable de esta alianza, le han entregado el Gobierno en bandeja de plata. Después, los radicales decidieron correrse a un costado, algunos se mimetizaron con el Gobierno y quienes tenían responsabilidades de gestión se dedicaron a sus municipios y provincias sin meterse demasiado”, dice nuestra fuente, conocedor del mundillo de los boinas blancas desde hace varios años.

“Fijate lo que pasó con Morales en Jujuy, él también estuvo en contra de la alianza con el Pro, llegó a la gobernación en alianza con Massa, pudo quedarse con el partido, de hecho se lo propusieron, pero él prefirió no meterse y dedicarse a gestionar la provincia para postularse a la reelección.”

Esa gestión –cabe mencionar aunque nuestra fuente no lo dice– incluye la increíble persecución política y judicial de Milagro Sala, dirigente del movimiento social Tupac Amaru.

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“Además, el radicalismo no tiene hoy una figura que aglutine, que se juegue en la postura nacional, y no creo que surja. ¿Lousteau? Puede ser, pero para que llegue tiene que meter los pies en el barro, ir a los lugares, seducir a los intendentes y dirigentes radicales en el territorio, no alcanza con salir en los medios. Sin eso Lousteau no llega, y tampoco va a llegar si el Gobierno logra mantener cierta tranquilidad financiera y económica en los meses de mayo y junio. Algunas variables macroeconómicas pueden mejorar, vienen el aumento a los jubilados y las paritarias… si el gobierno logra esa tranquilidad, la candidatura de Macri es inamovible; ahora, si la economía le juega una mala pasada, todo se puede pensar de nuevo, y Lousteau, bien asesorado, puede jugar.”

Hasta acá, la información que el firmante de la nota pudo recoger haciendo la calle y gastando plata que no tiene en algunos cafés que por suerte le invitaron.

Ahora bien, ¿por qué el radicalismo que está en el Gobierno, tan cómodo en sus sillones de gobernaciones e intendencias, se largaría a competir con un candidato propio en las PASO? Por empezar, es una jugada arriesgada, Lousteau –si bien está afiliado– es casi un extrapartidario. Una situación similar se vivió cuando eligieron como candidato a Roberto Lavagna y nadie recuerda con cariño esa experiencia.

Gerardo Morales.

Es decir, para que el radicalismo de Cambiemos se mueva tiene que haber reales posibilidades de imponerse en una PASO por sobre el candidato del Pro, quien hasta hoy no es otro que el presidente de la Nación, Mauricio Macri.

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Como dice nuestra fuente, para que eso ocurra no tiene sólo que empeorar aún más la economía, sino que Lousteau debe probarse el traje de candidato, elaborar propuestas y bajar al territorio. Ahora, ¿por qué el Pro dejaría que la sangre llegue al río? Es difícil pensar que una fuerza tan habituada a ganar elecciones (prácticamente, podría decirse, es lo único que hace bien) les entregue a los radicales el poder sin presentar batalla. A menos, claro, que el propio Lousteau sea parte de la maniobra.

Es evidente que muchos empresarios han abandonado al Gobierno. Les dio esperanzas pero no hay sector de la economía que haya mejorado, salvo escasas excepciones. Ahora va a querer tirarles la galletita de la reforma laboral, pero probablemente eso no alcance. ¿Qué se gana con reducir el costo laboral si lo producido no se exporta ni se vende en el mercado local?

Los radicales, mientras tanto, se van animando. En pocos días ya hablaron el presidente del partido, Alfredo Cornejo; el propio interesado, Martín Lousteau, que acompañó al presidente en su viaje a la India y no dejó de criticarlo, y hasta reflotaron al gran hacedor de la alianza Cambiemos, el mendocino Ernesto Sanz. Todos a favor de las PASO, obviamente.

“También hay diferencias dentro del propio PRO. Veo que hay menos coordinación de lo que debería haber, y esto no quiere decir que todo se deba consultar. Por eso es importante la primaria: ese lugar el radicalismo se lo tiene que ganar”, lanzó el ahora dirigente radical desde India.

En la Argentina, mientras tanto, Sanz tiraba un poquito más de tierra: “Es importante que se amplíe la oferte electoral (…) puede que los votantes desencantados encuentren una vía de expresión”.

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Días antes, en reunión partidaria, el Comité Nacional no sólo intervino la Convención de Santa Fe por negarse a adherir a Cambiemos, sino que allí el presidente del partido, Alfredo Cornejo, habilitó la discusión sobre un candidato radical que enfrente al candidato del Pro en las PASO. El gobernador mendocino cree que de esa manera pueden contener los votos “desencantados” y hasta le dio a la iniciativa el nombre de “Plan B”. Por lo tanto, el Plan A sigue vigente, tal como lo decía nuestra fuente: sin caída de la economía y desbarranque de Macri, lo de Lousteau se quedará en las intenciones.

Los tiempos se aceleran: en el mes de abril, en Jujuy, se realizará la convención nacional del partido; allí debería aprobarse la política de alianzas y, si hay un candidato radical, ése será el lugar donde deberá definirse el nombre.

Los gobernadores e intendentes radicales están tranquilos en sus sillones, y quisieran no salir de ahí por ahora, pero la política argentina no conoce de descansos ni de respiros. Aunque con cautela, el Plan B está en marcha.

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